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El aislamiento hunde a autónomos y a comerciantes fuera del rubro alimenticio

Las calles del microcentro se fueron despoblando paulatinamente, lo que provocó fuertes caídas en las ventas de los locales. La cuarentena obligatoria preocupa a quienes viven de los ingresos diarios.

CUIDADOS. En una agencia de quiniela del microcentro tomaron numerosas medidas preventivas, como la de colocar un cordón para guardar distancias.
Descacharreo

El aislamiento social es el arma más poderosa que tiene el hombre en esta guerra contra el invisible, despiadado y vertiginoso Covid-19. Evitar la propagación es clave para poder derrotar al virus que hasta ayer dejó casi 250.000 infectados y cerca de 10.000 muertos en el mundo.

Las medidas adoptadas por las autoridades nacionales y provinciales para desalentar la circulación en las calles se endurecieron vertiginosamente. Pero mientras más gente se resguarda en su trinchera para dar batalla, los autónomos, ambulantes y comerciantes que no son del rubro alimenticio padecieron esta semana la caída de clientela. Y, además, auguraron que pueden llegar a quebrar si la cuarentena obligatoria se extiende demasiado.

Fumigación y Limpieza
SIN VENTAS NI APETITO. Francisco y Daniela contaron que esta semana ingresaron muy pocos clientes y que las ventas cayeron un 95%. Explicaron que son seis familias las que viven de los ingresos generados por la venta de empanadas.

El aroma a empanadas que emana el pequeño y famoso local frente a la plaza Independencia no encontró ayer a quién seducir en las calles. Francisco y Daniela explicaron a LA GACETA que desde el lunes las ventas se derrumbaron hasta el piso. “Cayeron un 95%. Estamos espantados porque nosotros vivimos de lo que se vende acá. Son seis familias las que dependen del negocio”, manifestaron con preocupación en sus ojos. Contaron que los clientes aparecen cada 30 o 60 minutos, por lo que evitar aglomeraciones no es un problema. “Nada que ver con lo que era antes, que vivía lleno. ¡No entra nadie!”, rezongaron.

Movilidad Urbana

A pocos metros, una quincena de peones de taxis manifestaba su preocupación frente a la Casa de Gobierno. “A partir del martes ya se notó una merma del 80% en los viajes. El miércoles ya fue terrible. Hoy (por ayer), directamente cero. Por eso estamos buscando una ayuda”, dijo angustiado Agustín Javier. El pedido es por un módulo alimentario o una ayuda económica

El conductor dijo que es el único sostén de una familia de cuatro miembros, y que el miércoles logró juntar $ 250 luego de estar 15 horas arriba del auto. “Así no nos dan los números, y las cuentas no te esperan. Se habla de un parate total, y eso se agrava porque se puede extender”, expresó al mediodía, antes de que se confirmara la cuarentena obligatoria.

Sin viajes hasta nuevo avisoEl taxista Agustín Javier lleva el sustento para su esposa y sus cuatro hijos. Dijo que hay días de esta semana en los que sólo pudo juntar $ 250 luego de 15 horas de trabajo. Pide asistencia alimentaria al Gobierno.

Daniel Castillo también se bajó del auto para pedir auxilio. “Los choferes de taxi la vamos a pasar muy mal porque todos tenemos familias. La situación es desesperante”, confeso.

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Derrumbe de ventas

Las conversaciones de coronavirus se volvieron tan comunes como las del clima. Y no fue la excepción en las poquísimas mesas ocupadas en la cafetería y panadería de Laprida y San Martín. “Viene así desde el lunes: dos mesas o tres (en simultáneo). La gente se está quedando más en la casas. Los que vienen son los que están trabajando en entidades, son los mismos de siempre”, explicó Estefanía, la cajera del local. Según sus cálculos, las ventas cayeron en un 50% esta semana. “Nosotros solemos trabajar mucho acá, se nota muchísimo el cambio”, insistió.

VIVE DE LA RECAUDACIÓN DEL DÍA Con la relojería cerrada, Víctor Hugo dijo que no sabe cómo hará para subsistir durante la cuarentena. Explicó que con su colega Francisco Molina dependen de la gente que anda por la calle para tener ingresos.

