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Hay preocupación en el Gobierno por las protestas sociales, pero la contención de los mercados seguirá siendo prioritaria

Reina la desconfianza interna sobre el plan Batakis, mientras el dólar paralelo se acerca a los 300 pesos. En Casa Rosada admiten que la falta de credibilidad es un “problema político”. De todas formas, se evalúan medidas para responder las demandas de los sectores populares

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Alberto Fernández y Silvina Batakis, en la quinta de Olivos, el centro de operaciones del Presidente en las últimas 72 horas de crisis- Presidencia
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Una de las primeras definiciones de Silvina Batakis después de asumir a las apuradas en lugar de Martín Guzmán fue restar importancia a la brecha cambiaria. El mercado paralelo, recordó, representa sólo 3 millones de dólares diarios, una cifra insignificante en el total de divisas. Sin embargo, mientras el blue se acerca a los 300 pesos, crece la preocupación en el Gobierno por la disparada de las divisas no oficiales que, a pesar del disimulo, ocuparon parte central de las conversaciones privadas en la cúpula nacional durante toda la semana. Según admiten por lo bajo algunos de los principales funcionarios, en los inquietantes valores ven reflejada la falta de credibilidad de un oficialismo intrincado en peleas internas que, a pesar de la reciente tregua, no logra diluir la desconfianza.

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Los discursos de Alberto Fernández después de las primeras medidas del nuevo equipo económico fueron de tinte confrontativo, y en esa tesitura se mantuvo hasta el final de una semana difícil para la economía, que terminó con el dólar blue por encima de los 290 pesos. “Vamos ponerle el pecho a los especuladores y dar la pelea que tenemos que dar”, fue la frase principal del picante mensaje que eligió el Jefe de Estado para coronar un acto por temas de salud pública en la Casa Rosada, el viernes.

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A pesar de las muestras de fortaleza en público, el mismo día, uno de sus ministros admitía, inquieto, que la inflación seguirá subiendo. Después del 5,3 por ciento de junio que se conoció el jueves, en Hacienda proyectan un IPC de 8 puntos para julio, que daría un acumulado anual del 72 por ciento.

Alberto Fernández sopesa junto a Silvina Batakis qué otras medidas adoptar para frenar la corrida, que tiene consecuencias directas en la inflación. Y, en paralelo, evalúa la manera de contener a los sectores sociales que empezaron a pergeñar, por primera vez desde que asumió el Frente de Todos, un plan de lucha en sintonía con la izquierda.

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Sin embargo, nadie se atreve a decir qué medidas están dispuestos a tomar para tomar las riendas del proceso inflacionario y frenar la corrida. Ante las repetidas consultas de este medio reinaba la reserva. “Alberto está hablando constantemente con Batakis, y no se descarta nada”, dijo, enigmática, una alta fuente de la Presidencia anteayer por la tarde, apenas después del breve discurso conceptual del primer mandatario. Pero adelantó que se preparan anuncios para esta misma semana. “Van a causar controversia, pero hay que ser responsables con los tiempos”, agregó.

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Más allá de los deseos de que “le vaya bien a Batakis”, como repiten en la Casa de Gobierno y -aunque con menor énfasis- en el kirchnerismo, nadie pone las manos en el fuego por la efectividad de las medidas ante los intranquilos mercados. Hay una fuerte desconfianza en las posibilidades de que la nueva gestión económica, una continuidad de la anterior, vaya a tener éxito, sobre todo mientras Cristina Kirchner decide mantener sus opiniones bajo absoluta discreción. Existe una coincidencia generalizada en que el problema de fondo es la credibilidad del oficialismo. “Por más que tenga la fórmula mágica, es extremadamente difícil que funcione. El problema es político”, se resignó un alfil presidencial.

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Después de varias apariciones semanales, Cristina Kirchner no volvió a expresarse en público desde el acto en El Calafate Después de varias apariciones semanales, Cristina Kirchner no volvió a expresarse en público desde el acto en El Calafate

Además de ser poco eficientes para calmar la macro economía, las primeras medidas de Batakis generaron malestar en los sectores populares, inclusive entre los aliados al Gobierno, como el Movimiento Evita y Barrios de Pie, que si bien destacaron diferencias en los reclamos y las formas, se sumaron el jueves a la marchas de la izquierda contra “el ajuste” y para pedir más fondos. La queja generalizada es que la nueva ministra, al asumir, no dio señales de interés en la situación que atraviesan las bases, ni a las demandas de sus dirigentes.

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En la Casa Rosada admiten que es cierto, pero argumentan que no tenían -ni tienen- otra opción. “A Guzmán no lo echaron los piqueteros tomando el palacio, se fue en el marco de un recalentamiento de la economía macro. A partir de eso se produjo la corrida cambiaria y la irritabilidad del mercado. La respuesta de Batakis no podía ser otra”, la defendió un referente del entorno del Presidente.

A pesar de las presiones, la prioridad para el Gobierno, al menos en las próximas semanas, seguirá siendo calmar a los mercados. El problema de Batakis es táctico, es la corrida. Tenemos recalentado el mercado, no la calle. Hay que contextualizar sus respuestas, asumió en un marco de inestabilidad en la macroeconomía y tiene que responder a eso. No es mala voluntad, sino un problema de coyuntura política y económica, que sigue estando. Hay que tener paciencia”, agregó otro funcionario.

