Las fiestas de fin de año son sinónimo de alegría, música, abrazos y luces de colores. Y suelen ser también un momento de mucha tristeza cuando existe una pérdida reciente, ya sea de un familiar o de un amigo querido. Parece imposible alejar las penas ante la silla vacía en la mesa de Navidad. Y en especial en un año tan duro como este, en el que hay muchas ausencias.
“Este 2020 que se va no es como cualquier otro. Es un año en el que cambió el paradigma existente en todos los órdenes de la vida, un año que nos conmovió, nos desafió y sobre todo nos hizo doler en muchos sentidos. De alguna forma el mundo entero está de duelo, puesto que nos dejó es un sentimiento de pérdida generalizada. Todos hemos sido sacudidos por la pandemia; todos hemos sentido miedos. Sin dudas, las más afectadas son las familias que perdieron a uno o varios de sus seres queridos. Es un momento extremadamente difícil para ellas, más aún cuando todavía el reloj no ha dado toda la vuelta y es la primera vez sin ellos. En las primeras fiestas, vacaciones, cumpleaños y aniversarios, es más intensa la ausencia”, explica Mariela Ventura, doctora en Psicología, profesora de la UNT e investigadora.
Sin fórmulas
Puede que notemos especialmente la ausencia de un ser querido recordando todos los rituales que compartíamos con él para las fiestas. No existe una forma correcta o incorrecta de lidiar con las ausencias significativas en estas fechas, dice Ventura. Y surgen muchas preguntas: ¿cómo se puede celebrar cuando hay un ánimo generalizado de tristeza, de desesperanza, de miedo por el futuro y de vacío? ¿Cómo hacerlo si se han perdido tantas vidas, y en muchas familias en concreto, de manera súbita e inesperada? ¿Es imperativo celebrar cuando se ha perdido un ser querido? ¿Es preferible afrontar estas fechas o huir?
“La pandemia personificó la desolación de la manera más cruel. El duelo que estamos viviendo está traumatizado; no es cualquier duelo. Uno tiene que aprender a convivir con el dolor y no permitir que nuestra vida se paralice. Para el duelo uno nunca está preparado lo suficiente, menos aun cuando éste nos ha tomado de sorpresa”. resalta la profesional, que es coordinadora del Centro Universitario de Atención Psicológica de la Facultad de Psicología (CUAP).
Estos son los principales consejos que da Ventura para afrontar las celebraciones cuando has perdido a un ser querido recientemente:
1- Compartir el dolor por la ausencia con los demás miembros de la familia, lejos de potenciarlo o crearlo, proporciona más consuelo y favorece los sentimientos de apoyo, seguridad y cercanía. Ante la posible decisión de no llevar a cabo la celebración de los días más representativos de esta época del año, es recomendable reunirse, recibir el apoyo de los más allegados. Como dice el psicoanalista Gabriel Rolón, “la presencia del otro que comparta el dolor es la primera forma de abrir un lugar donde el vacío pueda simbolizarse. Los ritos, los abrazos, las horas compartidas cumplen esa función de acompañar a esa persona que ha visto el rostro de la muerte”.
2- Tenemos que saber que el duelo no un proceso caprichoso, ni una enfermedad psicopatológica. Requiere paciencia, respeto y contención de parte del otro. Hay que permitir que la persona que está pasando por este momento en forma reciente se exprese como lo sienta o le quede más cómodo, sin exigencias, sin imponerle tiempos, o que no llore. Es un proceso único y cada uno lo afronta como puede y con las herramientas que tiene. No se debe disimular, negar la tristeza, hacer como si nada sucedió, evitar el contacto con el dolor; pero tampoco inundar con la pena.
3- Las “sillas estarán vacías” aunque se las intenten llenar, porque las ausencias no se pueden tapar. No es una buena idea dejar la silla vacía o poner un plato en el lugar de la persona que ya no está. Es mejor dar la señal que “la vida sigue” -sin olvidarlos-, sobre todo en familias donde hay niños pequeños que sienten miedo porque ven a sus adultos afligidos y porque su mundo también se ha desmoronado.
4- Para todos sería muy extraño vivir una fiesta donde todo sea felicidad y diversión, eso sería negar la realidad; en familias donde la ausencia de un ser querido o varios las atraviesa, tal vez no pensarlo como un festejo sino más bien como una muestra de reunión y de acompañamiento en momentos difíciles, un gesto de amor a los que quedan y que han comenzado a realizar el trabajo de duelo. Este proceso, si se lleva adelante, tiene una luz de esperanza y nos permite encontrar encontrar nuevos sentidos.
“Tal vez el mundo nos puso ante una de las pruebas más difíciles, y ésta será una de las fiestas más duras. El duelo no se puede esconder. Pero se puede sobreponer, buscar apoyo, recordar al ser humano, las miles de vidas que se perdieron y tenerlos presente de alguna manera”, resume Ventura. Y propone que en la medianoche de Navidad hagamos un minuto de silencio por esos tantos seres caídos, conocidos o no, y en especial por la gente que dio su vida por el otro.
Las 5 fases del duelo
Negación: es muy habitual tras la pérdida.
Enojo: se activan la frustración y la impotencia.
Negociación: ¿qué puedo hacer para revertir la realidad?
Depresión: aparecen la pena, la nostalgia y la tristeza.
Aceptación: supone la llegada de la calma asociada a la comprensión.
Autor: Lucía Lozano
