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Una pelea mortal originó una venganza narco que diezmó a una familia y desató el terror en un barrio tucumano

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VENGANZA. Este es el lugar en el que acribillaron a tiros a la última víctima del clan Figueroa.
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Cuando el 15 de diciembre de 2020 Gonzalo Figueroa murió en medio de una balacera en el barrio San Roque, los vecinos vaticinaron que ese crimen podría ser el comienzo de una cacería en busca de venganza. Y no estaban equivocados.

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Tampoco mintieron los autores de los disparos que mataron al joven cuando, ante la Justicia, dijeron que habían ido a comprar droga al lugar del enfrentamiento, que atribuyeron a una discusión sobre el volumen de la dosis adquirida.

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Esto le dio la pauta a la Justicia de que en el lugar funcionaba la boca de expendio de una red de narcotráfico montada por el clan Figueroa, cuyo líder Miguel “Miguelón” Figueroa, comenzó a planear la venganza en el velorio de su hermano.

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La primera respuesta no tardó nada. Apenas unos días después del primer crimen, tres hombres dispararon de un auto contra Héctor Gabriel Amaya (33) y Leonardo Sepúlveda (26), quienes murieron en el lugar; hiriendo además a Gonzalo Greco (12), Maximiliano Limdon Franco Galván (26).

El segundo movimiento fue en una comisaría donde estaba detenido uno de los autores del crimen del joven Figueroa. “Manzana” Almirón fue visitado por un hombre que dejó en manos de los policías una hamburguesa a su nombre. Cuando la revisaron descubrieron que contenía vidrio molido.

Mas o menos en la misma fecha, los últimos días de diciembre, hubo otro movimiento, mucho más directo y explícito. El objetivo fue el abogado de los Almirón. Un desconocido rompió a martillazos la placa del profesional y un vidrio de su estudio. El letrado renunció a la defensa en medio de un escándalo que sacudió Tribunales.

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El último acto, por ahora, se desencadenó el sábado pasado, cuando Ramiro Exequiel Ledesma, de 18 años, fue baleado en la esquina de Blas Parera al 500.

Los diez disparos que recibió acabaron con su vida tras una corta agonía y afianzaron la teoría que, para los vecinos, es una certeza. El barrio pertenece a los Figueroa, que impusieron un reinado de terror solventado por el dinero de la droga.

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