Tras el fracaso del sector dialoguista en su intento por frenar el avance de la reforma laboral impulsada por el Gobierno de Javier Milei y subir el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, la Confederación General del Trabajo (CGT) prepara la convocatoria a una reunión de mesa chica y a un plenario federal de secretarios generales para redefinir su estrategia.
En ese contexto, crece el enojo de las bases sindicales y viene ganando terreno el ala dura, que presiona por el llamado a un nuevo paro general, el tercero en la presidencia de Milei.
La participación de la central obrera en la peregrinación a San Cayetano, junto a las dos CTA, fue una muestra más de la impaciencia del sector gremial ante la decisión del oficialismo de reformar las leyes laborales. Denuncian que estos cambios perjudican a los trabajadores y amenazan con afectar o eliminar derechos conquistados.
Diálogo roto y malestar creciente
Pese al rechazo del ala dura, encabezada por el líder del gremio Camioneros, Pablo Moyano, el sector dialoguista mantuvo en los últimos meses una posición moderada y tendió puentes de diálogo con el Gobierno.
Se reunió con el secretario de Trabajo, Julio Cordero, y le pidió que el cobro del Impuesto a las Ganancias comience en un piso mayor al $1,8 millón que se había definido en el proyecto original y que no contemplaba la inflación del primer semestre. El funcionario tomó nota y prometió trasladar la inquietud, pero no asumió ningún compromiso. Días después, el Presidente firmó la reglamentación del tributo sin los cambios solicitados por la central obrera.
La decisión terminó con una seguidilla de amparos presentados por distintos gremios ante la Justicia y un pedido ante la Corte Suprema para que defina la inconstitucionalidad del cobro del impuesto sobre el salario de los trabajadores.
Luego, fracasaron las negociaciones en el Consejo del Salario y, una vez más, tuvo que laudar el Ejecutivo. Lo hizo definiendo un aumento en línea con lo ofrecido por el sector empresario y muy lejos de lo pedido por los gremios.
La lectura de la CGT sobre el conjunto de los sucesos es que el Gobierno no está dispuesto a negociar, sino que busca imponer sus decisiones. Algo similar a lo que vienen percibiendo los gobernadores aliados que le garantizaron los votos para la Ley Bases y el pacto fiscal.
Por eso, la central obrera rechazó la convocatoria a sentarse a una mesa de diálogo tripartito y, sin la pata sindical, la iniciativa pierde fuerza en el marco del Consejo de Mayo. “No vamos a dialogar la pérdida de derechos individuales, colectivos ni sindicales. No van a conseguir que nos saquemos una foto firmando la pérdida de derechos. No es que no nos queremos sentar, es que no ponen en agenda la producción”, dijo Héctor Daer, integrante del triunvirato de la CGT.
Así, frente al avance del Gobierno, la interna de la central obrera pierde fuerza y gana espacio el ala dura moyanista. Sin embargo, la crisis del PJ tras la denuncia contra Alberto Fernández por violencia de género, podría demorar algunas definiciones, como la fecha del paro, si es que finalmente decide la convocatoria.