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El Gobierno trata de utilizar a la pandemia y a la guerra como flotador

La definición parece no admitir objeciones: este Gobierno habría sido distinto sin esas tragedias. La simple cronología desmiente el argumento. La interna Alberto - Cristina como pesadilla auto infligida.

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Alberto Fernández y Cristina Kirchner (Archivo)
Descacharreo

Hay una idea que el Gobierno intenta imponer sin objeciones, y que hasta puede pensarse ha tenido éxito en su propósito: la de que su gestión fue perjudicada por la pandemia a comienzos de 2020, y ahora por la invasión rusa a Ucrania. El mensaje es claro, los problemas de la Argentina son provocados por fenómenos que exceden al Gobierno. Bien, sin minimizar las consecuencias de ambas tragedias, tal vez haya motivos para cuestionar estas certezas.

No mediante un razonamiento contrafáctico -imposible saber qué hubiera pasado sin coronavirus y sin ataque ruso-, sino con la simple observación cronológica de los últimos meses y de unos pocos números de la economía. El primer dato es recordado. Alberto Fernández alcanzó su efímero pico de consenso en los comienzos de la pandemia. Y lo que caracterizó ese periodo fue la casi total ausencia de Cristina Kirchner en la escena.

Fumigación y Limpieza

Mirado a la distancia se advierte que la irrupción del coronavirus sirvió para postergar las diferencias entre el presidente y su vice, que surgieron con furia luego de las PASO 2021. Si la derrota en las primarias marcó el fin del discurso oficialista pro cuarentena, también fue un punto de inflexión entre Alberto y Cristina. Al fin, la crisis gubernamental más grave, que pone en jaque a toda la administración, no coincidió ni con la pandemia ni con la invasión.

Movilidad Urbana

Sino precisamente en el paréntesis temporal entre una y otra, que obligó a afrontar el acuerdo con el FMI (fue anunciado el 28 de enero y la invasión ocurrió el 24 de febrero). Podría incluso avanzarse en la idea de que ambas tragedias permitieron el único acuerdo en el manejo de la economía: el crecimiento de las ayudas sociales y la postergación del ajuste, deseo primordial de la vicepresidenta.

Quienes reciben el Programa Alimentar pasaron de 1,6 a 2,5 millones de personas en dos años; el plan Potenciar Trabajo creció de 550.000 a 1,3 millones de beneficiarios, y lo mismo ocurrió con el Plan Progresar. Todo cristaliza casi 5 millones de asistidos por el Estado. También el Ingreso Familiar de Emergencia y el programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción, más la promulgación del Impuesto a la Riqueza en diciembre de 2020.

Y ahora el impulso al impuesto a la Renta Inesperada, encontraron su sustento conceptual en las consecuencias de la pandemia y la guerra. Ambos hechos permitieron, además, que el Gobierno desplegara con comodidad y aparente justificación su discurso preferido, el de que las decisiones son necesarias para proteger a los argentinos. Los resultados desmienten la premisa. El coronavirus y la invasión son dos pesadillas reales. El Gobierno sumó la propia.

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