Será difícil que los primeros anuncios de Batakis lleven mayor calma a los agentes económicos. Inmediatamente después de su designación en reemplazo de Guzmán, se produjeron remarcaciones de precios, fuertes caídas en los títulos públicos, un riesgo país que llegó a superar los 2700 puntos y una presión compradora sobre el dólar que lo situó en torno de los 300 pesos según la cotización del Contado con Liquidación que se opera en la Bolsa de Comercio.
Y las medidas comunicadas antes de ayer por la flamante ministra de Economía fueron vistas como una muestra de voluntarismo o como una simple puesta en escena, antes que como el resultado de una verdadera voluntad política para ordenar las cuentas públicas. Es cierto que la ministra intentó llevar tranquilidad con su anuncio de que se buscará cumplir con las metas del acuerdo firmado con el FMI.
Al tiempo que prometió que se congelará la incorporación de empleados públicos y que toda área del Estado no podrá gastar más de lo que recaude. El interrogante es cómo se compatibilizará esta idea con los numerosos concursos publicados en el Boletín Oficial durante las últimas semanas para ampliar la planta de agentes estatales. También es cierto que la nueva titular del Palacio de Hacienda pareció contradecir los deseos de La Cámpora y el Instituto Patria.
Sobre todo, cuando ratificó que las tarifas de servicios públicos subirán mediante el método de segmentación de los hogares. Pero los subsidios del Estado –una de las mayores fuentes del déficit fiscal– no bajarán, puesto que los aumentos tarifarios contemplados estarán mayormente por debajo de la creciente inflación anual proyectada, con la consecuente licuación de los ahorros para el Estado que se preveían originalmente.
Finalmente, la funcionaria adelantó que se buscará aumentar aún más los impuestos a los bienes personales por la vía de una revaluación inmobiliaria. No hay operador económico que no esté esperando un pronunciamiento de la vicepresidenta Cristina Kirchner acerca de las primeras medidas de la ministra Silvina Batakis. Se trata de un indicador de que la mayor preocupación del mercado pasa por la situación política antes que por la debilidad de la economía argentina.
Por el momento, los analistas económicos de Wall Street, en coincidencia con no pocos observadores locales, interpretaron la designación de Silvina Batakis como la confirmación de mayor populismo, mayor heterodoxia y menor disciplina fiscal. La ministra buscó ayer modificar esa imagen, insistiendo en la necesidad de buscar el equilibrio fiscal, aunque sin despegarse de su predilección por un Estado que sea promotor de la actividad económica.
El problema radica en que, en la Argentina, ese papel del Estado ha sido tradicionalmente fuente de asfixia de las empresas privadas antes que un factor para el desarrollo de las fuerzas productivas y el crecimiento económico. Tal vez, según señalan algunos economistas, una crisis política y económica como la actual solo admita dos alternativas: o un giro de 180 grados hacia una reforma del Estado o una radicalización con rasgos cada vez más autoritarios.