Opinión. “Lo que nos dejó la semana“
Durante el transcurso de la semana, quedó expuesto como pocas veces, el nefasto futuro político que le espera a esta provincia si se llegara a consolidar en el poder el matrimonio Alfaro – Ávila. Y es que la intención del intendente capitalino es hacerle creer a la población que la lista de la familia Alfaro (primo incluido) y su esposa son una alternativa al Senado.
Pero resulta ser que ésta es la alternativa de quienes no tuvieron coherencia y hablan como si no tuvieran pasado. Justamente, un pasado que los condena más que nunca y que nuevamente ha de ser recordado de parte del electorado que dentro de exactamente una semana decidirá no sólo en lo que hace a las primarias. Sino, sobre todo, decidirá el destino político de la oposición provincial.
El nefasto y oportunista cálculo de Germán Alfaro, pasa por el hecho de que cree que por estar nuevamente en Juntos por el Cambio, hará olvidar que está vinculado al poder desde 1995 de la mano del Partido Justicialista. Y es que en ese año fue concejal electo por el peronismo. Entonces trata de hacerles creer a la sociedad de que él y su esposa son la renovación cuando formaron parte toda su trayectoria del PJ que ahora desconocen.
Luego, ya entrado el flamante siglo XXI, Germán Alfaro se convirtió en legislador, y fue el primero que se jactaba de apoyar nada menos que a José Alperovich como gobernador. Sin embargo, el intendente capitalino ahora tiene la caradurez de olvidarse de su pasado y hasta de criticar al gobernador actual, luego de que tanto él como su mujer fueron harto funcionales al alperovichismo en su momento de apogeo.
Si para muestra basta un botón, cómo olvidar que en el otoño del año 2008, Germán Alfaro, decidió votar a favor del kirchnerismo, es decir, en contra del campo. De esta forma, el intendente capitalino se mostraba a favor de expropiar a los productores rurales de sus ingresos genuinos desde su servil función al lado del alperovichismo/peronismo y kirchnerismo, sólo por cuestiones personales espurias en materia de “hacer carrera”.
De hecho, cabe recordar las palabras de José Cano que en el debate de la anterior semana, le dijo a Alfaro en su cara que “fuiste alperovichista y fuiste manzurista, Germán”. Esto es más verdad que el pan y la tierra diría Joan Manuel Serrat, hasta que el peronismo/kirchnerismo entró en desgracia y Alfaro vio que perdía en las elecciones legislativas del año siguiente y traicionó al oficialismo de entonces y dejó su lado el apoyo que hasta el 2008 le había otorgado.
Pero cuando el electorado tucumano creía haberlo visto todo, el cinismo de Germán Alfaro se hizo presente. Y es que no sólo dejó las huestes del peronismo, sino que sin ningún tapujo y de manera totalmente desvergonzada, el intendente capitalino decidió cambiarse de ropa y camuflarse cual camaleón entre las filas de la oposición de entones, es decir, Juntos por el Cambio.
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Esto se debe al hecho de que, cuando el ahora intendente capitalino vio que perdían, decidió saltar la grieta para acomodarse del lado de Juntos por el Cambio como si su pasado hubiera quedado en el olvido. Fue entonces que advino el tiempo de hacer como el camaleón y cambiar de color según la ocasión. Fue así que llegado el caso, como ocurrió en el año 2015, decidió que lo más conveniente para sus planes era pintarse de amarillo.
Pero cuando le llegó el turno a Juntos por el Cambio de renovar el crédito con la sociedad en las elecciones presidenciales del 2019, las urnas le aplicaron una derrota inapelable al macrismo. Y llegó entonces el momento de hacer “la gran Alfaro”, es decir, abandonar el barco que se hunde, al igual que lo hacen las ratas. Con la diferencia de que los roedores lo hacen por instinto de conservación, mientras que en el caso del intendente fue por oportunismo y cobardía.
Por supuesto, sin mencionar a la tradicional especulación política que lo caracteriza. Está claro que, en todo este tiempo, el uso del electorado de Cambiemos desde el 2015 a la fecha, es patente por parte del intendente. De esta manera, Germán Alfaro pareció haber olvidado el hecho de que abandonó al kirchnerismo y arribar a Cambiemos lo catapultó a la intendencia de San Miguel de Tucumán.
