Con tarifas de servicios públicos, combustibles y prepagas contenidas, el índice de inflación de mayo fue de 4,2%. No sólo se trata de la quinta desaceleración consecutiva del indicador oficial, sino que para encontrar una variación tan baja hay que remontarse hasta el primer trimestre de 2022. Hay que remontarse a enero de 2022 (3,9%) para encontrar un dato mejor al que se conoció hoy.
Además, el índice de precios al consumidor (IPC) oficial vuelve a estar por debajo de lo esperado por el mercado, que viene mes a mes corrigiendo sus proyecciones en base a los números oficiales. Por caso, el Relevamiento de Expectativas (REM) del Banco Central (BCRA) esperaba para el mes un 5,2%. El dato que brindó el organismo que dirige Marco Lavagna, sin embargo, se acercó mucho más al que publicó la semana pasada la dirección estadística porteña (4,4%) para el quinto mes del año.
El debate que se instaló actualmente entre los expertos locales e internacionales y el oficialismo es si la baja de inflación encontró un piso que le será difícil perforar por la fuerte inercia de precios en la Argentina y por la necesidad del Gobierno de seguir sincerando los precios relativos de la economía.
Por caso, el REM estimó que en junio la inflación sería levemente mayor –sólo unas décimas- a la de mayo. La proyectó, semanas atrás, en un 5,5%. Para el año, los economistas prevén un avance de 146,4%. Se trata de casi 65 puntos porcentuales menos a los que 211,4% que dejaron Alberto Fernández y Cristina Kirchner en 2023, con tarifas pisadas, dólar atrasado y miles de precios casi fijos en los programas oficiales dedicados a la campaña. Esa marca, parece, seguirá siendo la más elevada en más de tres décadas.
Para seguir mostrando una expectativa de inflación a la baja, el mayor objetivo del Ministerio de Economía, se decidió postergar la aplicación del impuesto a los combustibles y de una nueva suba de tarifas de los servicios públicos en mayo. Todo se pasó a este mes. Además, el Gobierno digitó los aumentos que las prepagas podían o no aplicar en el primer semestre, e hizo que las empresas de medicina privada recalcularan los que había aplicado en ese período, números que superaban al IPC calculado por el Indec. Por otra parte, la Justicia obligó a las firmas a devolver en doce meses lo “cobrado en exceso”.
Todos estos elementos ayudaron para que el Gobierno de Javier Milei pueda mostrando una fuerte desaceleración del IPC oficial. A eso se suma, claro, la profundización de la recesión económica estimada tanto por los participantes del REM (3,8% a fin de año) en el país, como los organismos internacionales. El Banco Mundial, por caso, estimó una caída del PBI de 3,5%. Y también la contracción monetaria y el esquema cambiario, con un dólar yendo por debajo de los precios, otro de los puntos discutidos.
“Nosotros sí pensábamos que la inflación iba a bajar de la manera en que bajó, por eso nos mantuvimos con el crawling del 2%”, dijo con relación a ese debate el ministro de Economía, Luis Caputo, en su última aparición pública en ExpoEFI. “Tengan en cuenta además que logramos esta baja de la inflación sincerando un montón de precios relativos que estaban pisados”, agregó.
“Se logró algo realmente que es bastante único y es que logramos bajar la inflación bajando tasa”, completó además y recalcó entonces que llegó el final de esa licuadora de pesos. Fue en ese evento que había dejado entrever que la inflación que se conoció hoy estaría en torno al 4,5%.
En ese sentido, se esperaba ver cuál iba a ser el movimiento del BCRA luego de que el Indec revelara el dato de mayo que se conoció hace instantes. Es que a mediados de ese mes, cuando se conoció el IPC de abril (8,8%), la entidad que dirige Santiago Bausili optó por otro movimiento agresivo de baja de tasas de interés de referencia. Entonces, las dejó en un 40%. Para algunos expertos, esa decisión, entre otras, terminó gatillando los movimientos del dólar blue y las cotizaciones financieras en las últimas semanas.
Esos movimientos, no obstante, no habrían generado un traslado directo a precios, ya que las empresas no tienen margen para seguir perdiendo ventas con un consumo pinchado por los bajos niveles de los salarios. Sin embargo, según FIEL, la inflación núcleo marcó 2,9% en la primera semana de junio, 5,9% en las últimas cuatro y 287, 8% en los últimos 12 meses. “Esta semana rompió la tendencia de descenso de la inflación comparando primeras semanas”, señaló el informe de la Fundación difundido la semana pasada. Es probable que LCG haya captado ese aumento en su reporte para la segunda semana, que se conoció hoy y que estimó que en ese período de este mes cerró con una inflación de 1,5% en alimentos y bebidas.
La opinión de los expertos
“Entendemos que la notable desaceleración de la inflación se explica por el desplome de la demanda y por la apelación (nuevamente) al uso del ancla cambiaria como medida antiinlfacionaria”, indicaron desde la consultora LCG. “Seguimos sosteniendo que el verdadero test para ver si entramos en un nuevo régimen de inflación más baja deberá hacerse con la actividad económica repuntando y los salarios recortando algo de la caída de los últimos tiempos”, agregaron desde esa consultora privada.
“Sin ideas claras sobre el rumbo de la política monetaria y cambiaria, entendemos que la apuesta es a que la inflación caiga lo suficientemente rápido como para atenuar el ritmo de atraso que implica el crawl del 2%. A juzgar por la escasa acumulación de reservas del último mes y medio, el resultado parece no ser el esperado. Así, entendemos que esta situación obligará a administrar el tipo de cambio de una manera diferente a como se lo está haciendo ahora, implicando una dinámica desinflacionaria, aun convergente hacia la baja, pero más errática de lo que se piensa”, agregaron sobre el dólar.
Indicaron además que quedan pendientes ajustes de tarifas que fueron postergados a fin de garantizar este proceso acelerado de desinflación. ”Desde LCG esperamos un nivel de inflación más alto en junio, cercano al 6%, acelerando por impacto de regulados”, estimaron en LCG.