RÍO DE JANEIRO.- Cuando falta menos de dos meses para las elecciones presidenciales brasileñas, dos certezas surgen en conversaciones con políticos y analistas locales: el exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva sigue liderando la carrera, pero el presidente Jair Bolsonaro ha demostrado una sorprendente capacidad de recuperación.
Si en enero pasado las encuestas daban a Lula una ventaja de 15 o más puntos en relación con el jefe de Estado que buscará su reelección, hoy la diferencia entre ambos se acortó y, en algunos casos, se redujo a entre seis y siete puntos porcentuales.
¿Como se explica esta tendencia? Hay varios elementos en juego, entre ellos la liberación de recursos para reactivar el llamado auxilio de emergencia, una ayuda que llega a partir de este mes a sectores de bajos recursos, en plena campaña electoral. El gobierno también logro exhibir, en julio, una desaceleración de la tasa de inflación, hoy uno de los grandes tormentos diarios de los brasileños.
En informes internos, grandes bancos internacionales admiten que la posibilidad de victoria de Lula en primera vuelta, la gran apuesta del Partido de los Trabajadores (PT) y sus aliados, es hoy menos probable de lo que era hace algunas semanas. “Contabilizando los votos válidos, Lula bajó de 48% a 47%, y Bolsonaro subió de 37% a 37,5%”, dice uno de esos informes.
El documento hace un promedio de seis grandes encuestas divulgadas recientemente en Brasil y concluye que “con la reducción de la diferencia para la primera vuelta, las chances de una victoria (de Lula) disminuyeron, y hoy ese aparece como un resultado difícil de darse”.
El mismo informe asegura que, en una eventual segunda vuelta entre Lula y Bolsonaro, los votos válidos del expresidente llegarían a 58%, contra 42% del actual jefe de Estado. Otras encuestas son más favorables a Lula, entre ellas la de DataFolha, que le da al candidato del PT 47% de las intenciones de voto en primera vuelta, contra 29% de Bolsonaro.
Los permanentes ataques del presidente al Tribunal Superior Electoral (TSE) y al sistema de voto electrónico no le quitaron votos, por ahora. Eso podría cambiar, explica Leonardo Barreto, analista de la consultoría Vector en Brasilia, si el presidente sigue insistiendo en su campaña contra las instituciones electorales del país y, sobre todo, si el próximo 7 de septiembre, día en que se festeja la Independencia de Brasil, opta por un discurso de tono golpista, como hizo en la misma fecha del año pasado.
“Si el 7 de septiembre Bolsonaro insinúa que en Brasil pueden ocurrir hechos de violencia, va a perder la elección. Debe entender que ahora es necesario dialogar con sectores moderados”, afirma Barreto.
Objetivos claros
Hoy, las dos campañas tienen objetivos claros: el PT sigue con la expectativa de ganar en primera vuelta, y el gobierno debe impedir que eso ocurra. El objetivo de Lula y sus aliados explica por qué el expresidente viene intentando acercarse a adversarios de menor peso en la disputa. Si logra sacar algunos de la carrera, sus posibilidades mejoran. Por otro lado, Bolsonaro hace todo lo posible para asegurarse un lugar en segunda vuelta, escenario que, se sabe, implica barajar y dar de nuevo.
“Bolsonaro necesita tiempo para que el dinero que su gobierno está inyectando en la economía y la reducción de algunos precios, principalmente de los combustibles, logren transformarse en votos. Lula no tiene esa herramienta, y su gran estrategia es hacer alianzas y sumar apoyos que le aseguren la victoria”, comenta el analista de Vector.
Según sus números, hoy alrededor de 32% de los brasileños consideran bueno o muy bueno el gobierno de Bolsonaro. Para tener una real posibilidad de reelección, enfatizó el analista, el presidente necesita llegar a por lo menos 40%.
En el gobierno brasileño predomina la expresión “la esperanza es lo último que muere”. Ministros de Bolsonaro se muestran confiados en una victoria que los números no muestran, pero que los analistas tampoco se animan a descartar por completo.
