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La amenaza de los próximos 20 años con Sergio Massa en Argentina

El convencimiento, con fundadas razones, de que si llega a la presidencia habrá massismo por los próximos veinte años produce asfixia. Se teme la construcción de un gobierno hegemónico que haga imposible la alternancia

Sergio Massa Blanco y negro
El candidato a presidente por Unión por la Patria Sergio Massa
Descacharreo

La crónica de la semana política bordea lo patético. Dilemas, dudas y disyuntivas dan cuenta de la sensación de fracaso y desasosiego con la que, para la inmensa mayoría, está culminando la carrera electoral. Un final amargo y desesperado. Nadie parece estar yendo a votar con esperanza, ni un hilito de ilusión. Se vota optando por el mal menor. Se vota en contra y con reservas. “Es lo que hay”, es la resignada expresión del momento.

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Se vota con culpa, con vergüenza, con el peso de la indignidad machacando la conciencia. Incluso al interior de las dos fuerzas que llegan al balotaje las tensiones restan entusiasmo, alegría y convencimiento de que los candidatos podrán aliviar, al menos en algo la situación, marcar un tiempo nuevo para el país humillado por dos décadas de políticas populistas y recesivas. Se teme al desequilibrio, al disparate, al capricho, a la agresividad.

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Se teme al pasaje de tren a 1100 y al litro de nafta a 960. Se teme perder de un plumazo lo poco que se tiene. Desde Unión por la Patria se acicatea estos miedos, se los alimenta con campañas prolijamente diseñadas, calculadas con rigor y expertise profesional. El miedo es un insumo rendidor a la hora de ir por votos para el populismo. La fábrica de pobres trabaja a destajo. A mayor vulnerabilidad, más miedo y más apego a lo conocido.

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Unión por la Patria

También se teme al ministro-candidato. Sergio Massa desplegó su capacidad de ir a fondo con el populismo distributivo. Su ambición de poder lo muestra irrefrenable. La idea de que hará lo que tenga que hacer para imponerse y retener el poder también mete miedo. Se teme que se abulone. El convencimiento, con fundadas razones, de que si llega a la presidencia habrá massismo por los próximos veinte años produce asfixia.

Se teme la construcción de un gobierno hegemónico que haga imposible la alternancia. Massa, tiene una respuesta para todo. “Mi idea es retirarme para disfrutar de mis nietos”, contesta con un dejo de ironía. No hay razones para creerle. No tiene nietos y sus hijos son muy jóvenes aún, además se desdijo de casi todo demasiadas veces. Sergio es Sergio. Tómalo o déjalo. El “plan platita” le permitió al oficialismo despegarse varios puntos de los libertarios y posicionarse ganador.

Están los que militan un voto útil para Massa con la idea de que en el caso de llegar al poder tenga que desplegar su magia, su arte de prestidigitador, en orden a arreglar el estropicio al que llevó la economía. Es un recurso perverso, en el que anida la esperanza de que la herencia que reciba de sí mismo lo obligue a hacerse cargo de sus desaguisados. El riesgo de la explosión inevitable aterra. La gente tiene miedo de que explote todo.

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El “cuanto peor mejor” no va. Demasiado sufrimiento para seguir bancando. La centralidad que fue ganando Mauricio Macri en la campaña de Milei convocó la reaparición de Cristina Fernández de Kirchner. Macri vuelve y Cristina Kirchner también. El regreso de las escenas bipolares. Un problemita para Massa. La irrupción de la vicepresidenta es perturbadora. Son cara y contracara de una misma tragedia. No pueden soltar. No se quieren ir.

Mauricio Macri y Cristina Kirchner

Cristina Kirchner deja un mensaje a la militancia. Tampoco ella fogonea la ilusión. Llama al peronismo a evitar el triunfo de la ultraderecha. Nunca menciona a Sergio Massa. Los esfuerzos de Sergio Massa por deskichnerizarse enfrentan nuevos desafíos. Juega a la mancha venenosa con Cristina Kirchner: le guste o no, tiene a los K adentro. Con o sin Cristina, están las bancas, en Diputados y en el Senado. Estan los municipios, las gobernaciones. Están Axel y Máximo.

sergio massa junto a maximo kirchner en china
Sergio Massa junto a Máximo Kirchner

El comunicado de la Cancillería repudiando el ataque de las Fuerzas de Defensa de Israel contra el campamento de refugiados de Jabaliya puso a Massa en una situación incómoda. El ministro-candidato, que el día anterior había estado en el acto de la DAIA sosteniendo una imágen del rehén más chiquito en manos de Hamas, improvisó una salida demasiado tibia. Retuiteó un posteo del senador Pablo Yedin, en el que el tucumano apunta directo al terrosimo de Hamas.

La nada misma para un ministro que funciona como un presidente de facto. Los alineamientos internacionales del kirchnerismo vienen a plantear un desafío para Massa. ¿Qué cantidad de kirchnerismo en sangre tiene a la hora de las situaciones que generan contradicción? Tampoco se conoce qué está haciendo el gobierno de Alberto Fernández con tan buenos vínculos con Irán para encontrar una salida a la dramática situación de los rehenes argentinos en manos del terrorismo islámico.

Los esfuerzos de Massa por despegarse del kirchnerismo son por el momento de corte estético. Las medidas que tomó en los últimos meses en el plano económico lo muestran desplegando los mismos métodos del populismo kirchnerista que nos trajo hasta aquí. En cualquier caso, el escenario económico que nos espera más allá del 10 de diciembre es crítico. Por el momento las propuestas de los candidatos no están claras.

Massa asegura que si llega a ganar va a tomar decisiones el mismísimo 20 de noviembre para aprovechar las bancas de las que todavía dispone en el Congreso. La frustración demanda respuestas rápidas. Con la magia se llegó hasta aquí. Juan Schiaretti definió a un eventual gobierno de Massa como kirchnerista. El tema del juicio a la Corte Suprema es definitivo. Esta semana se cumplieron 40 años de la llegada de la democracia.

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Integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación

La figura de Alfonsín sobrevuela todos los escenarios. Están los que lo aman y están los que lo usan. Con una inflación galopante y la pobreza en el 40%, la Corte Suprema acorralada en un insólito juicio político por el ejecutivo y el kirchnerismo intentando marcar territorio no hay clima para festejos y celebraciones.

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Sí un espacio para la reflexión. ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Qué falló tan gravemente? ¿Cómo emerger de esta oscuridad?

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Una Argentina cada vez más pobre

Poder conmemorar 40 años de democracia sin interrupciones institucionales es un dato al cual aferrarse. La fragmentación política que nos deja este proceso electoral va a demandar diálogo y consenso. Ejercitar esas herramientas nos ayudará a encontrar un camino. La neutralidad no existe. El voto en blanco es también una posición. Entre el salto al vacío y la caminata al borde del precipicio los argentinos nos preparamos para votar. Todo está aún por pasar.

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