Vacunación Dengue

Alerta: Temen una estampida del dólar esta semana: pasaría los 600 pesos y se agravaría el descontrol de la inflación

Si alguien comprobará en carne propia la vieja creencia de que el tiempo es relativo y que pasa más lento cuando uno se encuentra en dificultades, ese será Sergio Massa en la semana previa a las PASO

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Sergio Massa y Cristina Kirchner
Vacunación Dengue

 Las cinco jornadas hábiles que tiene por delante pueden ser eternas, porque en la dinámica actual del mercado argentino, son un tiempo suficiente como para que se instale una sensación de descontrol financiero.

En la última semana, el dólar blue saltó desde los $550 hasta cerrar en $572, en un clima enrarecido por rumores sobre qué tan grave es la situación de reservas del Banco Central -al punto que hubo que emitir un comunicado para desmentir la venta de tenencias de oro-.

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Si el mismo ritmo de suba se repitiera, entonces se llegaría al viernes pre-electoral con un blue a $595, aunque muchos economistas creen que es perfectamente factible que se supere la marca psicológica de $600. No sería, en realidad, un precio descabellado si se consideran los antecedentes recientes: a precios de hoy, la corrida de abril tuvo un pico de $634, y el pánico de julio de 2022 equivale a una cotización de $725, según publica iProfesional.

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Lo peor del caso es que la escalada no se detiene ni siquiera ante los esfuerzos del Gobierno por transmitir tranquilidad. Por caso, cuando el viernes se comunicó que se había saldado en fecha el pago de u$s765 millones con el Fondo Monetario Internacional -gracias al préstamo en DEGs que realizó Qatar-, el mercado paralelo respondió con una mayor suba de la cotización, que finalmente cerró en $574.

Y en el mercado se interpreta como gestos desesperados los controles en la city para reprimir la actividad en las “cuevas” financieras. Por un lado, deja en evidencia la preocupación del Gobierno por cómo la repercusión mediática sobre el blue pueda influir en el humor social. Y, además, muestra el agotamiento de las medidas financieras para moderar las subas.

Pero lo peor de esa situación es que, tal como demostró la experiencia histórica reciente, ese tipo de accionar represivo puede traer un efecto inverso al buscado, porque limita la oferta sin que se pueda achicar la demanda, lo cual exacerba la predisposición a dolarizarse a precios más altos.

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La preocupación y el estrés de Massa se hicieron evidentes en ocasiones que lo llevaron a perder su habitual aplomo, como cuando calificó al mercado del blue, un típico negocio de pequeños ahorristas, como “el último bastión de los especuladores”.

O como cuando fustigó a un periodista por “hacerse el picante” ante una pregunta sobre la preocupación de la sociedad por la suba del dólar y la inflación.

Irónicamente, Massa usó la misma expresión –”picante”- que pocos días atrás había usado su esposa Malena, a modo de elogio, cuando en una entrevista describió cómo se ponía Massa durante las charlas por Zoom con los funcionarios del FMI.

Lo cierto es que si alguien se ha puesto “picante” con las últimas noticias de la economía son los adversarios de Massa en la propia interna del peronismo. El candidato está recibiendo “fuego amigo” de manera cada vez menos disimulada. En las redes sociales, generó revuelo el hecho de que Luis D’Elía, ex kirchnerista que ahora apoya la candidatura de Guillermo Moreno, haya pronosticado que, en medio de la suba del dólar, “el oficialismo se quedará sin ministro de economía y sin candidato”.

Y en la propia interna de Unión por la Patria, con el sugestivo silencio de Cristina Kirchner, gana protagonismo la candidatura de Juan Grabois, a la que los encuestadores cercanos al espacio K ya le asignan un 6% en las PASO. Es decir, una cantidad de votos que Massa tendrá que seducir para ser competitivo en la primera vuelta de octubre.

Mientras crecían las críticas a Massa por cómo las últimas medidas económicas influyeron en la suba de precios de alimentos, Grabois recibía el apoyo de la central sindical CTA, se reunía con el embajador estadounidense Marc Stanley. Y calentó el ambiente al afirmar que, en la eventualidad de que la elección fuera entre él y Horacio Rodríguez Larreta, Massa no dudaría en votar por el jefe de gobierno porteño.

