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Cristina Kirchner y Sergio Massa a la cabeza generan más pobreza y hambre en la Argentina 

Con la escalada de la inflación la pobreza saltó a 43,4% en el último semestre. Son datos de un relevamiento de la Universidad Di Tella. El indicador subió 2,3 puntos porcentuales desde diciembre.

cristina massa
Descacharreo

Con el fogonazo de la inflación, que a mayo ya acumula un salto de 42,2%, la pobreza sigue en aumento. Según un relevamiento de la Universidad Di Tella, alcanzó a 43,4% para el semestre diciembre-mayo. Con esto la pobreza marca un nuevo récord en lo que va de la gestión del Frente de Todos y deja atrás el pico anterior del 42,9% que se había registrado en medio de la pandemia de 2020.

Desde allí la pobreza cedió a 42% a finales de ese año y desde entonces retomó la escalada, al calor del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que pasó del 4,9% en noviembre de 2022 al 7,8% en mayo pasado, con un pico de 8,4% en abril. Así, el indicador de pobreza acumula un alza de casi ocho puntos porcentuales, desde el 35,5% que mostraba al final de la gestión de Cambiemos en diciembre de 2019.

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El informe de la Di Tella incluye una tasa de pobreza estimada en 41.2% para diciembre de 2022, 42.3% para el primer trimestre de 2023 y 46.0% para el bimestre abril-mayo de 2023. Lo cierto es que en el kirchnerismo pasaron del Frente de Nadie donde nadie gobierna, a la Unión por la Plata. Es una manera irónica de recordar que Cristina está condenada por corrupción a 6 años de prisión por corrupción y que fue la jefa de una asociación ilícita que saqueó al estado.

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Fue el robo del siglo. Nadie robó tanto durante tanto tiempo como el matrimonio de Néstor y Cristina. Ellos se hicieron ultra millonarios y enriquecieron ilícitamente a varios empresarios, testaferros y amigos y a gran parte de sus funcionarios. Armaron el Cartel de los Pingüinos Millonarios como me gusta caracterizarlos. Por eso alteran el nombre de la nueva coalición que fue bautizada Unión por la Patria.

Ese nombre, también es una sumatoria de falsedades. La maldita grieta que los K instalaron con odio en la Argentina, se les metió adentro de su propia alianza. Y la utilización de la palabra patria es simplemente una forma de ocultar lo único que les interesa: la impunidad de Cristina y mantener un poder importante como para frenar su destino de cárcel por delincuente. Por eso, otros memes llamaron a la nueva fuerza política como “Unión por el Instituto Patria”.

No se les cae la patria de la boca. Se creen los dueños de la argentinidad pero condenaron al país al peor gobierno de la historia. Se agitan hablando de justicia social y de ayudar a los pobres. Pero lo que hicieron fue multiplicar la pobreza y la indigencia generando una inflación feroz, casi sin antecedentes desde los momentos macabros de la híper. Económica, social e institucionalmente, hundieron al país en un pantano de un Banco Central con reservas negativas.

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El peronismo muchas veces ha jugado el juego del policía bueno y el policía malo. El kirchnerismo más todavía, le encanta la ambigüedad: tiene siempre varios rostros para ofrecer, según el público que tenga adelante, para que lo consideren tanto el orden como el cambio, la producción y la distribución, la guerra y la paz. Pero con el tiempo se ha ido volviendo más y más inconsistente al combinar todas esas facetas.

Y por tanto necesitado de ayuda para cerrar las contradicciones entre sus distintos emisarios y mensajes, para no volverse poco confiable en todos los papeles. De allí que el Frente de Todos esté terminando su periplo en el poder como la más desconfiable expresión de ese síndrome: es muchas cosas, pero ninguna en serio; ninguna de sus muchas personalidades la desempeña con mínima eficacia.

Y es que distribuye mal y enfrenta a movimientos de desocupados con intendentes y punteros, ayuda también mal a empresarios amigos y ya ni los banqueros, a los que nunca hasta aquí ha fallado, le creen que vaya a cumplir sus compromisos, y aunque se solidariza también se pelea con las dictaduras populistas de la región, así que queda mal con todo el mundo, con dios y con el diablo.

Ella quiere incendiar el país si no se frenan los juicios en su contra y se la exceptúa de aquí de toda investigación por sus actos de gobierno, y se lo hace decir a sus esbirros en el lenguaje más patotero imaginable; él quiere ser reconocido como el más responsable administrador de un estado ordenado y un capitalismo abierto a la iniciativa privada. El resultado, más que una contradicción, es un circo.

Massa, mientras tanto, parece que hace los deberes ordenando las cuentas, pero sus medidas de ajuste van todas en la misma dirección: evitar hacer el ajuste en las áreas que realmente le importan al aparato político de la señora, las empresas públicas dominadas por La Cámpora, la provincia de Buenos Aires y sus municipios, las transferencias discrecionales con que se mantiene alineados a los gobernadores.

Eso no se toca, así que el ajuste se concentra en los privados, las empresas productivas que necesitan importaciones, los clientes de servicios públicos, en particular, de nuevo, los porteños.

Por otro lado, si hay una prioridad en la gestión massista, ella es aumentar la deuda, como sea y con quien sea. Tanto en pesos como en dólares, para estirar lo más posible la sobrevida del régimen económico vigente, y que le estalle al próximo, no al actual gobierno.

En eso también hay plena sintonía en el oficialismo, y por algo ahora del endeudamiento, que Cristina Kirchner siempre ha considerado el peor de los pecados que puede cometer un gobernante, tampoco habla ni se da por enterada. Es así como los actos de estas dos almas tan distintas del mismo gobierno, aunque parezcan simplemente contrapuestos, convergen, y lo hacen en un momento preciso de nuestro futuro próximo.

Y es que uno le roba o pretende robarle las banderas a la oposición, la otra la descalifica y deslegitima, y ambos apuntan a una elección que saben tienen altas chances de perder; pero si pierden por poco, y conservando su poder de veto con gobiernos provinciales, el Senado de la Nación y “la calle”, pueden lograr que el próximo gobierno tenga muy difícil o imposible hacer pie. Ese es, finalmente, el objetivo más deseado, el que ambos comparten e imaginan.

Con su juego de pinzas entre Dr. Jekill y Mrs. Hyde, van a poder alcanzar, porque ya lo hicieron antes: es un juego que conocen muy bien, ´si nosotros no podemos gobernar bien, nos aseguraremos de que nadie más lo logre´. En la novela, Jekill intenta al menos en algunos momentos detener a Hyde. Controlarlo y domesticarlo es el objeto, finalmente, de todo su experimento. Nuestro Jekill en cambio hace tiempo que se sometió a sus designios, y a lo único que aspira es a que él le reconozca su utilidad: hacerlo pasar por un pacífico ciudadano.

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