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Argentina, un país desquiciado

Alberto Fernández no es más que un mentiroso, caradura y un inmoral en quien no se puede confiar

alberto fernández payaso
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Durante el transcurso de la semana que pasó para ya no volver, una serie de acontecimientos penosos tuvieron lugar en la Argentina justo cuando dentro de exactamente dos semanas,  la sociedad deba concurrir a votar en las PASO. Los hechos que se sucedieron durante la semana no hacen más que llamar la atención acerca del peligroso clima social que se está viviendo en nuestro país.

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En la semana tuvo lugar la descarada reaparición en público de un sinvergüenza como lo es el sindicalista “Pata” Medina, un gremialista que conforma el grupo de sindicalistas mafiosos que han recuperado el poder y amenazan con pudrir la calle, amparados en una serie de jueces que están liberando delincuentes a diario. Lo que se vio durante la semana que ya no volverá fue la puesta en escena brutal que armaron los partidarios del “Pata Medina”.

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En realidad, se trata de un grupo de locos armados fanatizados alienados amenazando a jueces y fiscales con pudrirla si vuelven a meter preso a su líder sindical. Es decir, se trata de supuestos trabajadores defendiendo a un supuesto sindicalistas, cuando eso no es más que una vil mentira debido a que se trata de barrabravas delincuentes defendiendo el negocio de un empresario multimillonario que jodió a los trabajadores

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Este es el gran problema que tiene hoy por hoy la Argentina. Y es que estamos viendo un país absolutamente desquiciado y es a causa de ello que la sociedad no confía en nadie y con justa razón ya que argumentos no le falta. Ni hablar de lo que implicó la viralización de un video en el que se observa a una docente atacar a un estudiante sólo por pensar diferente a ella, una talibán del kirchnerismo.

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La gravedad de ese hecho radica en la abierta posición militante de la impresentable profesora de adoctrinar de forma fanática sin que la educación importe algo siquiera. Y, para colmo, el mismísimo presidente Alberto Fernández no tuvo mejor idea que salir a defenderla, algo que ni el propio sindicalismo docente ligado fuertemente al kirchnerismo hizo por la vergüenza generada.

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Pero, así como de un burro no se puede esperar otra cosa que una patada, está claro a esta altura que no se podía esperar otra cosa de un presidente al cual le queda enorme el cargo que ocupa debido a que Alberto Fernández no es más que un mentiroso y un inmoral en quien no se puede confiar, como parece que tampoco se podrá hacerlo en lo que respecta a la escuela que es como el último refugio si existen docentes como la del video.

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En ese marco, la histeria propia de un país que enfrentará elecciones claves como lo son las que tendrán lugar el próximo 12 de septiembre, hace que se pierda de vista el hecho de que la sociedad está inmersa en un país desquiciado que estamos viviendo pero que, al mismo tiempo, no nos damos cuenta porque estamos con la vorágine electoral y no paramos un segundo a pensar.

Justamente, no nos detenemos a pensar acerca del problema que implica tener como máximo referente político a alguien como Alberto Fernández, un presidente que tuvo una conducta temeraria más allá de si contagió o no. La única verdad es la realidad decía Juan Domingo Perón y lo cierto es que el mandatario violó la cuarentena, por lo que puso en riesgo a la gente y cometió un delito.

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Alberto Fernández se convirtió lastimosamente en un monigote, es decir, una marioneta sin autoridad y, tal y como lo señalamos hace algunas semanas en Tucumán Despierta, es muy preocupante ser un pato rengo en este país sin haber cumplido la mitad del mandato. Y es que es muy preocupante ser un presidente tan frágil, tan endeble en medio de una crisis social, económica y sanitaria.

Es por todo esto que la sensación que pulula en el aire es la de que la sociedad argentina se está quedando sin liderazgos, sin referentes, sin figuras de autoridad. Apenas si confía la gente hoy en muy pocas instituciones tales como la familia, las fuerzas de seguridad y poco más. Como ya lo expresamos algunos párrafos arriba, la escuela era sagrada y de pronto aparece esta impresentable docente de La Matanza.

Ahora, en la escuela tenemos adoctrinamiento, tenemos mucha agresividad, tenemos maltrato a los chicos, malas palabras, incontinencia verbal y esto sucede en una escuela pública de La Matanza. Se trató de tremendo adoctrinamiento político, una bajada de línea, pero, sobre todo, de mucha violencia, mucho abuso de poder, mucho maltrato debido a que la profesora se ensañó con el chico. En otras palabras, la docente le hacía bullying.

Para colmo, el alumno tenía razón cuando le endilgaba a la impresentable docente militante que el peronismo gobernó no 37, casi 39 años de la historia argentina. Pero en este momento particular, no importa la verdad por lo que parece. Y es que eso no importa, sino que lo que importa es que un docente no le puede bajar línea política descaradamente a un estudiante en el colegio secundario porque configura un verdadero abuso de poder.

Sin ir más lejos, está claro que el adoctrinamiento es una práctica fascista retrógrada, algo propio del ya extinto siglo XX. Algo que lastima seriamente a la educación pública del país, que era lo más grande que teníamos y que todavía tenemos en un momento donde están en crisis todos los liderazgos, sobre todo, el de alguien como el presidente que no es más que un payaso. Pero el problema es que eso no es todo.

Y es que también nos falla la vicepresidenta Cristina Kirchner que es corrupta, al igual que el Congreso, el sindicalismo y hasta buena parte del mismísimo periodismo. Es por ello que, cuando todo falla, lo que no puede ni debe fallar es justamente la escuela porque de lo contrario, vamos camino una implosión de confianza y eso no augura un buen futuro debido a que es posible que todo termine mal.

A todo esto, las elecciones legislativas de renovación parcial del Congreso se realizarán en un clima signado por la penuria y las miserias de la gestión de la pandemia. Más que en otras elecciones, la incertidumbre caracteriza estos comicios. Una pandemia que no muestra su fin, una economía quebrada, una autoridad estatal cuestionada en una sociedad más pobre y desigual y en un mundo en cambio que nos encuentra sin respuestas.

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