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El “enigma Alberto”: dudas sobre la política económica que piensa llevar adelante el candidato si gana las elecciones

El candidato del Frente de Todos no está dispuesto a dar pistas claras sobre lo que piensa hacer, por lo menos hasta las presidenciales. ¿Por qué rebotaron la Bolsa y los bonos?

El candidato del Frente de Todos Alberto Fernández (Alejandro Rios)
Descacharreo

Desde transformar al país en una “nueva Venezuela” hasta un programa que sorprenderá por sus características súper ortodoxas. A partir de su amplia victoria en las primarias, hace ya casi un mes, se tejieron todo tipo de especulaciones sobre el tipo de gobierno que llevaría adelante Alberto Fernández si finalmente es elegido presidente el 27 de octubre. Pero fue él mismo se encargó de dar escasas pistas sobre lo que piensa hacer o quiénes lo acompañarán en la gestión.

Estas incógnitas no serán develadas por lo menos hasta el día después de la elección. Quienes lo conocen hace años destacan que es un “pragmático”, dando a entender que no se dejará llevar por razonamientos puramente ideológicos, sino que actuará de manera práctica. Este tipo de razonamiento tranquilizan a quienes lo escuchan, ya que la conclusión sería más o menos la siguiente: los problemas que deja el gobierno de Mauricio Macri dejan escaso margen de maniobra, no hay chance de que no desarrolle políticas amigables con los mercados.

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Los últimos pasos que estuvo obligada a dar la actual administración ya van preparando el camino para lo que viene. El control de cambios dispuesto por el equipo económico esta última semana fue probablemente la menos cuestionada por todo el arco opositor. Todos están de acuerdo ahora en que se necesita algún tipo de restricción al movimiento de capitales en esta emergencia. No estaría en los planes de Alberto levantar los controles y posiblemente tampoco tenga la posibilidad de hacerlo. Su gran desafío, en todo caso, será no volverlos más restrictivos con el paso de los meses.

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 Alberto Fernández se encargó de despistar a casi todos los que buscan algún tipo de señales sobre la dirección que tomará su gobierno si gana el 27 de octubre. Por ahora, se lo nota más preocupado por hacer equilibrio en su propio frente interno

Si algo está más que claro es que si llega a la presidencia no gozará de la “luna de miel” que gozan la mayoría de los flamantes presidentes. Macri sí la tuvo y pudo financiar el gran déficit fiscal heredado de Cristina Kirchner con millonarias colocaciones de deuda en los mercados financieros. Hasta que en 2018 los inversores dijeron basta y obligaron al Gobierno a golpearle las puertas al FMI.

Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner
Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner

Alberto Fernández arrancará con un panorama bien complejo. No tendrá acceso a los mercados voluntarios de deuda y al FMI le quedan mínimos desembolsos por delante (sólo USD 4.000 millones en 2020). Por lo tanto la reestructuración de la deuda es un camino obligado ante las complicaciones para hacer frente a los vencimientos del año próximo.

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El Gobierno propuso un canje sin quita de capital ni de intereses, pero con alargamiento de plazos. La falta de apoyo de la oposición permite deducir que Frente de Todos llevaría adelante una propuesta más agresiva, con quita de capital, también de intereses y alargamiento de plazos.

El hecho de que Guillermo Nielsen sea uno de los referentes obligados de Alberto Fernández también dice mucho. Él fue quien negoció alrededor del mundo el canje de 2005, que tuvo una quita récord dejó más del 24% de los acreedores afuera, al negarse a aceptar la propuesta. La brutal caída del precio de los bonos revela que los mercados esperan una quita parecida, aunque podrían estar equivocados. El rebote de las últimas jornadas, que llevó el riesgo país desde 2.500 puntos a casi 2.000, refleja esta visión menos dramática sobre lo que se puede venir en materia deuda.

 La suba de la Bolsa y de los bonos de los últimos días tuvo un fuerte componente especulativo. Son tan bajas las valuaciones luego de la brutal caída post PASO que algunos inversores se animan a entrar, pero siempre con una mirada cortoplacista

Alberto Fernández no quiere dejar grandes definiciones antes de los comicios de fin de octubre. Y en sus declaraciones parece hacer equilibrio entre enviar mensajes de racionalidad a los inversores y al mismo tiempo tratar de conformar a la “tropa”, en donde se mezclan Cristina Kirchner, Sergio Massa, la Cámpora pero también los gobernadores peronistas.

