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“Cuando le pregunté a mi hijo por qué quería tanto una bici, me dijo la verdad”

Dilan David Navarro tiene 7 años y vive en el barrio Los Gutiérrez, en Alderetes. Ahorró para comprar golosinas, puso su kiosquito que atiende con su familia y ahora tiene su bicicleta. Pero detrás de su deseo de tantos años, un secreto. VIDEO

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Dilan y su bici. Las fotos y el video es gentileza de Josefina, su mamá.
Descacharreo

El pasaje Virgen de Fátima al 500 en el barrio Los Gutiérrez de Alderetes es el escenario donde el sueño de un niño se ha convertido en realidad. Este niño se llama Dilan David Navarro, tiene 7 años, pero cuenta su mamá Josefina que ya desde los 5 sabía leer y que todas las noches decía en voz alta ese sueño: “Una tiendita, una tiendita, quiero una tiendita para vender golosinas, mamá”.

“Desde bien chiquito le enseñamos a Dilan que las cosas cuestan y que, con la ayuda de la mamá, del papá, de los abuelos, de la familia, y del entusiasmo, se pueden conseguir”, agrega Josefina, este sábado en diálogo con el tucumano, y recuerda el primer paso, el capítulo piloto, el ensayo previo del momento que hoy vive Dilan.

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Desde chiquito él soñaba con tener una tiendita. Se refería a un kiosco, pero le decía tiendita. Quería que le armáramos una tiendita para que él pudiera vender las golosinas. Pero primero empezamos haciendo pochoclos y vendiéndoles a los familiares. Nos mandaban un mensaje y salíamos por el barrio a vender pochoclo. Así en realidad comenzó todo”.

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Cuando pasaron los meses, el deseo de Dilan tomó tanta fuerza que puso en marcha a la familia: “Su papá le da plata todos los fines de semana y Dilan venía ahorrando esa plata. Hasta que un día me dio toda esa plata y me pidió que le comprara golosinas: chupetines, alfajores, caramelos, pepitos y juguitos. Estaba decidido a poner el kiosco, pero el tema era el lugar: no tenemos mucho espacio en la casa, pero él no se dio por vencido y en un rincón del comedor le pidió a mi mamá, a su abuela Guillermina, que le armara un estante con unas maderas y unos clavos para poner a la vista las golosinas”.

Con toda la familia apoyando el sueño de Dilan, hace poco tiempo su mamá se enteró por qué Dilan quería con tanto deseo poner un kiosquito, vender golosinas y seguir ahorrando. El motivo era algo tan simple como conmovedor era el de todo niño: Dilan quería una bicicleta. Pero faltaba más.

“Hace dos semanas, Dilan me pidió que le hiciera un face. Yo sabía que quería comprar golosinas para el kiosco, pero después puso en su face que quería una bici. Dilan escribió con letras mayúsculas: ‘ME SIENTO FELIS YO CON MI PLATITA ME PUSE UN  QUIOSQUITO MI MAMÁ ME AYUDA A VENDER QUIERO COMPRARME UNA BICI PARA JUGAR’

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La publicación en Facebook donde Dilan presenta las golosinas en bolsitas colgadas del estante que hizo la abuela Guillermina y también bandejitas con cosas dulces que hacen en la casa superó todo lo esperado: la simpleza de la imagen y del mensaje de Dilan recorrió el continente.

Más de 16 mil corazones, más de 1.200 comentarios y más de 28 mil veces compartidas, la historia de Dilan viajó en bicicleta por todos lados: “Hubo hasta gente que dudó si era verdad la historia de Dilan. Se viralizó tanto que nos hicieron notas por videollamada desde Miami, desde México, desde Perú, desde Uruguay, desde Córdoba y desde Catamarca. Increíble”.

Pero hay algo más detrás del sueño hecho realidad de Dilan: “Cuando tenía 2 añitos, Dilan tenía una bici, pero eso fue hace un tiempo. Como no podía comprarle yo una bici ahora, él se puso entre cejas la idea de una bici. Cuando le pregunté por qué quería tanto una bici, me dijo la verdad: Dilan me contaba que era porque veía a los chicos de la cuadra y todos tenían bici. Entonces Dilan no salía a jugar. Estaba todo el tiempo adentro. Jugaba con los juguetes adentro y no tenía amigos. Como no tenía bici, lo dejaban a un lado pero por esas cosas que tienen los chicos. Ahora lo llaman y salen todos a andar en bici. Ahora tiene amigos: ahora se da con los chicos”.

Detrás de la ventana por donde Dilan miraba angustiado cómo los chicos del barrio Los Gutiérrez iban y venían, pedaleaban y sonreían con un manubrio entre sus manos, ahora Dilan atiende con la ayuda de su mamá Josefina, o de su abuela Guillermina, a sus amiguitos que le compran las golosinas a él: “Le ha cambiado la vida a Dilan. Todavía no le alcanzaba para la bici, pero le donó una señora de La Banda. Lo único que nos aclaró que estaba pinchada, pero eso no era problema: la llevamos a parchar a la gomería y el padre le ha enseñado a andar”.

Con el pecho inflado y orgullosísima de su hijo, Josefina relata una de las escenas más hermosas que vio en su vida: “Antes de ayer lo fui a retirar de la maestra particular. A Dilan le encanta estudiar y le gustan las matemáticas. Como ya le había parchado todo lo que necesitaba la bici, fui a buscarlo y le llevé la bici. Cuando me vio llegar, salió gritando que estaba lista la bicicleta. Salió su maestra a verlo andar, y mientras ya andaba por las calles del barrio, salía la gente de las casas a saludarlo. Fue hermoso”.

En contraste con el kiosco más grande de la cuadra que cerró, Dilan abrió el propio: “Le viene bien a los chicos del barrio así no se van tan lejos si quieren un chupetín. Tiene un cartel afuera que dice golosinas y estaba pensando en ponerle un nombre al kiosco. Pero que te lo cuente él, mejor”.

Dilan toma el teléfono y saluda: “¿Hola? ¿Cómo está? Aquí estamos bien, estoy vendiendo mucho. Pepitos, juguitos y alfafores. Yo antes le pedía a mi papá que quería tener un kiosquito y ahora lo tengo. Y ahora conseguí la bici: es de color verde. No me ha costado aprender mucho a andar. Mi mamá me deja ir hasta la esquina y volver. Ahora con mis amigos andamos siempre”.

Apurado por salir a dar una vuelta pese al frío de este sábado, Dilan deja un mensaje antes de pasarle el teléfono de nuevo a su mamá: “Cuando sea más grande me gustaría tener un kiosco más grande. Me gustaría vender cosas para limpieza y para baño y también ropa. El kiosquito se llama Dilan y Fausto, el nombre de mi hermanito bebé. Es tremendito, tiene 3 meses. ¡Chau!”.

Yo me siento orgullosa de mi hijo. En estos tiempos tan difíciles, el cariño de la gente es hermoso. Dilan está feliz y comparte su vida de niño con las personas de todas partes que le mandan saludos y que hasta le piden golosinas por internet: le piden 20 pesos de caramelos, alfajores, hasta quieren ayudarlo de más formas. Nunca imaginamos que la historia de Dilan conmoviera a tanta gente. Qué lindo, ¿no?”

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