(Tel Aviv-Enviado especial) Julián Domínguez no se relaja en la puerta del hotel Dan, de Tel Aviv. Al ministro de Agricultura lo sorprendió la protesta del campo en medio de su participación en la misión comercial y política que encabeza el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, a la que también llegaron siete gobernadores y otros funcionarios.
“No me corresponde a mi analizar los motivos dela protesta. Si hay un reclamo se lo escuchará, como siempre lo hemos hecho”, dice el ministro en un intento por restar motivación política al tractorazo que se desarrollará esta tarde.
Sin participar de la recorrida por los lugares sagrados, el Muro de los Lamentos y el Santo Sepulcro, que ocupó a la delegación durante la jornada, Domínguez asegura a LA NACION que el diálogo con las entidades de la mesa de enlace “es semanal y constante”. Para él, “en función de los reclamos nos hemos ido manejando. Es mi segunda gestión en el ministerio y y siempre al que tuvo algo para decir lo vamos a escuchar”, agrega.
El ministro afirma que el campo “está afuera” del impuesto a la renta inesperada presentado por el ministro de economía, Martín Guzmán, y que deberá atravesar un sinuoso camino en el Congreso. Se centra en los objetivos de su participación en la gira, que conversara mañana con su par israelí.
Acelerar las gestiones para trasladar los sistemas de riego a regiones del país y avanzar en la asociación para exportar biotecnología, el denominado trigo resistente son sus prioridades. Sin opinar sobre la interna, se centra en “aportar soluciones” en un ministerio que se ocupa de un sector que “genera los principales ingresos del país”.
Niega de forma enfática que vaya a haber aumentos de retenciones y también niega un “conflicto ideológico” detrás de las desavenencias con el campo. Y espera retomar el diálogo luego de la protesta del agro.