Hay que leer políticamente un fallo de la Corte Suprema para concluir que se trata de una pésima noticia para Cristina. Y de rebote, también para Boudou. La información pura y dura dice que el máximo tribunal le ordenó al Estado que le pague a Ciccone una indemnización de casi mil millones de pesos por la corrupta expropiación de la empresa. Hasta acá la mala nueva es solo para todos los argentinos.
Que con nuestros impuestos vamos a tener que pagar una estafa que hizo Cristina al ordenar la expropiación de Ciccone con el único objetivo de encubrir los delitos de Amado Boudou. ¿Se acuerda? Cristina, el jefe de gabinete de entonces, Juan Manuel Abal Medina y el ministro de Economía Hernán Lorenzino firmaron el decreto que autorizaba a que se le pagara la indemnización a Ciccone con la deuda que la empresa tenía con la AFIP.
Eso es absolutamente inconstitucional. Pero lo más grave es que sometieron al Congreso de la Nación a la servidumbre para que declara de utilidad pública a la empresa y fuera sujeto de expropiación. Una maniobra casi sin antecedentes. Expropiar una empresa para encubrir a un delincuente de estado como Boudou que se la quiso apropiar. Ese descarado saqueo a todos los argentinos fue condenado en todas las instancias por la justicia.
Hasta la Corte Suprema confirmó la pena de 5 años y 10 meses de prisión para Boudou y su inhabilitación para ejercer cargos públicos. Insistimos: es una sentencia firme de toda firmeza. Pese a semejante latrocinio a cielo abierto, el fundamentalismo cristinista adora a Boudou, lo idolatra y le da el lugar de conductor político. Un verdadero falsificador de ideologías y un malandra de Estado.
¿Y cuál es la pésima noticia para Cristina? Hay varios expedientes de ella sobre corrupción que tiene que resolver la Corte. Muchos cronistas avezados en Tribunales sospechan que este fallo de la Corte por el caso Ciccone es solo la primera de las decisiones que van a tomar próximamente. Muchos creen que acelerar esos temas son una suerte de respuesta o venganza frente al ataque feroz al que la Corte es sometida por el gobierno de los Fernández.
En su discurso de apertura de las sesiones ordinarias en el Congreso, Alberto en la cara, y a metros de los cortesanos los acusó de ser “cómplices del poder económico”. Una verdadera violación a la división de poderes y una apriete brutal. Pero también hubo marchas encabezadas por talibanes cristinistas como el juez Ramos Padilla contra la Corte o concentraciones de militantes K que arrojaron bolsas de basura para expresar lo que opinan de la Corte Suprema.
También hubo una presión inocultable cuando el actual ministro Martin Soria fue a visitar y a pasarle facturas a los supremos. Fueron varias las afrentas que soportaron estoicamente y en silencio. Ellos hablan por sus fallos. Ayer sacaron de los cajones oscuros el tema Ciccone. Muchos dicen que no falta mucho para que resuelvan varios recursos. Uno de ellos es el que pretende anular el juicio de Vialidad.
La causa del dólar futuro también está en los despachos de la Corte y la del tenebroso pacto con Irán puede llegar en cualquier momento. Y lo más grave es la causa de los cuadernos de las coimas K. Cientos de pruebas documentales, testimonios de arrepentidos hicieron que la Sala 1 de la Casación rechazara un planteo de Cristina. Y quedó firme su procesamiento como culpable de haber sido la jefa de una asociación ilícita y por coautora de coimas en 27 casos.
Esto también llegará a la Corte tan agraviada por Cristina y su gente. Ellos tendrán en sus manos parte del futuro de Cristina. No es un tema menor. Estamos hablando de la posibilidad de que vaya a la cárcel a pagar por los delitos que cometió. La Corte tenía varios temas dormidos. Parece que los cachetazos que el gobierno le pegó, lograron despertarlos de su letargo. Veremos. Tal vez, será justicia.