Llegó el día. En toda España, a las nueve de la mañana (cuatro de Argentina) abrieron sus puertas las escuelas y los centros sociales (unos 23 mil en total) que este domingo serán los colegios electorales donde podrán votar unos 33,5 millones de españoles.
Porque de los casi 37 millones de personas convocadas a participar en estas elecciones generales anticipadas, unos 34,7 millones residen en España (2 millones viven en el extranjero) y más de 1,2 millón de ellas solicitaron votar por correo, la cifra más alta en la historia democrática española.
A las dos de la tarde (9 hora argentina) el 44,81 por ciento del padrón ya había votado.
Madrid amaneció con cielo despejado y helicópteros sobrevolándolo. Cuenta con 2.400.000 empadronados para votar y, por su densidad de población, elegirá a 37 diputados.
Sobre la calle Juan Esplandiu, en el Colegio Ciudad de Roma, unas cinco mil personas figuran en el censo electoral. A media mañana las filas eran discretas y el trámite de elegir las boletas para el Congreso de Diputados y para el Senado en esa especie de ducha portátil que es el cuarto oscuro improvisado en un salón de la escuela demoraba entre quince y veinte minutos.
Los más madrugadores fueron los jubilados. A la una del mediodía, más de 1.800 empadronados en esta escuela habían ya votado.
Un nene de cinco años colocaba en la urna transparente el sobre blanco que le dio su papá con su voto y una mujer de 42 años, discapacitada intelectual, se emocionaba por haber podido votar. Por primera vez, unas 100 mil personas que padecen distintos grados de discapacidad mental podrán ejercer su voto.
En toda España se imprimieron 375 millones de boletas y se distribuyeron 212.000 urnas.
En éstas, las terceras elecciones generales en tres años y medio, se eligen 350 diputados y 208 senadores de los 266 que forman la Cámara alta.
El voto récord lo tuvo Villaroya, un pueblo de apenas seis vecinos de La Rioja, que tardaron 47 segundos en ensobrar sus votos.
Cuatro de los cinco principales candidatos votaron en Madrid o en pueblos cercanos. Al salir, todos hicieron declaraciones. Moderadas y sedadas. Como si la crispación áspera que dominó la campaña electoral fuera historia del pasado.
El primero en hacerlo fue el presidente del gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, que votó en Pozuelo de Alarcón, un municipio a 15 kilómetros al noroeste de Madrid que, según un estudio del Instituto Nacional de Estadística, es la localidad con las rentas medias más altas de España.
A las 7.15 de la mañana había llegado personal de seguridad de La Moncloa. Con perros entrenados para detectar explosivos, revisaron hasta las alcantarillas de los alrededores.
Sanchez llegó a Centro Cultura Volturno a las 9.25. En medio de aplausos entró a una sala de danzas, con paredes espejadas y barra para bailarinas con zapatillas de punta, y posó para los fotógrafos con sus sobres (blanco, para los diputados, y salmón para los senadores). Lo acompañaba su esposa, vestida alusivamente con una remera roja, el color socialista. Algunos seguidores lo arroparon al salir con gritos de “presidente, presidente”, mientras se alzaban voces también de rechazo: “Vete ya” y “traidor”.
“Que los españoles participen con una mayoría muy sólida para que el mensaje que se envíe sea un mensaje claro. Que haya una mayoría parlamentaria los suficientemente amplia para que tengamos cuatro años de estabilidad, de sosiego”, dijo Sánchez antes de irse.
El segundo candidato en votar fue Pablo Iglesias, el líder de Unidas Podemos. Lo hizo en el Colegio Público La Navata, sobre la calle Estanque, número 8. “He votado en el colegio público donde espero que vayan mis hijos. Hoy muchos españoles irán a colegios públicos. Es un día hermoso para recordar el valor de la educación pública. Ojalá la participación electoral sea muy alta. Esta será la mejor noticia para nuestra democracia”, dijo al salir.
Santiago Abascal, el candidato de Vox, el partido de ultra derecha que participa por primera vez en elecciones generales, votó en el barrio del Pinar del Rey, en Madrid. A las 11.40 de la mañana, Abascal entró en una sala de guirnaldas de colores, votó y habló: “Millones de españoles van a votar con esperanza. Van a hacerlo sin miedo a nadie ni a nada -dijo-. Vamos a vivir unas elecciones que van a tener un carácter histórico para España. Defendamos la nación, defendamos la democracia y defendamos la convivencia entre los españoles”. Al mediodía, Pablo Casado, el candidato del PP, votó en el colegio del Pilar, en Madrid. Acompañado por su esposa, Isabel Torres, mostró a las cámaras que lo seguían la boleta del PP mientras la ensobraba. “Pido una máxima participación. Lo que hoy salga de las urnas va a condicionar a España hasta 2023. Lo importante es que votemos todos con la cabeza -dijo Casado en un atril montado a la salida-. Es el acto de mayor confianza en democracia. Se vote a quien se vote hoy es importante saber que eso va a condicionar el futuro de los tuyos. Podemos estar ante la votación más decisiva para España de los últimos tiempos”. “Me gustaría que saliera un gobierno estable de las urnas para evitar esta sucesión de legislaturas fallidas que hemos vivido en los dos últimos años.
Espero que esta noche podamos celebrar los resultados”, agregó antes de entrar a la iglesia Santa María de Monte Carmelo, sobre la calle Ayala.
El único de los candidatos en carrera a presidir el gobierno de España que no votó en Madrid fue Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. Lo hizo en un colegio de Hospitalet de Llobregat, en Barcelona. “A votar. Que nadie se quede en casa hoy”, pedía un Rivera sonriente y relajado como no se lo vio en las dos semanas de campaña electoral.
GML