En el marco de este 24 de marzo, fecha en la que se conmemora el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, quien se convirtió en noticia es Ricardo Bussi. Se trata de un dirigente político que al día de hoy defiende el genocidio y el siniestro legado de su padre. Hace algunos años, hasta llegó a afirmar que desconfiaba de los hallazgos obtenidos por las pericias en el Pozo de Vargas, donde Domingo Antonio Bussi escondió los restos de cientos de desaparecidos.
Cabe recordar que en 1975 la familia Bussi se instala en Tucumán. Mientras Ricardo iba a la escuela, su padre comandaba el Operativo Independencia, un ensayo general del genocidio decretado por Isabel Perón, en el que se desplegaron los primeros centros clandestinos de detención y torturas a activistas estudiantes, dirigentes obreros, y militantes de distintas organizaciones.
Lo cierto es que, para cuando terminó la dictadura, Ricardo Bussi se encontraba estudiando derecho en la Universidad de Belgrano. Con la ayuda de su padre, se va a acomodar rápida y tempranamente en la función pública. Desde los 20 y durante 38 años ininterrumpidos, ocupando distintos cargos políticos. Para colmo, con total cinismo, suele repetir que “hay un hartazgo con la política”, justo él que juega a ser un outsider de la política, igual que Milei.
Cuando en realidad no es más que un funcionario vitalicio que desconoce que forma parte de la misma casta política desde hace casi cuatro décadas. En sus ratos libres se dedica a los deportes de agua.
Ricardo Bussi no conoce más que el ocio permanente, pero tiene una propuesta estricta para los desocupados: el servicio militar obligatorio para los jóvenes que no consiguen empleo. Para los presos hacinados en cárceles putrefactas y sometidos a todo tipo de vejaciones, el trabajo forzado. De hecho, fue esa su plataforma para las elecciones del año 2019, cuando se elegía, al igual que ahora, gobernador y presidente.
Y es que, con un cinismo sin límites, Ricardo Bussi se presenta siempre cada cuatro años como el guardián de una moral austera y suele pedir “mano dura contra los delincuentes”, “cárcel para los que roban o matan”, ocultando que su propio origen político y patrimonial se apoya en los crímenes de su padre, a quien se dedica a defender cada vez que puede y sin que nadie se lo pida.
En ese sentido, la historia del enriquecimiento ilícito de los Bussi no es nueva. Salta a la luz a partir de un escándalo nacional de corrupción, durante la gobernación de Domingo Antonio Bussi, por sus vínculos con el fallecido empresario Alfredo Yabrán, señalado por la Justicia argentina como el responsable del asesinato, en el verano del año 1997, del periodista José Luis Cabezas.
Según consta en la causa por la cual fue condenado, entre 1977 y 1983 el militar se hizo con dieciocho propiedades y una abultada suma de dinero distribuida en cuentas bancarias radicadas en varios países como es el caso de Suiza, Alemania, Holanda, y Estados Unidos. Dos de las cuentas radicadas en el exterior estaban a nombre de sus hijos Ricardo Argentino Bussi y José Luis Bussi.
En definitiva, es a partir de la denuncia presentada por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, que el juez Baltazar Garzón ordenó confiscar la cuenta en Suiza a nombre de Ricardo, que ya era diputado nacional, y que con total desparpajo va a afirmar: “no me preocupa que el juez Garzón investigue nuestras cuentas en Suiza porque ninguna tiene dinero en este momento”.
Finalmente, Domingo Antonio Bussi fue condenado no solo por delitos de lesa humanidad, sino también por enriquecimiento ilícito. La presencia de Ricardo Bussi en la arena política provincial no es solamente un exponente de la impunidad; su propuesta de sacar al ejército a las calles y multiplicar la cantidad de cárceles es parte de una agenda punitivista. En el fondo lo único que tienen para ofrecer a la juventud es desocupación, ajuste y represión.
En ese marco, hace poco se conoció un polémico spot de campaña en el que se puede ver en acción a violentos delincuentes sometiendo a víctimas indefensas. A continuación, aparece Ricardo Bussi, candidato a gobernador de Tucumán, arma en mano y practicando tiro. Luego de disparar, el aliado de Javier Milei mira a cámara para implorar “Que la próxima vida que se pierda no sea la tuya” y agrega: “Sí a la portación libre y legal de armas”.
Con las cartas sobre la mesa surgen algunas preguntas que hasta ahora ningún periodista le hizo al candidato: ¿Qué está proponiendo Bussi? ¿La salud mental de la sociedad está preparada para portar un arma en la cintura? ¿Cómo podría terminar una discusión de tránsito si ambos automovilistas estuvieran armados? ¿Cómo podría reaccionar un padre ofendido con el docente que no aprueba a su hijo?
El problema de la inseguridad está presente en la vida cotidiana de los argentinos desde hace muchos años. La falta de solución abre la puerta para dar saltos al vacío como el que propone Bussi, que puede ser música para los oídos de los ciudadanos cansados, pero en el tiempo terminaría siendo un remedio peor que la enfermedad. La campaña extremista de Bussi es un llamado de atención hacia dentro de su filiación política.
Si la derecha aspira a ser una opción seria de cara a las elecciones no puede intentarlo desde el populismo. El segundo quiebre que marca el spot de Bussi es hacia afuera ¿Cuál será la contrapartida del progresismo? ¿Insistir con recetas que fracasaron o debatir con la derecha? El lugar de Bussi es cómodo debido a que, a mayor cercanía del poder, mayor nivel de racionalidad en las propuestas políticas.
Por el contrario, a menor posibilidad de triunfo electoral, mayor nivel de incoherencia. Lo de Bussi no es más que propuestas que buscan impacto mediático para instalar el nombre de un candidato con remotas chances de ganar las elecciones, pero dispuestos a hacer ruido. Ese podría ser el caso de Ricardo Bussi en Tucumán y el de otros “Bussi” que aparecerán a lo largo del año electoral. La locura es total.
Más allá del repudio generalizado que le ha significado la difusión del material audiovisual, este fin de semana surgió una dura respuesta en forma de parodia. Una producción audiovisual simple, pero con un mensaje profundo y claro. Los autores son los Jóvenes Boinas Blancas, movimiento que pertenece a la Unión Cívica Radical (UCR). Advierten a la gente que no se dejen engañar por el falso discurso de Bussi.
“Que la próxima víctima no seas vos votando una falsa opción”, es la frase final del video al que hacemos referencia. En este sentido, Agustina Mentesana Alberti, Integrante de la Mesa de Conducción de Boinas Blancas y secretaria de Género y Diversidad de la Juventud Radical, indicó algunas de las principales falsedades presentes en el spot de Ricardo Bussi. “Hablamos de que los slogans que usa son engaños, porque son inaplicables”, explica Mentesana.
Quien como abogada explica que la libre tenencia de armas es un tema que debe ser tratado por el Congreso de la Nación, ya que para ello debe haber una reforma del Código Penal de la Nación. Por lo tanto, la promesa del hijo del genocida resulta inaplicable sin el previo consentimiento del Parlamento. “Cada vez que hay una elección saca un spot para vender falsas opciones, termina siendo una payasada”, se lamenta la letrada radical.
Al tiempo que apunta al verdadero problema detrás de la inseguridad que el candidato de Fuerza Republicana pretende eliminar con la violencia como principal estrategia. “No se resuelve atacando las consecuencias, sino las causas. No necesitas un slogan, sino políticas integrales de seguridad, que cada vez más chicos vayan a los clubes y cada vez menos anden en las calles”, ejemplifica.