En lo que fue una semana para el olvido para Germán Alfaro, una gota fue la que rebasó el vaso. Los que lo vieron nervioso como pocas veces, aseguran que el derrame de ese vaso metafórico fue equivalente al de los canales desbordados por el agua de lluvia caída en la Capital hace algunos días. Es decir, no fue la situación dramática de cientos de vecinos lo que inquietó al intendente de San Miguel de Tucumán, ya que jamás se hace cargo de nada.
Esta vez, el episodio que realmente lo sacó de las casillas fue el hecho de que tuvo lugar en la semana una reunión del PRO, en la que públicamente se dijo que no se habló de candidaturas, pero en la que se planteó con claridad que el ex intendente de Concepción, Roberto Sánchez, debía ser el candidato a gobernador. Lo formuló una dirigente que inmediatamente fue increpada por un hombre del PRO con raíces concepcionenses.
Le agradeció el halago hacia Sánchez y le dijo que tenía más valor aun proviniendo de una mujer cercana al alfarismo. Se hizo un silencio. Es que el PRO se debate entre quienes apoyan al intendente de San Miguel de Tucumán, quienes ven a Sánchez como el futuro y quienes juegan a dos puntas. Esto llegó a oídos de Alfaro que puso el grito en el cielo. Y es que su megalomanía lo lleva a pensarse una especie de mesías político rodeado de Judas.
Para colmo, el mandatario municipal de San Miguel de Tucumán tomó conocimiento de que, mientras tanto, Mariano Campero siente que con su entrevista del domingo pasado ganó de la mano de las múltiples respuestas y cuestionamientos que recibió de sus propios aliados. ¿Para qué pegarle tanto a quién no tiene importancia? El barullo alfarista lo fortaleció. Mala estrategia la del intendente capitalino.
La discusión de fondo del grupo opositor, en realidad, es cómo se dirimirán las candidaturas el año próximo. Alfaro intenta controlar la mesa interpartidaria de discusión con la vista puesto en ello. Sánchez quiere que se debatan todas las postulaciones, incluso la de las intendencias. De todas, incluida la capital. Eso significaría que el alfarismo correría más riesgos en su bastión ante una posible interna con los radicales y -quizás- con el bussismo.
Los intereses cruzados habilitan las discusiones que, seguramente, serán recurrentes entre los socios. Y es que el sueño húmedo de Alfaro es convertirse en gobernador de Tucumán y “heredar” la municipalidad a su esposa, Beatriz Ávila. Más nepotismo imposible. Todo esto tuvo a maltraer al intendente capitalino. Y especulador como pocos, pergeñó una idea para intentar salir a flote luego de que se hundiera más que las calles inundadas de las que no se hace cargo.
En ese marco, ni lerdo ni perezoso, Germán Alfaro le pidió a Horacio Rodríguez Larreta el apoyo del PRO de Tucumán. Y es que, ante el temor de quedarse con cada vez menos apoyo dentro e Juntos por el Cambio, el intendente capitalino le pidió al jefe de Gobierno porteño “una ayuda”. Es por ello que la mesa de conducción del PRO (una parte nada más, no toda) se reunió anoche viernes con el intendente de la capital, con Beatriz Ávila y hasta con funcionarios municipales.
La reunión se realizó en la casa del ex concejal Roberto Ávila y contó con la presencia de Ramiro Beti, los vicepresidentes del PRO Mariano Malmierca, Carla Porta, los concejales Álvaro Apud (Yerba Buena) y Miguel Diosquez (Banda del Río Salí) y los dirigentes Alejandro Trápani y Agustín Isa. Además de Alfaro y Beatriz Avila, también estuvieron el legislador Walter Berarducci y el secretario de Gobierno Rodolfo Ocaranza.
Lo cierto es que se salía de la vaina Germán Alfaro, pero esta reunión forzada con dirigentes del PRO les sirvió a él y su esposa para atemperar los caldeados estados de ánimo del matrimonio capitalino. Y es que ambos ven peligrar su ambición de quedarse con la gobernación provincial y conservar la municipal en el 2023. Algo que no estarían dispuestos a ceder por nada y van por todo como alguna vez lo hicieron Néstor y Cristina Kirchner. A no olvidar los errores del pasado.