Una reciente encuesta de la consultora Genial/Quest mostró que en San Pablo, distrito electoral importante en cualquier elección brasileña, Lula tiene 37% de las intenciones de voto, contra 35% del presidente. Otra encuesta, realizada por la organización G10 Favelas y el Instituto Favela Diz, reveló que en los barrios más pobres de Brasil el expresidente y candidato del PT tiene 38% de apoyo, contra 31% de Bolsonaro.
Menos diferencias
En los sectores de menores recursos están las principales bases de apoyo de Lula, el gran favorito entre los brasileños que ganan hasta un salario mínimo por mes. Pero aún entre los más pobres la diferencia entre los dos candidatos está disminuyendo. Eso confirma, en palabras de Rafael Favetti, consultor político que circula permanentemente por Brasilia y otras regiones del país, “que esta es una elección abierta, en la cual nadie puede anticipar quién será el ganador”.
El analista recuerda que todos los presidentes que buscaron la reelección desde 1985, año en que Brasil recuperó la democracia, subieron, en promedio, seis puntos porcentuales en el año electoral. Bolsonaro, amplía Favetti, ya subió hasta diez puntos.
“La velocidad que venimos viendo del crecimiento de Bolsonaro, ¿es suficiente para ganarle a Lula? Esa es la gran pregunta. El presidente necesita que los candidatos menos competitivos sumen por lo menos diez puntos, para que haya segunda vuelta. Porque una segunda vuelta es una incógnita para todos”, analiza Favetti.
En poco tiempo, comenzará a salir la propaganda en televisión, algo que siempre suma en las elecciones brasileñas. Antes de la primera vuelta, Lula tendrá un poco más de tiempo que Bolsonaro, por el tamaño de su alianza electoral. Si hay segunda vuelta, el tiempo en TV es igual para los dos candidatos. Por otro lado, hasta el 30 de octubre, fecha en que sería realizada una eventual segunda vuelta, el gobierno tiene más tiempo para lograr que el auxilio de emergencia y las medidas que ayudaron a contener el aumento de precios internos surtan efecto.
“Otro factor importante son las elecciones provinciales. A fines de octubre ya habrán ocurrido, y Bolsonaro tiene más candidatos que Lula. Juntos, los socios políticos del presidente tienen alrededor de 600 intendencias”, comenta Favetti.
Si con más tiempo Bolsonaro puede hacerse más competitivo, Lula, por otro lado, puede cometer más errores sin dejar de ser favorito. El expresidente, en la jerga de los analistas políticos brasileños, tiene “más grasa para quemar”, dada su ventaja todavía importante sobre el presidente. En cambio, Bolsonaro no tiene margen de error. Si mete la pata en las próximas semanas, podría enterrar definitivamente su sueño de ser reelecto.
En las últimas semanas, volvió a ganar espacio en la campaña el ministro de Economía, Paulo Guedes, crucial para la elección del 2018. Así como Geraldo Alckmin es la garantía de moderación de un eventual gobierno del PT ante los ojos del mercado, Guedes, menos popular que hace cuatro años, todavía es el representante mejor visto del gobierno de Bolsonaro en el sector privado. Las declaraciones del candidato a vicepresidente del gobierno, el general Walter Braga Netto, causan en cambio estupor.
El candidato a vice del gobierno es funcional a la estrategia de mantener activas las bases bolsonaristas, la militancia radical. Pero en esta etapa de la campaña es Guedes quien puede ayudar a Bolsonaro a captar los votos que le faltan para seguir creyendo que puede conquistar un segundo mandato. Los ataques al Supremo Tribunal Federal (STF) y al TSE no quitan, pero tampoco suman votos. Lo que cuenta ahora es la economía, el bolsillo y la vida real de los brasileños.
Las manifestaciones en favor de la democracia de esta semana fueron importantes para Lula, el líder indiscutido de los sectores progresistas brasileños, pero tampoco le agregan votos. Solo lo lograría, opinan los analistas, si Bolsonaro tirara más de la cuerda y generara, en las próximas semanas, la sensación de que la democracia brasileña realmente corre riesgo.
Si el ala más moderada de su gobierno logra contenerlo, la recuperación de los últimos meses podría consolidarse y el escenario de la primera vuelta hacerse menos ventajoso para Lula. La recuperación de Bolsonaro se debe exclusivamente a la economía, pero podría irse por la borda si se imponen los duros, radicales y autoritarios del bolsonarismo.