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El complot de Alberto Fernández contra él mismo

Después de la derrota por paliza en las elecciones en Corrientes, el Presidente salió con un raro comentario sobre la traición a Cristina, Máximo y Massa.

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“No voy a traicionar a Cristina, no voy a traicionar a Máximo, no voy a traicionar a Massa”, aclaró Alberto Fernández este martes en un acto. Foto Andrés D'Elía
Descacharreo

Lo que pasa se ve fácilmente: gente del Gobierno o que aspira a sumarse al Gobierno que patina un día y al otro también. Pero lo que es bien difícil de saber es por qué les pasa eso. A menos que sea lo que parece y que no necesita ser explicado: es lo que es y se ve.

Hay un frenesí de dislates que no pueden ser parte de una estudiada campaña electoral, a menos que sea del enemigo. Sólo con la mención de algunos nombres se nos refresca la memoria de los últimos días: el griterío de la profesora Radetich que Fernández llamó debate, Frederic y Tolosa Paz. Tenemos una ministra de Seguridad que nos quiere convencer de que la seguridad es aburrida. Nada más divertido que ser asaltado, por hablar de lo mínimo. O de vivir con miedo de serlo.

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Frederic ve lo que los demás no: Suiza es aburrida. Y con nada aburrida sutileza diplomática, el embajador le respondió por elevación con un aviso publicitario de Federer con el duro De Niro. Para Frederic, antropóloga, la seguridad divertida sería la del documento de la Mesa Federal de Seguridad, Género y Diversidad sobre violencia de género… en las fuerzas de seguridad. Es de lo que se preocupa, según muestra en la web del ministerio.

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A Frederic la mandaron de urgencia a Corrientes por el raro ataque a tiros contra el diputado peronista Miguel Arias. Está claro que si la mandaron para conseguir algún rédito político de la elección, se equivocaron de personaje. Volvió y se le ocurrió hablar del aburrimiento en Suiza. Como otras veces, Frederic fue bajo la presión y los reproches del cristinismo, que la acusa de reaccionar tarde y llegar tarde.

Si esto se quiere explicar, no hay relato que alcance. Pero se lo intenta. Tolosa dice que dijo lo que dijo sobre que en el peronismo se garcha para seducir a los jóvenes, como si la canchereada fuera creatividad. No debe haber hablado de los jóvenes revolucionarios de los 70: en Montoneros la infidelidad se consideraba una infracción grave y era penalizada.

Los candidatos Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro, este martes en Tecnópolis durante un acto del Frente de Todos. Foto Andrés D'Elía
Los candidatos Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro, este martes en Tecnópolis durante un acto del Frente de Todos. Foto Andrés D’Elía

Frederic y Tolosa no están solas. Un funcionario de Agricultura reveló en un chat que para seguir con el cepo a la exportación de carne la última palabra debía darla un experto en la materia: Máximo Kirchner. El WhatsApp dinamitó un acercamiento con la dirigencia agropecuaria. Comienzan a achicarse los ingresos por las exportaciones, que fueron récord en el primer semestre y de acá a fin de año la liquidación de dólares caerá en picada. La Argentina está haciendo un papelón con sus clientes, en particular China, que ya reorientó sus compras de carne congelada a Estados Unidos. Manda el tardío y supuesto rédito electoral sobre cualquier racionalidad económica.

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Si es por eso, el Gobierno sufrió en Corrientes una paliza fuera de todos los cálculos. La brecha de 53,5 puntos entre radicales y el peronismo es totalmente inusual y quizás esté anticipando algo más profundo. ¿Y qué se le ocurrió decir a Fernández el día después?: “No voy a traicionar a Cristina, no voy a traicionar a Máximo, no voy a traicionar a Massa”. Traicionar es una palabra fea, demasiado pesada para revolearla de esta manera. ¿Quién dijo que el Presidente iba a traicionar a la vice, al jefe de los diputados oficialistas y al presidente de la Cámara de Diputados? ¿De dónde sacó que él mismo maquinaba un complot contra la cúpula de su gobierno?

Evidente de toda evidencia: demasiadas veces, Fernández no calibra los efectos, en su propia contra, de lo que dice. A la pérdida de credibilidad, le agrega la pérdida de interés sobre lo que dice y algunas cosas más.

Por RICARDO ROA

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