A días de terminar la medición de mayo, las estimaciones privadas coinciden en que la inflación terminará por arriba del 5% y el último trimestre tendrá una suba de precios promedio mensual del 6%. Si las matemáticas aún existen en Argentina estas cifras anualizadas dan un aumento superior al 100%. El fantasma de la inflación de tres dígitos no está por llegar: ya llegó y para quedarse.
La inflación (anualizada) transitó 2021 en torno al 50%, en noviembre fue del 51%, en febrero saltó a 53%, en marzo a 55%, en abril a 58% y todo indica que en mayo estará alrededor del 60%. El promedio mensual de 6% incluye un aumento de los precios regulados del 3.9%. Con el ajuste de tarifas la inflación seguirá siendo alta.
Si esa diferencia entre la velocidad a la que sube el dólar oficial y a la que suben los precios se compensa con un salto devaluatorio, la inflación puede pasar del 6% al 9% por varios meses seguidos. Para evitar ese costo, el Gobierno va a intentar contener el salto del dólar con más restricciones a las importaciones, que obviamente terminarán generando una recesión que ya se insinúa.
Si el Gobierno de Alberto responde a las medidas que reclama el Gobierno de Cristina el déficit fiscal de este año sería del 6% del PBI. Pero, al hacerlo, consolida un nuevo piso de 60% para el año. Si no se tiene forma de controlar los precios, responder con suba de salarios puede resultar contraproducente. A los actuales ritmos de inflación la estabilidad necesaria para atravesar la segunda mitad del mandato no está garantizada.
Ya en Washington como en Buenos Aires todas las fuentes coinciden en que el FMI le dará a la Argentina una serie de perdones para aprobar las próximas revisiones, siempre y cuando se cumpla con la implementación de los principios básicos del acuerdo. El Fondo tratará de concentrar las revisiones a partir de marzo del 2023 evitando pasar por la Argentina en medio de un año electoral.
La renuncia de Roberto Feletti logró una paradoja: que el hombre más débil del Gobierno se transformara en el más fuerte o, en todo caso, en el único responsable de la crisis. El viernes estaba contento y el lunes apareció con la renuncia escrita. “Algo” pasó durante el fin de semana. Por “algo” debe leerse “Cristina”. Feletti insistió en una receta que coincide con Cristina y La Cámpora: suba de retenciones o cupo para los granos y un giro más intervencionista por el conflicto global de alimentos.
En relación a la inflación desbocada fuentes del kirchnerismo coinciden en señalar que “la amenaza es muy fuerte”. El Gobierno observa con temor el conurbano donde el alza en el precio de los alimentos pega sin contemplaciones. Axel Kicillof lo planteó en abril: “La situación social en el conurbano no da para más”, dijo. En el segundo semestre, a la desaceleración del consumo se le sumará el alza de precios.