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Violencia sin límites: ¿Qué hay detrás del asesinato a puñaladas de un motoarrebatador de 19 años?

Se está pasando a la ley del sálvese quien pueda y el único responsable, que no se siente tocado, es el propio Estado

Foto: La Gaceta
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A diario desde este medio se alerta sobre la creciente violencia en las calles a raíz de los actos delictivos a los cuales el Gobierno de Manzur es funcional por su inacción. Este fin de semana ocurrió en el límite sur de la ciudad un hecho propio de países donde todavía rige de forma institucionalizada la famosa ley del talión, es decir, ojo por ojo, y diente por diente. Sin embargo, pasó aquí, en una provincia que se desangra día a día.

En calle Jujuy al 4400, un presunto motoarrebatador habría intentado robarle a un hombre en plena madrugada, con el infortunio de que un grupo de vecinos evitó que se saliera con la suya. Pero el hecho no terminó allí, según las primeras informaciones al respecto, los mismos vecinos que evitaron el robo comenzaron a patearlo mientras se encontraba en el suelo en una escena que empieza a volverse cotidiana en Tucumán: la de la mal llamada justicia por mano propia.

Asistencia Pública

Sin embargo, durante la golpiza propinada, fue también apuñalado en la cabeza, en el cuello y en las piernas, con lo cual, se desangró tan rápido que las manchas de sangre cubrieron buena parte del pavimento donde se produjo el asesinato. Si bien es cierto que la Justicia ya se encuentra investigando el hecho, la conclusión será que, si fueron todos responsables, en realidad, nadie fue y el hecho pasará a engrosar la lista de sucesos lamentables.

Movilidad

Pero lo cierto, es que se está anidando en el seno de la sociedad el huevo de la serpiente. Del cual saldrá algo peor que lo actual, es decir, más y mortal violencia. Se está pasando a la ley del sálvese quien pueda y el único responsable, que no se siente tocado, es el propio Estado. De una forma u otra, deja hacer a sus anchas a delincuentes que merecen ser juzgados y condenados con todo el peso de la ley, pero no morir, eso no es propio de un Estado de derecho.

Se trata de un Estado que le brinda custodia a sus funcionarios las 24 horas, tal es el caso del Ministro de Seguridad, Claudio Maley. Sin embargo, a tan solo una cuadra y media de su vivienda, un cura puede morir apuñalado en su propia casa parroquial. No debe sorprender entonces actos como el ocurrido en el sur de la capital, se anida el odio y la impotencia en sectores de la población que está dispuesta a descargar esos sentimientos.

Si el Estado no vuelve a ocupar su lugar como garante de todos los habitantes de Tucumán, el asesinato de un motoarrebatador será el primero de varios que ocurrirán, y de forma cruenta. Pero sus representantes gubernamentales están más ocupados en bancarse la propia ineficiencia e incompetencia entre ellos mismos que en cumplir con las funciones para las que fueron elegidos por una sociedad que, ante la falta de justicia, clama por venganza.

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