Cuanto más intenta aparentar Germán Alfaro que es un distinto en la política, lo cierto es que más sale a la luz su verdadero rostro: el de un personaje oscuro que utiliza al erario público como fuente de financiamiento de emprendimientos polémicos o intereses espurios. Lo paradójico es que queda al descubierto su verdadero rostro cuando, vaya paradoja, el intendente no da la cara.
Y es que en el marco del escándalo del estacionamiento “desmedido” que sacó a la luz Tucumán Despierta, un nuevo capítulo se escribió ayer cuando los mismísimos involucrados dieron cuenta de las irregularidades confirmando ante la prensa que, efectivamente, la firma encargada de llevar a cabo todo lo referido al cobro del estacionamiento se encuentra ciertamente bastante floja de papeles.
En ese sentido, luego de que se comprobara que el domicilio de la empresa no sería el real, el secretario de gobierno municipal, Rodolfo Ocaranza, también terminó confirmando esto cuando admitió que “en un departamento de calle Lavalle no puede operar una empresa que se dedica al estacionamiento y acarreo de vehículos. No es ese el domicilio. El domicilio es calle 25 de Mayo 1640 fijado por acta notarial, constatado ante AFIP, ante Rentas”.
¿Por qué razón Ocaranza, vocero del intendente desaparecido o escondido debajo de su escritorio, volvió a mentir acerca del verdadero domicilio que tiene en realidad la empresa contratada por el Municipio capitalino? La razón pasa por el hecho de que, más temprano, Facundo Lavieri, uno de los representantes de la empresa Tecno Agro Vial U.T.E., terminó admitiendo que figura un domicilio que no es real.
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Lo irónico del caso es que no tuvo esa intención sino más bien, tanto él como el propio Ocaranza lo que hicieron fue mentir, ya que dijo en una entrevista con Tucumán Despierta que “el domicilio de calle Lavalle se denunció en el expediente cuando todavía no estaba firmado el contrato, por lo que no estábamos instalados en Tucumán”. Esta no es más que una vulgar mentira debido a que ese “domicilio especial” sí figura en el contrato de concesión firmado con el Municipio.
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“Lo usamos para recibir correspondencia”, dijo después Lavieri a sabiendas de que ya no podía tapar el sol con las manos, pero insistiendo todavía con mentir debido a que en ese domicilio que ellos mismos declaran en calle Lavalle al 600 no hay nada. Entonces cabe preguntarse: ¿Cómo puede ser que se haya firmado un contrato falseando un domicilio? Ni Amado Boudou se animó a tanto cuando en su DNI figuraba como domicilio un médano en la playa.
Y es que, si la empresa no estaba ubicada allí, ¿Cómo es que en el contrato que fue rubricado figura la dirección que ahora dicen que nunca fue la real? Se trata de una verdadera barbaridad y de un hecho que a todas luces se rebela como un escándalo. Pero eso no es todo a causa de que el problema no es sólo que figure en el contrato un domicilio que no existe, sino que el que ahora esgrimen desde la empresa completa la farsa.
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Y es que esta empresa que tiene un contrato en el que figura como su domicilio uno que en realidad no existe, pero así y todo se lleva nada menos que el 85% del dinero de los tucumanos que pagan el estacionamiento, tiene ahora un domicilio que evidentemente fue armado a las apuradas. “Cuando fue firmado el contrato buscamos un lugar para instalarnos, dónde ahora está la base operativa y dejamos de alquilar el departamento en cuestión”, dijo Lavieri.
Y es que las fotos que muestran el interior del lugar muestra a las claras que todo fue armado de apuro porque se trata de un espacio que no pareciera encontrarse apto para desempeñar la labor por la que fue contratada esta empresa. A tal punto esto es así que en un vidrio de una oficina figura el nombre de “Bodegas Rubino Hermanos”. Esto significa que ni siquiera tuvieron tiempo de despintar el nombre del emprendimiento que funcionaba antes allí.
Se trata de el colmo de una serie de irregularidades que fueron dejadas al descubierto por medio de la investigación periodística llevada a cabo por parte de Tucumán Despierta. Que ahora salga a la luz un domicilio falso sobre el que Ocaranza y Lavieri mienten que no existió al momento de la firma cuando en el mismísimo papel que rubrica la concesión figura como uno “especial”, no es más que una burda estafa a la sociedad.
Si encima el ahora supuesto verdadero domicilio no es más que una especie de galpón donde se guardan apenas algunas cosas que no alcanzan para desempeñar la labor contratada, el escándalo es absoluto. Y es que una imagen vale más que mil palabras y las fotos tomadas en el interior de este lugar no dejan espacio a la duda: se armó a las apuradas para intentar hacerlo figurar como operativo cuando la realidad muestra que esto no es así.
“No veo posible que se declare nulo en contrato, nunca tuvimos ningún problema con ninguna provincia. Atrás de todo hay una cuestión política, sobre todo”, declaró Lavieri. Si algo es cierto es que es justamente la política del alfarismo la que posibilitó que una empresa floja de papeles, con un domicilio que no existe y con otro que no se encuentra operativo para funcionar, pueda haber llegado a rubricar un acuerdo que no sería más, que una estafa al erario público de Tucumán.