Vacunación Dengue

Cristina Kirchner le marcó la cancha a Sergio Massa

El ministro tuvo su primer acto tras ser ungido candidato y la vice calificó de catastrófico el “retorno del FMI”, el organismo con el cual Massa debe acordar cuanto antes si pretende que nada estalle antes de las PASO.

cristina kirchner y sergio massa
Sergio Massa y Cristina Kirchner
Vacunación Dengue

El primer acto de campaña de Sergio Massa como candidato ungido por el oficialismo no podía ser otro que un gesto explícito de que su fe kirchnerista es completa y verdadera. Sucede que desde la mirada militante K, el pecado capital del ministro que pretende representarlos en las elecciones es haber mostrado antes cierto agnosticismo al respecto.

Una excusa oportuna, aunque algo traída de los pelos, sirvió ayer lunes para mostrarlo como protagonista en un tema tan caro al relato como los derechos humanos. Con Cristina a su lado como garante, Massa fue presentado como autor de la gesta de haber recuperado, a través de su ministerio, el avión Skyvan PA-51 utilizado para los vuelos de la muerte que perpetró la dictadura.

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El pleno del kirchnerismo paladar negro, prolijamente sentado en un hangar de Aeroparque, cumplió y lo bendijo. En su discurso, la vicepresidenta, que volvió a excusar su faltazo en los próximos comicios por “proscripción”, tras aclarar que en realidad ella era la que mejor medía e incluso que su auténtico candidato era Wado de Pedro, no pudo evitar marcarle un poquito la cancha al tigrense.

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Calificó de catastrófico el “retorno del FMI”, el organismo con el cual Massa debe acordar cuanto antes si pretende que nada estalle antes de las PASO. Y mostró un gráfico según el cual, “para el FMI los aumentos de las empresas explican buena parte de la inflación reciente”. “Hola, ¿qué tal? Teléfono para el ministro. Para el ministro y candidato, para vos”, terminó, mirándolo. Antes, Cristina lo había tratado de “fullero”.

Lo usó como sinónimo de jugador empedernido: “Hay gente a la que le gusta apostar”, explicó. En realidad, ese antiguo término quiere decir otra cosa: es quien comete trampas y engaños en el juego. Un acto fallido, tal vez. La vice dijo en ese momento una frase con aire proselitista que fue también su mayor guiño del día a Massa: “Para ganar hay que apostar”. Es cierto: el ministro sabe de eso.

El panorama de Massa cambió por completo hace casi exactamente un año: fue el 2 de julio de 2022, cuando Martín Guzmán renunció al Ministerio de Economía. El entonces presidente de la Cámara de Diputados comprendió que la gravedad de la crisis enterraría indefectiblemente cualquier deseo reeleccionista del Presidente, complicado además por el cascoteo constante de su vice.

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La vacante ministerial era su mejor y más rápida oportunidad para la revancha por el tercer puesto de 2015. Era su ventana a la candidatura a la Rosada. Sin embargo, lo traicionó su característica ansiedad. Apostó fuerte y pidió el control absoluto de la gestión económica. No le salió. Fernández y Cristina prefirieron a la menos ambiciosa Silvina Batakis. Massa perdió de vista que en ese momento seguía siendo el menor de los tres gerentes del Frente de Todos.

El final de la película es conocido. La inflación pasó del 5,3% en junio a 7,4% en julio. Batakis salió eyectada tras 24 días en el cargo y Massa no sólo asumió como quería, sino que lo hizo con un aura aún mayor de salvador, de ser el único capaz de evitar la explosión en medio del desastre. Sus socios ya no pudieron evitarlo. En ese mismo momento, el ministro íntimamente supo que casi con seguridad sería el candidato por el oficialismo.

Aunque lo negara en público -Massa es de esos políticos, como el Presidente, que saben que el archivo existe, pero no les importa; se autoperciben de amianto y puede desdecirse de lo que sea sin pestañear- y aunque por momentos todo tambaleara, como cuando en abril, justo el mes que él había prometido que comenzaría con un 3, la inflación cantó 8,4%. Tiene por delante una campaña difícil, una empresa que suena imposible con la inflación al 120%, la pobreza superando el 40%, las reservas en cero y el crecimiento en negativo.

Pero Sergio Massa es consecuente y se la jugará. Se mostrará hiperactivo, con un discurso ultraoptimista. Insistirá en su rol de único capaz de controlar las llamas. Hará lo posible porque Patricia Bullrich le gane a Horacio Rodríguez Larreta en la interna opositora. Y reservará unas fichas en que al final será capaz de encarnar lo que puede definir a muchos indecisos: ser el mal menor.

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