A pesar de que la cantidad de contagios diarios de COVID-19 casi que triplica la cifra de infectados que se contabilizaban a principio de este año, la clase política hace como que no ve ni oye nada y decidió desentenderse de la situación que todavía atraviesa Tucumán en materia de pandemia. Y es que está claro que “vale todo” para los dirigentes políticos, inclusive jugar con la vida de la gente.
Y es que como quedó expuesto desde Tucumán Despierta, la clase dirigencial de la provincia no considera ciudadanos a los habitantes, sino meros clientes que deben asistir a los actos en los que los reales protagonistas son los propios políticos que nuevamente se presentan en las elecciones de este año. En ese sentido, no pareciera existir grieta en el peronismo local entre los máximos referentes.
Y es que tanto el gobernador Juan Manzur y el vicegobernador Osvaldo Jaldo parecen coincidir en el hecho de que ambos están dispuestos a realizar cuanto acto político sea posible sin importarles absolutamente nada la vida de la población a la que acarrean sin el más mínimo descaro y vergüenza. De la misma manera, a ninguno de ellos les preocupa el COVID-19, por el contrario, les provoca total indiferencia.
Para colmo, esta clase de acto político o recorrida marquetinera la desarrollan el presidente del PJ y el titular de la Legislatura casi a diario al tiempo que reúnen a cientos de personas sin tomar el más mínimo recaudo en lo que hace a la implementación de protocolos sanitarios. Pero la hipocresía surge con todo su esplendor a la hora de exigir al resto de la sociedad justamente aquello que ellos mismos un cumplen.
Y es que le exigen a la sociedad implementar una serie de requisitos para evitar la propagación del virus, sobre todo en lo que hace a la peligrosa variante Delta, que ellos mismos ni se preocupan por aplicarlos. Es por ello que la posibilidad de que un nuevo brote de coronavirus estalle en la provincia es una posibilidad más que certera a causa de aglomeraciones de este tipo, las cuales son promovidas por Juan Manzur y Osvaldo Jaldo.
La hipocresía es palpable debido a que mientras todavía las familias se encuentran vedadas de poder reunirse en una casa, el gobernador y el presidente de la legislatura pueden darse el gusto de amontonar a todos sus militantes sin importarles nada la expansión del mortal virus. En ese caso, ni siquiera se trata de una especie de doble moral, sino que directamente no existe ética alguna.
Estaba claro que, tal y como se anunció hace un par de semanas desde este medio, que la apertura radical y de un momento al otro que la clase dirigente decidió hacer en la mayoría de las actividades, estaba directamente vinculado al regreso de la campaña política a la vieja usanza del peronismo. De repente, pareciera que la pandemia hubiera desaparecido al igual que la decencia y el sentido común en el gobernador, su vice y el resto de la clase política.
