El barrio 11 de Enero está ubicado en el noroeste de San Miguel de Tucumán, casi al límite con San José, Yerba Buena. Ayer tuvo un amanecer diferente. Un crimen alteró y movilizó a sus habitantes que hacían hasta lo imposible para transitar por las anegadas calles que se habían transformado en un lodazal por la tormenta que se desató ayer a la madrugada en la ciudad. “Todo fue porque los vecinos no queríamos que ellos vendan droga aquí”, explicó Mario Ruiz. “Ellos” son una pareja que se mudó a ese lugar hace poco tiempo y uno de sus parientes habría sido el autor del homicidio.
Todo comenzó el miércoles por la tarde. Una mujer se animó y fue a reclamarle a la joven pareja que “dejara de vender porquerías” a sus hijos. “La tipa se enojó y comenzó una discusión muy fuerte hasta que terminaron ‘mechoneándose’ en medio de la calle”, señaló Laura Pérez. Después de ese incidente, la calma regresó con mutuas promesas de venganza.
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Pero pasada la medianoche se produjo otro problema. Una menor, que supuestamente había concurrido a la casa de la pareja a comprar dosis, fue agredida por los supuestos dueños del “quiosco”. La noticia corrió rápidamente por el barrio. “Dicen que mucha gente, harta por lo que hacen esos delincuentes, decidió salir a buscarlos para agredirlos. La reacción estuvo bien, porque desde que llegaron no hacen otra cosa más que generar problemas”, sostuvo el jardinero Luis Martínez.
Según comentaron los pocos vecinos que aceptaron hablar con LA GACETA, un grupo de entre 10 y 15 personas se presentó en el supuesto quiosco de venta de drogas. Empezaron a insultar a los dueños de casa que salieron de su interior cuando comenzaron a arrojar piedras contra la modesta vivienda. Se originó una batalla campal que culminó cuando se escuchó un golpe seco primero y un disparo después. Un hombre, que sería pariente de la pareja, le pegó con un hierro en la cabeza a Víctor Alejandro Toro (21 años) que cayó al suelo. Aprovechando su estado de indefensión, el agresor lo remató disparándole en el pecho.
“Cuando sonó el tiro salieron todos corriendo. No quedó ni uno”, relató Martínez. El joven herido fue trasladado a un centro asistencial donde llegó sin vida. Los supuestos vendedores de droga, aprovechando la confusión, huyeron y hasta el momento no pudieron ser ni siquiera identificados. “Estamos esperando realizar un allanamiento para tratar de encontrar algún tipo de identificación para ingresar a esa vivienda para buscar alguna documentación que nos permita identificarlos. Ninguna de las personas que se entrevistó pudo informar cómo se llamaban porque eran nuevos en el barrio”, comentó el fiscal Carlos Sale, que está al frente de la investigación. Se cree que pueden ser oriundos del barrio Juan XXIII (“La Bombilla”) o de Villa 9 de Julio.
Otra versión
En las calles del 11 de Enero circuló otra versión. “Investiguen bien que esta gente la está ‘mandando cambiada’”, susurró Juan Carlos. “Si te digo mi apellido en horas soy boleta”, agregó. Los investigadores sospechan que Toro podría haberse dedicado a la venta de drogas en el barrio y por eso se justificaría los conflictos que habría provocado la llegada la pareja de nuevos vecinos. “No hay buenitos en esta historia. La droga está matando a los jóvenes y a los que venden también. Desde hace años que vivimos entre los transas y nadie dice nada. Ahora que se mataron entre ellos somos noticias. Antes no”, dijo el plomero que prefirió no dar a conocer su apellido para evitar represalias.
Esa “mandada cambiada” significa que no están diciendo toda la verdad para proteger a alguien. “En este barrio todos saben quién vende esa porquería, pero nadie le dirá porque se tendrá que ir si quiere seguir con vida. Acá los transas ocupan casas a la fuerza; entregan armas y drogas para que las escondás y saben muy bien a quién buscar para que les vendan así ellos siguen tranquilos juntando plata”, relató Mario, un joven que, según dijo, trabaja hasta los domingos cortando el césped en Yerba Buena para juntar plata e irse del 11 de Enero. “Mis hijos son chicos, pero si se hacen grandes acá, seguro que van a consumir esa porquería”, relató.
Sale, que sólo puede investigar el homicidio y si encontrara pruebas de que se trató de una pelea territorial por el dominio de la venta de drogas debe declinar la competencia a la justicia federal, reconoció estar al tanto de esa versión. “Todo será materia de investigación, pero tenemos muchísimos indicios de que el narcomenudeo está presente en este caso”, razonó el representante del Ministerio Público Fiscal.
Números preocupantes
Con este crimen, son 12 los homicidios que se registraron en la provincia en lo que va del año. Y seis de ellos, el 50% del total, estuvieron relacionados a cuestiones de venta de drogas y por los problemas que genera el consumo de estas sustancias. Y esta situación se genera cuando se discute la aplicación de la ley de Narcomenudeo en la provincia.
Miguel Antonio Pachi (28) y Mathías Lobo (30), que estaban bajo los efectos de la droga, murieron después de haber sido atacados por familiares de sus parejas a las que habrían agredido. A.G (15), que habría consumido drogas durante toda la noche en una casa de San Pablo, fue ultimado por la pareja de su madre, que también reconoció ser adicto.
En tanto, Mauro Tártalo (21) falleció después de haber recibido un balazo por una discusión que se originó porque un transa de Concepción le habría vendido cocaína trucha y se presentó, junto a otros amigos, a reclamar que le devolviera el dinero o le diera una dosis de calidad. En tanto que Sebastián Lizárraga (19) perdió la vida cuando habría intentado robarle la sustancia que acababa de comprar otro joven en San Cayetano.