En ese marco, cobra especial relevancia la impactante noticia que se conoció durante el transcurso de la semana que pasó. Y es que Germán Alfaro se transformó en mala noticia nacional a causa del impacto que generó en todo el país la denuncia penal contra el intendente capitalino por negarse a rendir cuentas de los dineros públicos enviados por el gobierno de Mauricio Macri, que debían ser destinados a diversos programas.
El escándalo nacional vino a echar por tierra la farsa teatral montada por el matrimonio Alfaro – Ávila, una dupla conformada por falsos profetas, que decían a los demás solamente lo que ellos deseaban escuchar y así intentaron instalar en la ciudadanía que ellos eran diferentes cuando, en realidad, no hacían más que incurrir en los mismos actos de corrupción y apetencia de poder igual que lo hace el peronismo/kirchnerismo.
Uno de esos vicios, y de los más clásicos, fue el de haber incurrido en la vieja política del nepotismo, ya que la lista que competirá en las internas dentro de una semana en Juntos por el Cambio, está integrada por el matrimonio Alfaro – Ávila, junto al primo del intendente de San Miguel de Tucumán, quien también se presenta como candidato para que la cosa, evidentemente, quede entre familia.
Pero, quizás los más grave de todo pasa por el hecho de que Germán Alfaro lleva a cabo una testimonial campaña proselitista, debido a que de ninguna forma abandonará la intendencia para asumir su banca en el Senado. Y es que su postulación es en realidad una clara estafa al pueblo tucumano, ya que la intención es que su esposa ascienda de la Cámara baja del Congreso a la Cámara alta del Parlamento nacional.
La suma del poder absoluto, el “vamos por todo” versión Alfaro – Ávila, es en realidad a lo que aspiran ambos ya que lo que pretenden no es más que la concentración de poder, es decir, solo para ellos de cara a su verdadero objetivo final, las elecciones del 2023, dónde Germán Alfaro pretende gobernar la provincia y dejar a su esposa Beatriz Ávila como intendenta capitalina, como si se tratara de una herencia privada en lugar de un cargo público.
Pero el intendente de la ciudad ha comenzado a mostrarse más que nervioso en los últimos actos públicos que llevó a cabo en la semana que pasó. Esto se debería al hecho de que el electorado de Juntos por el Cambio, sabe que el matrimonio Alfaro – Ávila ha manipulado una y otra vez a la ciudadanía y no lo votaría en esta ocasión, es decir, el próximo domingo 12 de septiembre.
Lo peor de todo, es que Germán Alfaro intenta hacerse el desentendido y ahora monta un circo hablando de todos los males de Tucumán, como si el no formara parte de la clase política gobernante en la provincia desde hace décadas, más precisamente, desde hace más de 25 años. Justamente, “las necesidades son diversas. Hay necesidades básicas totalmente insatisfechas”, manifestó en uno de sus tantos recorridos.
Justamente, en los que, además, propaga la posibilidad de contagiar el COVID-19 ante la falta de cumplimiento de las normativas sanitarias, y lo expresó muy suelto de cuerpo, como si el no formara parte de la decadencia política local. La hipocresía queda al descubierto a raíz de que muchas zonas de la capital lucen igual de olvidadas y abandonadas, pero en ese caso, Germán Alfaro no dice nada, a pesar de que gobierna el distrito desde hace tiempo.
Y esto el electorado lo sabe. “Vamos sobre Manzur. Quiero que sepan que esto no va a ser fácil, porque esta gente hace 25 años que está enquistada en el poder, hace 25 años que vive de privilegios, entonces no van a soltar así nomás la teta. Hace 25 años que tenemos una dirigencia rica y un pueblo pobre”, manifestó Germán Alfaro en su discurso del pasado viernes, como si él no hubiera formado parte del mismo poder durante el mismo lapso de tiempo.
En definitiva, Germán Alfaro y su mujer Beatriz Ávila, conforman una pareja cínica en el mundo de la política que no dudaron ni un segundo en traicionar en el pasado a los dirigentes nacionales que los llevaron a donde están ahora. Por todo esto, debería quedarle más que claro al votante de Juntos por el Cambio, que este nefasto matrimonio no es una opción válida, sino una de falsos profetas del cambio.