Cristina, Máximo Kirchner y el resto de los kirchneristas con alguna cuota de poder, están evaluando cada vez más seriamente la posibilidad de suspender las Elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), diseñadas por Néstor Kirchner en 2009 luego de la derrota en las elecciones legislativas a manos de Francisco de Narváez. Pero ni siquiera las PASO quedarán en pie si lo necesita Cristina.
La primera excusa es siempre la económica. “Las PASO son muy caras para un país en crisis”, es el argumento que en 2021 no alcanzó pese al impacto de la pandemia. Aquellos comicios, en los que el Frente de Todos cayó por paliza, fueron demorados apenas un mes. Pero la ofensiva se ha puesto en marcha otra vez, con la suspensión de las PASO en Salta, Catamarca y ahora en San Juan.
Donde incluso quieren reponer el instrumento antediluviano de la Ley de Lemas, que aún funciona en Formosa y Misiones como recurso extremo de supervivencia peronista. Sergio Uñac, el gobernador de San Juan que alguna vez se presentó como el joven referente de la renovación del peronismo, promueve ahora la vetusta Ley de Lemas, a la que defiende diciendo que las PASO ya han cumplido su objetivo, y a la que bautizó con un eufemismo digno del mejor kirchnerismo.
Llama a los viejos lemas “ley de participación ampliada”. Las dos grandes incógnitas para definir si avanzan con la suspensión de las PASO son la elección presidencial y la provincia de Buenos Aires. En ninguno de los dos casos están seguros de contar con los votos suficientes para hacerlo. Claro que la Legislatura Bonaerense tiene una flexibilidad reconocida entre el oficialismo y la oposición que históricamente ha alumbrado consensos sorprendentes a la hora mágica de la madrugada.
Con el gobernador Axel Kicillof muy probablemente yendo por la reelección, y Cristina eventualmente en la boleta para asegurarse los fueros parlamentarios renovando su banca de senadora, la jugada de suspender las PASO consiste en trasladarle el problema a Juntos por el Cambio. Es que la coalición opositora aún no termina de definir si el candidato será el ganador de 2021, Diego Santilli, y debe jugar a todo o nada en un comicio de chances hoy muy parejas que se define en la primera vuelta.
La otra tentación es suspender las PASO para los comicios presidenciales. Las reyertas de estos días en Juntos por el Cambio entre Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, la UCR y la Coalición Cívica alientan al kirchnerismo a buscar los números en la Cámara de Diputados. Hay quienes creen que podrían sumar los votos del lavagnismo (que con Sergio Massa como ministro quedó como un brazo del oficialismo), de algunos otros grupos dispersos e, incluso, de sectores que se vean perjudicados en el escenario interno explosivo que atraviesa hoy la oposición.
No parece fácil. Cualquier dirigente de Juntos por el Cambio, o de los libertarios de Javier Milei y José Luis Espert que llegara a levantar la mano junto al kirchnerismo, quedaría señalado en el actual cuadro de confrontación que rodea a una Argentina que solo necesita una brisa y una llama para volver a encenderse. Nadie está tranquilo así porque la desconfianza es la que reina en el país.