Apenas 24 horas pasaron desde que en este medio señaláramos la responsabilidad del intendente Germán Alfaro sobre el crecimiento del mercado negro de motos, cuando ayer se vivió una jornada marcada a fuego y sangre en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Y es que la capital se ha vuelto un peligro que no distingue diferencia entre quienes pueden llegar a ser blanco de la delincuencia.
[su_note note_color=”#0A8C06″ text_color=”#ffffff” radius=”10″ class=””]Ley 5529 Orgánica de Municipalidades – Capitulo II Atribuciones y Deberes del Intendente
Art. 24. Asegurar los servicios primordiales del municipio: higiene,
moralidad, SEGURIDAD, defensa y abastecimiento y realizar
cuantas gestiones fueren necesarias para cumplir con sus
funciones en beneficio de las personas y cosas referidas a
su jurisdicción;[/su_note]
La administración de la Municipalidad capitalina no parece reaccionar ante el avance de delincuentes que fácilmente se convierten en asesinos, como el caso de quien asesinó a puñaladas a una reciente enfermera jubilada en la parada de colectivos de la intersección de avenida Siria y Paraguay, a apenas unas cuantas cuadras de las cuatro avenidas, las mismas que sólo parecieran importar.
Y es que sólo ese sector pareciera importarle en realidad al intendente Alfaro que llena de policías el microcentro y desatiende al resto de san Miguel de Tucumán. A causa de ello, una mujer cuya profesión fue la enfermería y que en su último año ejerciendo tan noble tarea, se jubiló hace apenas dos meses. Hasta que ayer perdió la vida ante la falta de seguridad y policías en la zona de la capital en la que vivía.
De todos modos, a pesar de que a Germán Alfaro sólo pareciera preocuparle la seguridad de las personas que viven dentro de las cuatro avenidas, ni siquiera eso impide que se sigan cometiendo todo tipo de delitos. Incluso, la hija de una funcionaria de la Corte Suprema de Justicia sufrió el ataque de los rompevidrios, los cuales junto con los motochorros aterrorizan a San Miguel de Tucumán.
Esto da cuenta de que la inseguridad no discrimina a la hora de hacer de las suyas, da lo mismo una jubilada que una profesional, lo único que les importa a los delincuentes es obtener un mísero botín aunque le pueda costar la vida a sus víctimas. Da lo mismo que se trate de alguien que vive cerca de la sede municipal o de un vecino que se ubique en la cada vez más peligrosa zona sur de la ciudad.
Justamente, en ese sector de la capital, los delincuentes incluso llegan a romper las rejas de las casas a plena luz del día para conseguir cualquier cosa que esté a mano. Esto significa que existen lugares de la ciudad de San Miguel de Tucumán que ni siquiera son seguros a la hora de resguardarse dentro de las propias viviendas. Ya ni los domicilios particulares son seguros ante la ola de inseguridad que se vive.
¿Hasta cuándo tendrá que seguir tolerando esta situación la sociedad? ¿Cuánta más sangre tendrá que ser derramada por los vecinos de una de las ciudades más importantes del país? ¿Existe margen para que Germán Alfaro siga sin hacerse cargo del papel que le toca en la creciente inseguridad de San Miguel de Tucumán? Lo peor de todo es que aún le da la cara para pedirles a los demás que se hagan cargo de las cosas.
