Si el refrán señala que lo que no mata te hace más fuerte, lo cierto es que tal parece ser que, si la Justicia te da impunidad, animarse a ir por todo y por todos es la lógica siniestra con la que se maneja Jorge Yapura Astorga. Y es que, mientras el presidente de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, Daniel Leiva, suspendió el juicio oral por corrupción hace dos meses en contra del legislador provincial, lo peor todavía no ocurrió.
Esto se debe al hecho de que durante el transcurso de los primeros días de esta semana se conoció el inaudito y peligroso accionar de Yapura Astorga que consistió en amenazar desde su lugar de poder nada menos que a la Policía. De esta manera, quedan demostrados dos cuestiones que no deberían dejarse pasar y que, lamentablemente, se naturalizan cuando no debiera ser así.
Y es que, por un lado, Jorge Yapura Astorga se encuentra más aliviado. En su entorno más íntimo no daban cuenta del por qué alguien procesado por graves hechos de corrupción al borde del juicio oral podía aparentar estar tan tranquilo. Y es que, en realidad, no sólo lo aparentaba, sino que, a ciencia cierta, estaba más tranquilo. Lo estaba porque claramente sabía que nada menos que la propia Corte Suprema de Justicia acudiría en su ayuda.
Esta “ayuda” es lo que blindó al legislador oficialista dotándolo de una impunidad a prueba de balas, por lo que se siente con la suficiente espalda política como para amenazar a oficiales de las fuerzas de seguridad como si se tratara Yapura Astorga de alguien idóneo en la materia o, por lo menos, alguien ético y honesto para plantear cuestiones en contra de la Policía de Tucumán.
“Los hechos de inseguridad en diversas zonas del Valle tuvieron su máxima resonancia con el robo de dos motocicletas. Por eso, presenté una nota al Jefe de Policía de Tucumán, Julio Fernández. En ella, exijo cambios en la conducción de la Jefatura de Zona y en la Comisaría de El Mollar”, publicó Yapura Astorga en sus redes sociales.
Como si esto no fuera poco, Yapura Astorga no sólo se toma atribuciones que no le corresponde, sino que, además, fue más allá y expresó a modo de amenaza que “en caso de que no se cumpla este pedido, vamos a exigir la presencia del Jefe de Policía ante la Comisión de Seguridad y Justicia de la Legislatura”. Esto da pie al otro asunto grave que antes mencionábamos y tiene que ver con cómo funciona el poder político en Tucumán.
Y es que dirigente políticos de la calaña de Yapura Astorga creen que los votos en las urnas los convierten en déspotas que pueden decidir sobre cualquier aspecto que afecta a los ciudadanos. Esto, sumado a la impunidad concedida por la Corte Suprema local, genera un cóctel mortal en el que se creen amos y señores de la vida de los demás. Por eso Yapura Astorga se anima a amenazar deliberadamente a la Policía.
Pero, como si esto fuera poco, Yapura Astorga tuvo el desparpajo de postear que “es hora de actuar para que los vecinos y visitantes puedan vivir con la tranquilidad característica del valle”. Habría que recordarle que la inseguridad se genera cuando la propia Justicia se convierte en garante de la impunidad de los delincuentes para seguir haciendo de las suyas. Cualquier coincidencia con la realidad de parte de Yapura Astorga no es casualidad, sino causalidad.
Protegido por la Corte Suprema de Justicia que preside Daniel Leiva, Yapura Astorga quiere utilizar cualquier excusa que pueda para tratar de volver al poder en el municipio de Tafí del Valle, aunque más no sea, para tener injerencia desde las sombras. Y es que Yapura Astorga se hizo adicto al poder y no le alcanza con la impunidad que le brindó el máximo tribunal hace dos meses.
En su amenaza a la Policía se esconde la intención de avisar que está envalentonado y que va por todo con tal de salirse con la suya, tal y como hacen todos los delincuentes. Estas son las consecuencias de brindarle impunidad a quien tiene que ser sometido a un juicio nada menos que por integrar una asociación ilícita, según la Justicia. Y, tal vez, esto se apenas el comienzo: hoy amenaza a la Policía, mañana puede intentar amenazar a la misma República.
