El de ayer será un día del niño para recordar. No porque se haya tratado de una ocasión feliz para los más pequeños, por el contrario, se trató de un día triste. Y es que habiendo tenido la fortuna de contar con un día de sol a pleno y sin nada de frío, a pesar de estar en invierno, no pudieron salir a jugar afuera de sus casas o departamentos. No pudieron dirigirse ni a plazas ni a parques a pesar de llevar casi medio año encerrados a causa de la pandemia.
El hecho de que el coronavirus comenzará a circular de forma comunitaria, al menos así lo oficializó el gobierno provincial antes del fin de semana, fue el golpe final que podían esperar los niños de cara a la posibilidad de festejar su día al aire libre. Cabría preguntarse qué culpa tienen los más pequeños de la provincia para no haber podido disfrutar ni siquiera mientras había luz natural durante el transcurso de ayer domingo.
Y es que fue lamentable ver vacíos los parques, cintas de prohibición que se extendían por el perímetro de las plazas más importantes de la provincia, así como también diferentes bloqueos que recibieron los juegos infantiles dispuestos en los espacios verdes especialmente para los chicos. Esas imágenes tristes fueron las que circularon ayer en las redes sociales e impactaron por lo que representa en un año que es para el olvido.
Y es que, en lugar de niños, los espacios públicos se llenaron de policías que controlaban como centinelas que ninguna familia se acercara siquiera a estos lugares. Los más pequeños ya vienen padeciendo más de medio año sin escuela, es decir, sin educación ni la posibilidad de socializar entre ellos en una etapa clave de su vida como es la niñez. En esto, gran responsabilidad tienen las autoridades gubernamentales locales.
Y es que por su inoperancia terminaron castigando a los chicos, que son los que más padecen esta cuarentena, y no se les brindó ninguna alternativa más que la continuidad del encierro. De esta manera, como si fueran los culpables de la pandemia, terminan pagando con su libertad e infancia la inoperancia de los funcionarios gubernamentales. Pero en el aire puede sentirse el cinismo de esta medida, ya que pareciera que el virus se encontrara únicamente en las plazas y parques.
El contraste con lo que jamás dejó de pasar en los bares, por ejemplo, que se encuentran atiborrados de personas, se trate de un día hábil, de un fin de semana o de un feriado. Tal es así, que incluso en la previa del Día del Niño se hallaron, dentro de las cuatro avenidas, bares que seguían funcionando más allá del límite horario establecido. Tal vez las autoridades sanitarias creían que el virus no pulula por los locales gastronómicos, pero éste no es el único caso.
Otro tanto ocurre con las entidades financieras que operan en la city bancaria del microcentro de Tucumán, ya que a diario pueden observarse colas interminables en las veredas. Ni que hablar de los colectivos, que se encuentran atestados de pasajeros, los que incluso viajan parados porque las empresas de transporte no hacen cumplir el protocolo con tal de poder seguir recaudando dinero en medio de la crisis económica que atraviesa el país. Sólo el futuro determinará qué resultados psicológicos y emocionales causarán en los más pequeños la cuarentena más estricta del mundo, dispuesta por el gobierno nacional y el provincial. Lo que sí se puede saber en el presente, es que es injusto que sean los niños quienes paguen el alto nivel de mortalidad que representa para los mayores el coronavirus, sin que las autoridades gubernamentales implementen una alternativa para que los niños puedan salir a recrearse.