Enrique Romero, subsecretario de Transporte de la Municipalidad, volvió a dar la nota. Y si hay una cámara, hay video y sobre todo hay escándalo. Sea a través de un celular durante un procedimiento o como en esta entrevista a nuestros colegas de América Tucumán, el hombre habla y no faltan los ataques y los insultos. Pero lo que tampoco faltó fue la admisión de una serie de delitos penales cometidos en el ejercicio de la función pública.
La charla se desarrollaba en términos correctos hasta que, en medio de una discusión subida de tono con el periodista Juan José Márquez, Romero le dijo al conductor que tenía que estacionar bien. “Vos tenés que tener cultura y solidaridad para estacionar bien la camioneta, no en una ochava de Sarmiento y Maipú y después hablarme a mí para que te entregue el vehículo”, le espetó el funcionario municipal.
Ante esta declaración el conductor le respondió que él también había actuado mal porque le tendría que haber cobrado la multa y no lo hizo. “Lo que usted no puede hacer es lo que hizo de darle el auto a cualquiera como a mí. Yo tendría que haber ido a pagar. Así como hacen conmigo, cuando llegan las elecciones van todos a sacar las motos. Vamos, Romero, nadie orina agua bendita y usted lo sabe”, le respondió.
Acto seguido, Romero le contestó que “yo lo había hecho porque sos prensa. No podés argumentar la ignorancia en tu propia defensa”, en lo que fue un claro intento de defensa propia. Ahora bien, cabe preguntarse entonces: ¿Defensa de qué? Justamente, de su “confesión” acerca de que habría incurrido en la comisión de delitos en ejercicio de la función pública.
En ese sentido, los mismos serían nada menos que los de “mal desempeño en sus deberes de funcionario público, malversación de caudales públicos, entre otros”. Lo que perdió de vista Romero fue el hecho de que su rol como funcionario es cumplir su trabajo, y no el de hacer favores a personas que elija y beneficiarlas. ¿O acaso “ayuda” a la prensa para después “cobrarles” el “favor”?
En ese sentido, al haber entregado un vehículo de “favor” cometería el primer delito, es decir, el de mal desempeño en sus deberes de funcionario público. En tanto que el segundo consistiría en la malversación de caudales públicos. En este caso, su comisión obedece al hecho de que, al haber decidido no cobrar la multa, mejor dicho, al optar, por decisión propia, por condonar deudas que pertenecen al Municipio, estaría incurriendo en malversación de caudales públicos.
Por todo ello, cabe mencionar que, luego de que se viralizaran las declaraciones públicas de Romero, funcionario que depende de Germán Alfaro, el intendente capitalino no tiene más remedio que actuar en consecuencia. Caso contrario, estaría siendo cómplice del accionar de Enrique Romero. Es decir, Alfaro no tiene otra salida que la de denunciar a Romero y separarlo inmediatamente de su cargo.
Y es que la gravedad institucional que representa la confesión de este funcionario municipal, no tiene forma de ser convalidada por el intendente, ni manera de ser entendido por la gente. Es por ello que Germán Alfaro deberá tomar cartas en el asunto cuanto antes a fin de no concederle impunidad a Enrique Romero para que pueda continuar cometiendo los delitos antes mencionados.
Y si de impunidad hablamos, la Justicia tucumana también incurrirá en el mismo vicio si no actúa de oficio, como corresponde en estos casos. ¿Acaso ningún fiscal actuará ante estos graves delitos que habría cometido Enrique Romero en perjuicio de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán? De ser así, se entiende porqué la Justicia no funciona en la provincia cuando se trata de juzgar a los políticos.
Entre los delitos de Romero, la complicidad de Alfaro si no lo echa, y la impunidad que le brindaría la Justicia por medio de su falta de accionar, se entiende mucho mejor porqué en el día de ayer ingresaron cinco pedidos de juicios políticos contra fiscales que no funcionan en su cargo. Y es que la parte que debe juzgar brilla por su ausencia cuando se trata de dirigentes políticos.
Pero también cabe mencionar la deficiente actuación de la parte acusatoria de la Justicia, es decir, el Ministerio Público Fiscal. No en vano, esta institución está siempre en la mira de la sociedad porque brindaría impunidad a los poderosos. Es por ello que cabe preguntarse: ¿Hasta cuándo estos personajes seguirán viviendo a costa del Estado? En primero lugar, Enrique Romero, como el brazo ejecutor de delitos en perjuicio del Municipio, es decir, de los vecinos de la ciudad.
En segundo lugar, Germán Alfaro, quien con su tradicional estilo de lavarse las manos y desentenderse de los asuntos que le corresponden, se colocó solo y a sí mismo entre la espada y la pared. Y es que mantener a Romero en su puesto no solo lo embiste de impunidad, sino que, además, convalidaría la comisión de delitos de su funcionario. Lo cual, a su vez, convertiría a Alfaro no sólo en encubridor, sino también en cómplice delictual.
Y, por último, la Justicia terminaría de oscurecer su opaco rostro de cara a la sociedad que descree cada vez más de quienes deberían castigar los delitos que cometen también los poderosos. Pero cuando se trata de aquellos que forman parte de la casta política, la Justicia deja caer el velo que la mantiene ciega para que decida de exprofeso defender los intereses de personajes nefastos como Romero y Alfaro.
“Un ser tan violento, no se consigue”, cuestionó el periodista Roque Galeano sobre Romero. Debería agregarse que tampoco se consigue un funcionario tan corrupto. Se trata de un verdadero mamarracho y piensa que eso “garpa” cuando lo único que genera es vergüenza ajena. Es en realidad un pobre tipo. Pero que también empobrece las arcas del estado municipal con su espurio accionar.
“Un ser violento y cavernario como Enrique Romero que ejerce el poder de policía en representación del Municipio de S.M. de Tucumán en materia de tránsito y transporte es una locura que en cualquier momento le traerá graves consecuencias al intendente Alfaro”, fueron algunos de los tantos comentarios en las redes sociales. No se podría estar más de acuerdo con eso.