Luego de lo que fue un verdadero conventillo en torno a la posibilidad de que el ministro de Economía, Martín Guzmán, renuncie a su cargo o sea presionado por el kirchnerismo duro para que renuncie, lo que está claro es que lo que en realidad está en juego no es el rol del subsecretario de Energía, Federico Basualdo, sino la definición de la política económica, la cual ha sido un desastre en manos del Gobierno.
Y es que para Guzmán es imprescindible dar señales de previsibilidad más claras, especialmente en materia de equilibrio fiscal de cara a las negociaciones de la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Sus habilidades retóricas de la academia ya no alcanzaban para convencer a los acreedores de que había una voluntad real de resolver los compromisos con el FMI y con el Club de París.
Reforzó así su convicción de que sin un horizonte de solución al tema de la deuda será muy difícil atravesar este año sin turbulencias serias. Le planteó esta conclusión a Alberto Fernández en su reporte posterior y le dio forma de demandas. La primera, no volver a cerrar completamente la economía en la nueva etapa de restricciones. La segunda, clausurar la discusión por las tarifas y disponer los aumentos que eviten una mayor sangría de subsidios.
El problema es que esto va en contra del planteo del camporismo generoso con la plata ajena. El ministro entendió que el desfiladero estrecho por el que se mueve desde hace tiempo para evitar que la economía vuele por el aire estaba a punto de cerrarse. Es por ello que se definió la salida de Basualdo, que como representante directo de La Cámpora expresaba la mayor resistencia a la reducción de los subsidios a la electricidad.
Era la manera de liberar el camino para una suba de tarifas escalonada, a la que la propia Cristina Kirchner se había opuesto. La tarde del mismo viernes La Cámpora difundió otro comunicado semioficial donde se planteaba que Basualdo seguía en su cargo y que nadie le había pedido la renuncia. No solo eso, con total autoridad se señalaba que “habrá UN SOLO incremento del 8%. Es falsa la versión de un segundo aumento”.
Cristina en persona se había encargado de habilitar la contraofensiva que dejó en una situación ridícula a Guzmán, pero que también puso como nunca en jaque a Alberto Fernández. Ahora, cerca del Presidente aseguran que el ministro de Economía está firme, y que si efectivamente Fernández encabeza su proyectada gira por Europa para buscar apoyo en su negociación con el FMI, Guzmán formará parte de la comitiva oficial.
Está claro que lo que está en juego no es el rol de Basualdo, sino la definición de la política económica. La discusión por las tarifas en realidad es la expresión de una disputa cada vez más pública sobre el modelo, entre la heterodoxia mercado-friendly que alienta Guzmán o la heterodoxia dura que emana del kirchnerismo clásico. Es por ello que cabe preguntarse: ¿Bancará el presidente Fernández a su ministro o lo entregará como hizo con Marcela Losardo?