La muerte de Silvina Luna generó una gran conmoción en todo el país. Era una artista muy querida y el cariño de la gente se reflejó hasta en su velorio, donde le dejaron ramos de flores y muchas cartas remarcando lo buena persona que era. Sus últimos años no fueron nada fáciles, mucho menos los tres meses que estuvo en la terapia intensiva del Hospital Italiano, donde mantuvo el sueño latente de salir adelante e ingresar a la lista del INCUCAI para ser trasplantada del riñón.
Al infierno lo conoció dos años después de operarse con Aníbal Lotocki, cuando se realizó un chequeo en el que le detectaron que tenía exceso de calcio. Comenzó con molestias en los glúteos -los que se modeló en 2011 para cumplir con los estereotipos del teatro de revista- y después todo empeoró. Le molestaban las piernas, la espalda, y sufrió los primeros cólicos renales. En ese entonces, todavía no le habían dicho que su salud estaba realmente comprometida.
Según explicó ella misma en su libro “Simple y Consciente”, el baldazo de agua fría lo recibió poco después, en México. El médico que la atendió la miró fijamente a los ojos y fue muy sincero con sus palabras: le preguntó qué es lo que más le gustaba en la vida. Sin titubear, Silvina pronunció que sentía adoración por la playa y el mar, y la respuesta fue contundente: “Bueno, andá a disfrutarlo”.
En esa misma página, relató que se preguntó cuál era la vocación y qué sentido tenía la vida, ya que había interpretado que le quedaba poco tiempo. “Ahí comencé a aceptar todo. Fui a cirugía pero siempre se mantenía el pronóstico de que me quedaban pocos meses de vida. Creí eso y seguí creyéndolo.Creo que me queda un número ‘x’ de meses y así vivo”, escribió con el corazón destrozado.
El arrepentimiento de Silvina Luna
La rosarina, que se hizo popularmente conocida en la segunda edición de Gran Hermano (Telefe), se culpó por haber buscado “la perfección”, ya que sin imaginarlo dañó su salud de forma irreversible.
“El escándalo del video ya se había suavizado. Me salió un trabajo en el teatro y, por perfeccionista, también por inseguridad y por querer verme lo mejor posible para volver al ruedo, me sometí a una cirugía estética que claramente no necesitaba. Hoy me pongo a pensar en mi relación con el medio: siempre sentí algo hostil, pero sin duda era una percepción mía, porque me fui muchas veces y a la vuelta siempre me ofrecieron trabajo. Es que la inseguridad es algo interno. Fue una mala decisión y me ocasionó muchas dificultades que todavía sigo enfrentando”, expuso.
La última internación de Silvina Luna y el triste final
Hasta sus últimos momentos de lucidez, Silvina se mostró esperanzada de salir adelante, pero la aparición de una segunda bacteria llevó a los médicos a hablar seriamente con Ezequiel Luna, su hermano. Le advirtieron que ya no reaccionaba a los tratamientos y que presentaba una falla multiorgánica. Abatida y desilusionada con ella misma por el error que había cometido en 2011, la joven pronunció una frase clave antes de ser sedada para su intubación.
Con la poca voz que le quedaba, y un estado de debilidad y desnutrición -según los resultados preliminares de la autopsia-, le pidió que en caso de morir la llevaran a descansar al Panteón de Actores del Cementerio de la Chacarita. Y así sucedió el miércoles 6 de septiembre, cuando después de una despedida íntima en la funeraria O’Higgins sus restos fueron trasladados a un nicho de ese lugar.