El economista Guillermo Nielsen (Maximiliano Luna)
El economista Guillermo Nielsen (Maximiliano Luna)

En España consideraron que el candidato de Frente de Todos se mostró como un “moderado”, luego de hablar en el Congreso y mantener diversas entrevistas, que incluyeron a la número uno del Grupo Santander, Ana Botín, la banquera más influyente del mundo. En tono diplomático, ella le sugirió “mantener a la Argentina integrada al mundo”. Fue una suerte de revelación sobre los temores que existe en la comunidad internacional.

Alberto Fernández no piensa develar quién se hará cargo del ministerio de Economía en su gestión por lo menos hasta las elecciones. Tampoco se sabe si Guido Sandleris seguirá al frente del Banco Central, donde se mantiene en una posición precaria ya que fue ungido por decreto y no tiene acuerdo del Senado.

Algunos sueñan con la posibilidad de que se produzca una suerte de “efecto Lula”. En 2003, al asumir la presidencia, el brasileño nombro a Henrique Meirelles, número uno de BankBoston, al frente del Central. Fue entonces una fortísima señal para los mercados, que desconfiaban de un presidente proveniente de las entrañas del sindicalismo. Sin embargo, no queda claro si Alberto está dispuesto o le interesa dar un paso similar, que genere un verdadero golpe de timón y cambie casi de la noche a la mañana las expectativas negativas que hoy tienen los inversores.

Desde que ganó las primarias, dejó una serie de señales y frases que estuvieron lejos de llevar tranquilidad al mundo financiero y de negocios:

Mantuvo una postura hostil con el FMI, dejó en claro que no está de acuerdo con mantener el acuerdo. Fue luego de una reunión con los técnicos enviados desde Washington.

Si bien aseguró que su voluntad es pagar la deuda, enseguida aclaró que no se puede hacer a costa del sufrimiento de la gente. Así dejó entrever que se viene una renegociación aunque nadie sabe los términos. La caída en picada de los títulos en dólares y pesos de corto plazo reflejan estos temores, además del polémico “reperfilamiento”decidido por el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza.

En una declaración que generó confusión, señaló en Madrid que el petróleo no puede ser para que se lo lleven las multinacionales. Nadie entendió a qué se refería, en momentos en que la Argentina precisa atraer millonarias inversiones para Vaca Muerta.

 Luego del control de cambios, se da por descontado que Alberto Fernández encarará un proceso de reestructuración de deuda. Pero el proceso sería mucho más agresivo que la propuesta de canje presentada por Hernán Lacunza hace diez días

Le echó la culpa del retroceso de la Argentina a las políticas que vienen desde los Estados Unidos. Y al mismo tiempo se preocupó por estrechar lazos con Europa.Aunque no lo dijo, sus palabras dejaron trascender la escasa (por no decir nula) sintonía con la Casa Blanca.

La visita a Portugal parece confirmar su intención de mantener las cuentas públicas en equilibrio. Él mismo había enfatizado ante empresarios hace diez días que la gestión de Néstor Kirchner fue la única que mantuvo superávit fiscal y comercial en los cuatro años de gobierno. La salida portuguesa de la crisis se hizo en base de un fuerte compromiso de ajuste presupuestario, bajo la tutela del FMI y también del Banco Central Europeo. Pero nunca es fácil conseguirlo en Argentina, mucho menos en medio de una recesión galopante.

Lo que sí parece bastante claro es que entre las principales decisiones que tomaría en caso de llegar al poder es promover una inyección de fondos en los bolsillos de empleados y asalariados. Pero no será tan sencillo pasar de las promesas electorales a la práctica, teniendo en cuenta que la elevada inflación, el déficit fiscal y las dificultades que arrastran las empresas, en particular las pymes.

Los mercados se movieron en los últimos días en base a otros parámetros, ante la falta de señales concretas sobre lo que puede ocurrir después del 10 de diciembre. Por lo pronto, celebraron que el control de cambios aflojó la caída de reservas, que se había acelerado dramáticamente dramáticamente en las tres semanas posteriores a las PASO. Y también hubo compras aprovechando que las caídas tanto en bonos como acciones fueron tan agresivas y rápidas que algunos empezaron a ver oportunidades de compra.

En especial algunos inversores muy especulativos que estaban sin exposición en la Argentina. Sin embargo, son mayoría los fondos internacionales (como Templeton, Black Rock, PIMCO o Moneda) que sí apostaron por el país en los últimos años y ahora deben enfrentar millonarias pérdidas. Habrá que esperar muchos años para que nuevamente vuelvan a confiar en activos locales. Ya se quemaron demasiadas veces.

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