De nada sirvió la reunión que mantuvo ayer el Presidente con el CEO del grupo Vicentin, Sergio Nardelli y otros directivos de la firma. Lo único que se convino es apenas levantar un poco el pie del acelerador acerca de la velocidad con la que se realizará la expropiación. Y es que el Gobierno decidió no dar el brazo a torcer y quiere quedarse con la compañía a pesar del rechazo que la medida tiene entre los empresarios y en la opinión pública.
En ese marco, el encuentro que tuvo lugar en la Casa Rosada fue una metáfora de la calma que precede a la tormenta. Y es que Alberto Fernández busca una salida acordada del entuerto en el que se metió, pero sin dar un paso atrás en su intención de apropiarse de lo que no es suyo. Le aseguró a Nardelli y al resto de los presentes que pensaría el modo en que se pueda desarrollar el plan del kirchnerismo con otro tipo de modales.
Alberto Fernández les comunicó a los representantes de Vicentin que retrasaría un poco el envío del proyecto de confiscación al Congreso. De esta forma, abrió una instancia de negociación con la compañía y les mintió en la cara que se comprometería a analizar otras opciones alternativas que garanticen el rescate de la empresa. Disfraza de rescate algo que no es más que el quedarse con el esfuerzo de décadas de emprendedores privados.
Alberto Fernández les comentó que su objetivo es el de darle continuidad a la operatoria de la compañía en manos de capitales nacionales. Todo un engaño en tanto y en cuanto el Gobierno no solo no quiere que una compañía extranjera se quede con Vicentin. Tampoco quiere que quede dentro del ámbito al que pertenece, es decir, la parte privada. Y es que el Gobierno no descansará hasta apoderarse de lo que no le pertenece.
No en vano, ayer se produjo la intervención de la empresa, tal y como fue anunciado. Si bien trascendió que esto fue un acuerdo entre el Gobierno y los dueños de Vicentin, la realidad es que eso no es cierto. diferencias: “No estamos de acuerdo con el procedimiento de expropiación, que el Presidente considera adecuado para tal fin”, advirtieron desde la firma. Y es que la presión y el apriete del Poder Ejecutivo se hizo insostenible.
En ese marco, hasta aliados que hasta hace poco elogiaban a Alberto Fernández por su supuesto buen manejo de la cuarentena, salieron a cruzarlo. Es el caso del ex presidente, Eduardo Duhalde. Le solicitó que revea su decisión y desista de quedarse con algo que simplemente no es suyo. “Puede quedar en la historia como un fracasado más”, expresó dijo el mentor de Néstor Kirchner de forma contundente para intentar que reacción y desista de su actitud. “Ya hay demasiados problemas como para meternos en otro problema en el que tenemos que poner dinero”, explicó Duhalde. “Tienen que hacer pensar al Gobierno”, dijo y agregó que “Argentina no está en condiciones de invertir plata en ningún lado; la plata que hay, la poca, hay que usarla para otras cosas”. Lo que todos deberían entender es que el Estado no tiene legitimidad alguna a la hora de quedarse con el esfuerzo de emprendedores privados.