Enrique Pedicone estuvo a un voto de conservar su condición de juez del Tribunal de Impugnación de la capital o, por lo menos, de sentarse a discutir si cinco firmas alcanzaban para destituirlo.
Pero a la alianza previsible de la legisladora Sara Alperovich (Hacemos Tucumán) con el oficialismo se sumó el representante de la abogacía de la provincia, Javier Critto, y esa conjunción de fuerzas eyectaron al acusado de la Justicia. En disidencia quedaron el presidente del Jurado de Enjuiciamiento y vocal de la Corte Suprema, Daniel Posse, y el legislador alfarista Walter Berarducci.
Tras la comunicación de la destitución no hubo festejos ni lágrimas. “Mi sentencia estaba escrita desde antes del comienzo de este procedimiento”, dijo Pedicone mientras abrazaba a su hijo Constantino. La codefensora Fernanda Battig abonó aquella impresión: “esta destitución injusta y sin pruebas demuestra que es cierta la denuncia contra el vocal Daniel Leiva”.
“¡No es por Leiva! ¡Es por las víctimas!”, gritó afuera de la sala el denunciante Lucas Mayer. La mujer que lo acompañaba, que se presentó como su madre, aseguró que no entendía por qué no habían ido más ciudadanos damnificados por Pedicone. En la calle, Mayer insultó a los partidarios del ex juez y estos le preguntaron cuánto le habían pagado. Al final, la Policía escoltó al denunciante y a su mamá hasta el auto. Mientras se marchaba, Mayer anunció que iba a promover un juicio académico contra Pedicone en la Universidad Nacional de Tucumán.
Si bien ya no forma parte del Poder Judicial y con su cargo perdió, por lo pronto, el derecho a una jubilación excepcional, Pedicone no salió del jury con las manos vacías. Por un lado, logró quebrar el consenso que hasta ayer había exhibido el Jurado de Enjuiciamiento creado en 2006. En particular resulta valiosa la discrepancia de Posse, único representante de los Tribunales en el cuerpo de ocho miembros, no sólo por el mensaje que emitió a la magistratura, sino también porque su voto provee una base jurídica para judicializar la expulsión. Berarducci despejó las especulaciones, y quedó como el único opositor y en línea con las críticas del líder de su espacio, el intendente Germán Alfaro.
Pedicone consiguió, por otro lado, sacarse de encima la mayoría de los cargos que había formulado el oficialismo que domina la comisión legislativa de Juicio Político. En la votación de este miércoles cayeron cuatro reproches: la transgresión a la prohibición constitucional de que los jueces hagan política; la admisión de “las grabaciones clandestinas” a Leiva; la coacción del secretario Fernando Valladares y la desobediencia a la doctrina legal de la Corte respecto del trámite de las prisiones preventivas.
Pasando en limpio, Pedicone fue echado de los Tribunales por actuar “sin competencia” durante la miniferia de agosto en las causas de los billares y “Bravo”, y por “vulnerar sistemáticamente” los derechos de las víctimas. Ese saldo proviene del hecho de que la votación es nominal y objeción por objeción. El voto de Critto mandó en esto también: el abogado sólo admitió los tres cargos que prosperaron (ver “Cómo votaron…”).
Fe en el norte
Al fin la carrera del denunciante de Leiva terminó en menos de dos meses (ver por separado). “No puedo decir que esta expulsión me sorprenda. Se ha hecho aquí lo que quiso el poder político, en especial el administrador de esta Legislatura, el vicegobernador Osvaldo Jaldo. Sí me desilusiona la posición de Critto: es increíble que un abogado del foro vote en contra de la Justicia independiente”, evaluó el codefensor Ahumada con los puños sobre la mesa. Mientras él hablaba, se retiró Khoder, a quien sus compañeros de bancada y de Juicio Político dejaron solo. Raúl Pellegrini, el legislador alfarista que votó en contra de la acusación de Pedicone (junto al bussista Mario Casali), presenció el desenlace en silencio.
Critto y otros jurados sí se quedaron a oír las manifestaciones que la defensa brindó a la prensa. Consultado, el litigante que sustituyó a Jerez, defensor de Leiva, en el Jurado prefirió no hacer comentarios en ese momento, pero sí prometió conversar después. “Voté conforme a mis convicciones: estoy absolutamente seguro de lo que hice”, aseguró Posse por su parte. Y añadió que le hubiese gustado que el procedimiento fuera un 100% público, como propuso sin suerte.
Los codefensores interpretaron que la condena de Pedicone era una condena a la independencia judicial. “Esto no ha terminado: seguiremos buscando justicia por todos los carriles que hemos abierto. Queremos la declaración de inocencia de Pedicone y la de culpabilidad de Leiva. Es una afrenta para el pueblo que Pedicone deje su puesto y que un personaje como Leiva siga sentado en la Corte”, opinó Ahumada.
Las distintas voces de la defensa agradecieron al periodismo y a los pastores de la Iglesia católica. Pedicone profundizó esa reflexión: expresó que sólo necesitaba que un tribunal independiente revisara su caso, y que los obispos Carlos Sánchez, Luis Villalba, Melitón Chávez y José María Rossi habían trazado el norte institucional.
“Todo lo que ha pasado no puede suceder nunca en un Estado de derecho”, aseguró. Y añadió: “esto empieza exactamente igual que como termina. Yo hice la denuncia (contra Leiva) porque como juez, por el Código Iberoamericano de Ética Judicial, por las convenciones internacionales anticorrupción, por mi juramento a la Constitución y a los Santos Evangelios, tenía la obligación de poner en conocimiento la injerencia indebida sobre el Poder Judicial. Observamos ahora que eso es así. Pero no pierdan la fe y no se desalienten: no vean la tormenta, sino el objetivo de que Tucumán tenga mejores instituciones”.