Todo lo ocurrido hasta ahora puede repetirse, pero concentrado y potenciado, en las eternas cinco jornadas hábiles que debe atravesar Massa antes de las PASO. En cuanto al dólar, quedó instalada la percepción de que a pesar del aporte del “dólar maíz” -que le permitió ingresar u$s1.200 millones a la caja del Banco Central- la situación de las reservas sigue siendo crítica.

Los analistas ya calculan en u$s10.000 millones el “rojo” de las reservas netas, un dato que lleva a algunos analistas influyentes a advertir que el BCRA está usando dólares de los encajes. Esto deja abierta la posibilidad de que el retiro diario de depósitos, que viene en un promedio de unos u$s40 millones diarios, se pudiera agravar si el clima político se enrarece.

Mientras tanto, el resultado de las nuevas restricciones para la operatoria en el mercado de los bonos lleva a que el dólar paralelo en todas sus versiones -el MEP “oficial”, más el nuevo “MEP blue”, más el “contado con liqui”- aceleren su tendencia alcista, dado que se restringe la oferta.

Y el BCRA sostiene su participación en el mercado de futuros para que los contratos de dólar post PASO no reflejen una devaluación de 20%, como había ocurrido hace una semana.

Hoy todos parecen pendientes de cómo pueda abrir el mercado cambiario el lunes 14 de agosto.

Mientras sigue de reojo la cotización del blue, Massa intentará en esta última semana reforzar su imagen de gestor eficiente y pragmático. Para ello, tiene previsto un encuentro con empresas pyme, uno de sus auditorios preferidos, donde anunciará la entrega de fondos no reembolsables, para unos 300 proyectos de expansión productiva orientada a la exportación.

Esto ocurre luego de haber hecho anuncios sobre alivios en el plano impositivo, e incluso de promesas que lo llevan a un terreno peligroso, como el del costo de la litigiosidad laboral.

“El gran desafío para 2024 es usar parte de los recursos del crecimiento para hacer un sistema más progresivo en materia de impuestos y encontrar un mecanismo de garantía para que un Pyme no sienta que cuando toma un laburante pone en riesgo al momento de despido la hipoteca de su casa”, dijo Massa en un reciente encuentro con la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme).

Pero, como él mismo había predicho, no resulta fácil ser simultáneamente candidato y ministro de economía: al mismo tiempo que anuncia alivios impositivos, las gremiales pyme le reclaman un dólar sectorial de $340 y le advierten que no pueden pagar los bonos extra que están acordando las empresas grandes en las paritarias.

Pero, sobre todo, si hay un tema que puede terminar de complicar la semana final antes de las PASO es la inflación. El contagio que generó el nuevo impuesto importador y el “dólar maíz” al resto de la economía fue mucho más rápido de lo previsto, al punto que ya se da por asumido que la inflación de julio -un dato que se conocerá la semana posterior a las PASO- será de 7,5% y que la de agosto será mayor aun.

En el hipersensible rubro de precio de alimentos, la consultora LCG registró una aceleración en las últimas semanas compatible con un aumento de 9,2% mensual. Y el incremento de 20% que registró el costo de la hacienda del mercado de Cañuelas ya se está notando en los precios de las carnicerías.

Ante esa situación ocurrió lo previsible: para incomodidad de Massa, desde la CGT se volvió con un reclamo clásico: un aumento salarial de suma fija por decreto. Es una medida a la que el ministro/candidato se ha resistido, y sabe que lo enfrentaría con el sector empresario pyme.

En ese marco de precios que suben mientras se rechazan reclamos de bonos salariales, anuncios como el del alivio de Ganancias para quienes tienen sueldos de $700.000 podría hasta generar un “efecto boomerang” sobre el candidato peronista, que queda otra vez expuesto a críticas internas.

Son sólo cinco días hábiles hasta las PASO, pero para Sergio Massa van a parecer una eternidad.

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