Se conoció un interesante informe realizado por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal en el que se da cuenta de lo regresivo de muchos tributos y las consecuencias que esto genera, tales como evasión fiscal, competencia desleal y mayor informalidad. En especial, de los llamados “impuestos indirectos”, es decir, aquellos que se tributan de manera indirecta a la AFIP, como los que se abonan por medio del consumo.
Se trata de los gravámenes que son pagados a posteriori a la AFIP por parte de aquellos que los cargaron al saldo de lo que se pagó en un kiosco, en un supermercado o en un comercio de barrio por el bien que se adquirió. O bien, por el servicio profesional que se contrató. Para muestra basta un botón, y si ponemos el ejemplo de alguien que posee un ingreso de bolsillo de unos $50.000, tendremos una muestra precisa.
En esa línea, si todo este sueldo fue consumido, lo que tendría que soportar en materia impositiva indirecta estaría en el orden de una carga tributaria de $11.760. Esto significa que deja de lado el 23,57% de su ingreso, razón por la cual, su “consumo neto” libre de impuestos se reduce a los $38.240. A esta realidad, hay que agregarle lo que se paga en concepto de otros tipos de impuestos clásicos pero que no todos tienen presente.
Esto abarca a los tributos nacionales, que agregan IVA e impuestos internos, los Provinciales como es el caso de Ingresos Brutos y los Municipales, que contienen la Tasa de Seguridad e Higiene que pagan los comercios y empresas productivas locales y las tasas sobre servicios como sucede con la energía y el gas. Para quien, como en el ejemplo dado anteriormente, el peso de los impuestos nacionales se halla en torno del 15,05% para quien percibe un ingreso de $50.000.
Mientras que los impuestos provinciales tienen un peso que representa el 6,40% y en lo que hace a los tributos y tasas municipales, se encuentra en torno del 2,12%. De este estudio, surgen dos conclusiones categóricas. La primera pasa por el hecho de que queda demostrado que los impuestos al consumo son más que regresivos debido a que el consumidor debe soportar las cargas de tres niveles de gobierno: Nación, Provincias y Municipios.
En cuanto a la segunda conclusión pasa por significar la tentación para el vendedor de bienes o el profesional que provee de servicios, de evadir impuestos. Esto se debe a que es quien debe transferir al fisco el monto del impuesto que previamente cargó al consumidor. Al mismo tiempo, esta evasión genera en paralelo competencia desleal en relación con quienes cumplen con sus obligaciones tributarias. Pero esto no termina aquí. Y es que resulta que, si dicha competencia desleal persiste, produce el avance de los sectores informales sobre los formales, generando un círculo vicioso. Al mismo tiempo, si el Estado intenta resolver este entuerto por medio de nuevos impuestos o tasas más altas, el resultado es más evasión e informalidad. Para colmo, el consumidor termina siendo el último orejón del tarro o el primero al que se le saca parte de su ingreso.
