A ciencia cierta, se estaban preparando reuniones clandestinas en mayor grado de lo que viene siendo. Sin embargo, detrás de la decisión se esconden motivaciones espurias y no confesadas pero que son vox populi hacia el interior del Poder Ejecutivo tucumano.
[su_posts template=”templates/default-loop.php” id=”33404″ posts_per_page=”1″ post_type=”post” taxonomy=”category” tax_term=”” tax_operator=”IN”
author=”” meta_key=”” offset=”0″ order=”DESC” orderby=”date” post_parent=”” post_status=”publish” ignore_sticky_posts=”no”]
Y es que lo que se busca es la reducción de gente en las calles de Tucumán, esto permite un mayor control, pero no apuntando a evitar una suba de contagios por coronavirus. El Gobierno sabe que después de la medianoche, al cerrar todos los bares y restaurantes y demás establecimientos de este tipo, la gente no tiene qué hacer en la vía pública, salvo regresar a sus hogares. Esto no redujo la inseguridad, pero la atenúa.
Al menos, eso piensan en el Gobierno, que teme que una vuelta a la normalidad total haga que la gente vuelva a circular con el mismo ritmo que antes de la pandemia. Sienten que la Policía tiene más oportunidad para poder trabajar si no hay tantas personas en la calle. El temor de que eso cambie el próximo lunes en el marco del día del amigo, llevó al Gobierno a trasladar hasta el día de la primavera este festejo que moviliza a todo tipo de personas.
Con la excusa del COVID-19, Manzur se enamoró de la cuarentena y sigue los pasos de lo que ocurre con el AMBA cuando la realidad de Tucumán es totalmente diferente. En estos momentos, nuestra provincia se encuentra dentro de las 8 localidades que menos contagios ha registrado. Además, el estricto control que existe sobre quienes quieran entrar a Tucumán llevó a que se cierren directamente las fronteras con el resto del país.
Mientras tanto, la inseguridad sigue instalada en el día a día en la vida cotidiana de la sociedad y en el Gobierno solo atinan a cruzar los dedos para que esta verdadera pandemia social en que se convirtió el delito, no se cobre más vidas como la del cura Oscar Juárez y la de tantos otros ciudadanos de a pie cuyas familias destrozadas claman por justicia. La inoperancia de Manzur y Maley hace que entre ellos se apoyen al no encontrar soluciones.
Mientras tanto, la economía local cruje y desde el Gobierno nada hacen para mitigar los estragos de la pandemia. Pero tampoco hacen nada para liberar las actividades que piden desde hace meses que les permitan trabajar. De esta forma, son muchos los sectores que están condenados a quebrar y que la post pandemia encontrará en bancarrota, sin posibilidad de una ayuda desde el Estado y con miles de personas sin trabajo.
Todo esto genera una combinación mortal para el diario vivir de la mayoría de las personas pero Manzur prefiere la opción conservadora de que todo siga como está porque tiene la equivocada percepción de que tiene un cierto control sobre la realidad. Idea que queda absolutamente desmentida cuando se observa día a día la creciente inseguridad y el colapso de la estructura económica que amenaza con llevarse puesto todo.