Del otro lado de la manzana, un local de indumentaria y accesorios deportivos de estaba colmado de productos pero desolado de clientes. “La semana pasada capaz que no te podía atender porque estaba lleno, pero ahora no hay nada de movimiento”, graficó Diego Citerio. El joven se expresó preocupado por lo que se viene. “Nos cuesta mucho porque como propietarios del negocio tenemos que pagar alquiler, empleados, servicios… no sé cómo se va a hacer. Si determinan que cerremos tampoco sabemos por cuánto tiempo será. Si es un mes, nos funde”, auguró. Además contó que ya tuvo que cerrar la sucursal de Salta y que iba a hacer lo mismo con la de Santiago del Estero. “Es muy fácil decir ‘hay que cerrar, pero yo vivo de esto. Vamos a respetar la determinación que se tome, el tema es que no sabemos qué va a pasar. Salvo a los locales grandes, esto a muchos nos va a fundir”, sentenció.

Incertidumbre de cara al futuroEdgar Apaza dijo que sus clientes dejaron de pasar por el quiosco que tiene en Laprida al 100. Dijo que el quiosco que tiene es el único ingreso de toda su familia. Sin embargo, respaldó la cuarentena contra el virus.

En una agencia céntrica de quiniela, Santiago tendió un hilo con un letrero para que se respete la distancia. Además, se calzó un barbijo y guantes de látex para minimizar los riesgos de contagio. “Nosotros dependemos de la Caja Popular de Ahorros. Si vos tenés las precauciones, no pasa nada. Este es el único ingreso que tenemos. Hay unas 15 familias que viven de esto, incluyendo a las subagencias”, contó el joven. Reveló que esta semana el flujo de apostadores cayó un 30%.

LLENO DE MERCADERÍA; VACÍO DE GENTE Diego Citerio se expresó preocupado de cara al futuro. Dijo que siete familias dependen de las ventas de artículos deportivos, pero que todo se derrumbó esta semana. Teme que la cuarentena sea más extensa.

Con las puertas cerradas y sin ingresos: la cuarentena impacta de lleno en los monotributistas

Víctor Hugo trabaja en la relojería que comanda el experimentado Francisco Molina (75 años) desde hace medio siglo. Aunque le pone humor a la difícil situación, toma con mucha responsabilidad las decisiones tomadas por las autoridades. Contó que como medida preventiva usan alcohol en gel y que limpian el mostrador después que se va un cliente. Pero en esta última semana la frecuencia de aseo cayó dado a que cada vez tenían menos gente. “Si yo pudiera me quedo en la casa, pero yo trabajo con el ingreso del día. A la luz y al local hay que pagarlos sí o sí”, explicó el relojero de 56 años. Explicó que junto a Molina son monotributistas y que la cuarentena obligatoria le provocaba mucha incertidumbre ya que representa una caída del 50% de los ingresos en su hogar. “No tengo ni la menor idea de cómo vamos a hacer, porque dependo de la gente para poder comer. Esto es una cadena. No sé qué va a pasar”, dijo en diálogo con este diario luego de suspender momentáneamente la reparación de un reloj.

Respecto a la pandemia, consideró necesario que se paralice el flujo de gente para poder frenarla. “La única manera de que no venga la gente es que corten los colectivos. Si vos ves que el quiosco está abierto, vas a ir al quiosco. Si está cerrado, no. Y van ha cerrar completo”, había conjeturado, y acertó.

Con los turnos cancelados: una peluquera confió en que haya un respaldo de la provincia y la nación

turnos cancelados y salón vacío Paula González está en el rubro hace 27 años. Contó que esta semana sufrió muchas cancelaciones dado que la mayoría de sus clientas son mujeres mayores. Dijo que espera el apoyo de la Provincia y de la Nación.

Paula González mantenía ayer la puerta del local con llave. Ocurre que la mayoría de sus clientas asisten con turnos asignados. Sin embargo, tuvo un elevado ausentismo esta semana debido a las medidas preventivas dictadas por el Gobierno. “Lo que más pasa en es que la mayoría de las clientas son grandes y creo que psicológicamente están asustadas. A algunas clientas de 57 años ya les dijeron que tenían que estar en sus casas”, analizó. En ese sentido, consideró que el desafío hasta ayer era el de tratar de seguir con las tareas habituales ante a pesar del temor que puede generar la situación. “Creo que esto para todos es emocionalmente y económicamente es malo”, señaló. Sin embargo, se expresó esperanzada de lo que va a venir. “Amo mi país. Creo que tenemos que estar respaldados por nuestro presidente y nuestro gobernador. Así como nosotros tenemos pérdidas debido a una situación que no es propia de nosotros sino que es una situación mundial, espero eso de mí país y mi provincia. Si me dicen que hay que cerrar, tengo que cumplirlo. Pero así también espero el apoyo de ellos”, manifestó. González, que tiene su local en Laprida al 100, dijo que hace 27 años que trabaja en el rubro y que confía ser respaldada por el Estado. “Hoy remarco que yo elegí quedarme en mí país y en mi provincia; voy a confiar en mi país”, dijo.

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