Las posturas en los despachos de Balcarce 50 y ministerios afines frente a las marchas del jueves varían según el interlocutor. Unos se muestran ofendidos por la posición de los movimientos cercanos, y los acusan de promover acciones “opositoras”. Otros hablan desde la comprensión. “Son parte de la puja. Vamos a ver con buenos ojos todas las acciones que fortalezcan la situación de debilidad que tiene el Gobierno en la relación con los mercados, inclusive si son movilizaciones críticas”, dijeron.

Movilización piquetera a Plaza de MayoMovilización piquetera a Plaza de Mayo

Hay conciencia en el oficialismo de que tarde o temprano deberán que darle respuestas a esas fuerzas políticas. Por ahora descartan plenamente el Salario Básico Universal que les exigen, y postergaron cualquier decisión concreta para contener los eclamos. Cerca del Presidente hay quienes bregan por que “haya algo” esta misma semana; otros creen que tienen más tiempo. “Tenemos claro que en marco inflacionario lo primero que hay que hacer, ni bien se mejore la capacidad de ahorro del país, es reponer reponer la capacidad adquisitiva en los sectores vulnerables. Como se está haciendo con las paritarias sindicales, se va a tener que discutir la suba para los jubilados y de los planes”, admitió un alto funcionario.

Piensan en mediados de agosto, cuando, a partir de suba de las temperaturas, empezará a bajar el consumo energético y, con ello, la necesidad de importar hidrocarburos que, para peor, registran precios altísimos por la guerra en Ucrania. “Tenemos que aguantar un mes. Un mes”, dijo, apretando los dientes, un ministro de diálogo fluido con el primer mandatario. Hacia la primavera esperan que las reservas se robustezcan lo suficiente como para poder avanzar en mayores erogaciones para la economía popular y para los jubilados.

En el Gobierno hay preocupación por el manejo de la crisis cambiaria, que empeoró a partir de la salida intempestiva de Martín Guzmán (Foto: Luciano González)En el Gobierno hay preocupación por el manejo de la crisis cambiaria, que empeoró a partir de la salida intempestiva de Martín Guzmán (Foto: Luciano González)

Según deslizaron, evalúan, en principio, brindar un bono similar al que emitió Guzmán en marzo. “Algo vamos a tener que hacer. Estamos pensando en paliativos para calmar algunos de los reclamos que plantean, sobre todo en la cuestión de igualar (los ingresos con) la inflación. Quizá, también, a través de un mejor control de precios”, deslizaron. Mañana se publicará la nueva lista de productos y esperan que tenga algún efecto paliativo sobre el próximo registro mensual de la inflación.

El problema, justifican, es la falta de fondos y el freno a la posibilidad de emitir por las restricciones que impone el acuerdo con el FMI que están decididos. Ante el dilema, hay quienes le recomiendan al Presidente reeditar el impuesto a la riqueza y avanzar sin demoras en el impuesto a la renta inesperada. “Esa plata que no está tiene que salir de los que más tienen, con una política impositiva no regresiva”, dijo un dirigente con cargo nacional que visita seguido la Casa Rosada.

La inquietud de fondo en el delicado contexto económico es la posibilidad latente de que, en caso de que falle el plan Batakis, se vea socavada la gobernabilidad de Alberto Fernández. No son pocos los que empezaron a usar, desde la renuncia de Guzmán, una fórmula inquietante para describir un escenario sombrío que consideran plausible y quieren evitar: que la corrida obligue al Presidente a llamar a “elecciones adelantadas”. Dos semanas después del inicio de la tregua en el Frente de Todos, en las altas esferas del Gobierno enmarcan la decisión de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner de ceder mutuamente en el temor ante una zozobra ya no en el plano electoral, sino en la gestión.

Aunque los temores existen, el estado de alarma no es extremo. Confían en que la oposición no quiere un desenlace desestabilizador -la titular de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, insiste, últimamente, en la necesidad de “evitar un golpe”- y en que los movimientos sociales y los sindicatos, tanto los kirchneristas como los alineados con el Presidente, si bien parecen estar en pie de lucha -también la CGT anunció movilizaciones, para el 17 de agosto- no dejarían que se llegue a un extremo de inestabilidad institucional.

La situación de debilidad que atraviesa el Gobierno le impide al oficialismo proyectar un triunfo para 2023. De hecho,los dirigentes tienen prácticamente prohibido referirse al tema electoral. Si bien se escapan algunos deslices, como el de Aníbal Fernández, que esta semana volvió a hablar de la reelección de Alberto Fernández, la mayoría obedece.

Estos impedimentos, no obstante, provocan escozor en el pleno de la dirigencia. Mientras la crisis les impide empezar a posicionarse en la interna, cuando falta menos de un año para el cierre de listas observan con impotencia cómo la oposición, apartada de la gestión nacional, adopta un discurso proselitista con libertad y saca ventaja. Por lo pronto, sólo les queda esperar, como promete Alberto Fernández, que la situación económica mejore. De lo contrario, auguran una lucha interna aún peor que la que se desencadenó con la firma del acuerdo con el FMI hasta hace 10 días.

En este ambiente tenso Alberto Fernández visitará Estados Unidos para reunirse, después de dos años de gestiones, con Joseph Biden. Pero, a diferencia de sus viajes a Los Ángeles para la Cumbre de las Américas y a Europa para el G7 -cuando prolongó sus estadías por varias jornadas- recientemente decidió acotar su ausencia al mínimo. Llegará el 25 de julio, verá a Biden el 26, y regresará ese mismo día por la noche. Quizá, una muestra de inquietud por la crisis que, al menos esperan, alcanzó el pico antes de una mejora.

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