Vacunación Dengue

Alberto gira hacia Venezuela para quedar bien con el kirchnerismo

El más llamativo de los gestos fue la propuesta de normalizar las relaciones diplomáticas con Venezuela.

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El presidente Alberto Fernández (Marcos Brindicci - AFP)
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De la gestualidad política de Alberto Fernández podrían inferirse dos cosas: Martín Guzmán continúa teniendo su respaldo, al margen del terremoto que provocó en el Frente de Todos la inflación del 6,7% de marzo. No hay atisbos de una intención de profundizar la crisis en el vértice del poder. Al contrario, Alberto ha vuelto a hacer lo que hizo siempre. Mechó algún símbolo de su autoridad con señales políticas dirigidas a Cristina Kirchner. Tributos que desea ofrecerle.

Desempolvó, por ejemplo, de manera insólita la idea de una supuesta ayuda regional al régimen de Nicolás Maduro. No parece advertirse, salvo de parte de Bolivia, México, Cuba y Nicaragua, una voluntad colectiva. Hizo anunciar la puesta en marcha de un plan distributivo para paliar los estragos que provoca la inflación. Representará una emisión que se calcula en $200 mil millones. Un plan anti crisis compuesto por notas adecuadas para los oídos del Instituto Patria.

Asistencia Pública

En especial, el anuncio del proyecto de la “renta inesperada” para los sectores empresarios que hayan visto favorecidas sus ganancias a raíz de las consecuencias de la guerra que provocó la invasión de Rusia a Ucrania. El más llamativo de aquellos gestos presidenciales que apuntaron a Cristina —por lo inesperado y el marco elegido— fue el del deseo de normalizar las relaciones con Caracas.

Movilidad

Lo planteó durante una visita oficial que hizo al país el mandatario de Ecuador, Guillermo Lasso. Un crítico tenaz del ex presidente Rafael Correa, radicado en Bélgica con motivo de causas de corrupción pendientes. En una de ellas fue condenada en 2020 a ocho años de prisión. No hace falta recordar el lazo estrecho entre el llamado “correísmo” y Cristina. Fuentes diplomáticas dijeron que el planteo público de Fernández significó una incomodidad para Lasso.

En paralelo, pudo llegar a interpretarse como una compensación hacia su frente interno. El Presidente ecuatoriano proviene del mundo de los bancos y las finanzas. Una sustancia amarga para el paladar kirchnerista. Alberto planteó la necesidad de que las naciones de la región revisen sus relaciones diplomáticas “para no dejar sola a Venezuela”. Nadie atina a descubrir el paraguas internacional que poseería la Argentina para semejante exhortación.

Algunos mencionan el acercamiento de Washington para la compra de petróleo a Caracas, con motivo de la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania. Como contraparte, Maduro liberó a dos empresarios de Estados Unidos que estaban presos en suelo caribeño. La oposición venezolana cuestionó duramente esa maniobra de Joe Biden. Sucede que Ecuador ha reconocido al gobierno paralelo de Juan Guaidó. Nunca a Maduro.

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En la misma postura está el ex presidente Lenín Moreno, que supo en su tiempo ser el vice de Correa. Detrás de la jugada de Alberto Fernández podría esconderse una justificación: Cristina Kirchner viene pidiendo la reposición de un embajador en Caracas. No por casualidad el postulante sería un legislador del Parlasur, afín a ella: Oscar Laborde, antiguo militante del partido comunista.

El gran interrogante estaría en el contexto. Fuera de aquella misión de apuro que envió Biden, ¿qué se habría comenzado a transformar seriamente en Venezuela? Hay una causa por violación a los derechos humanos que se sustancia en la Corte Penal Internacional. Tiene como soporte un informe de la Comisionada para los DDHH de la ONU, la ex presidente socialista de Chile, Michelle Bachelet. Lo importante para Alberto, pareciera, fue haber quedado bien con Cristina.

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