Las alertas rojas no paran de sonar y pese a ello desde el cuarto gobierno kirchnerista siguen buscando algún envase como recinto donde desarrollar sus actividades. Deprimen, porque el panorama oscurece cada día y todos siguen ensayando su música en la cubierta del Titanic. Estamos parados sobre más del 100% de inflación y la mitad de la población es pobre o próxima a serlo.
Sin ponerse colorados, en el kirchnerismo construyen agendas bipolares sin distinción ideológica. Una de ellas es anterior a cada elección e incluye: la desocupación o problemas de empleo, la pobreza, la inflación, la seguridad, la mala situación de la educación pública, la corrupción, y hoy con mucha fuerza la droga y narco criminalidad. Son aquellos temas que efectivamente suman angustia en la vida cotidiana de los ciudadanos.
En el kirchnerismo juran por todo lo que se tiene a mano que de eso se ocuparán si son elegidos nuevamente. Pero, inmediatamente después de cada elección, aquella agenda se esfuma y nace una nueva: la que solo está en el interés corporativo del kirchnerismo. En ese marco, lo cierto es que con esta agenda rompen el vínculo de representación democrática y lo limitan a una formalidad legal.
Hablar en campaña del hambre para pasar a ser gobierno y llevar tres años poniendo al cambio de la Corte Suprema en el puesto uno del podio de las preocupaciones públicas es un ejemplo difícil de superar. El ciudadano común tiene problemas que parecen no ser problemas de sus representantes en este gobierno. No hay forma de ocultar que cuando la agenda se integra con problemas de los políticos se transforman los partidos en corporaciones.
Abandonando su esencia que es representar a la sociedad. Nunca nadie en la actual administración muestra un plan previo que pueda demostrar su interés real y no meramente retorico en la agenda prometida. Los problemas se agravan para toda la sociedad, la clase media sigue cayendo y con ella los pobres más se alejan de la posibilidad de ascenso. El costo no solo es económico y social.
¿Cuánto falta para que las propuestas del kirchnerismo que nada dicen sobre el futuro, pero sí se apoyan en el resentimiento presente puedan consolidarse en el Poder? ¿Hasta dónde tensarán la cuerda los fabricantes de lapiceras de este gobierno con agendas y nombres no representativos en la sociedad? El abismo está cada vez más cerca de lo que la sociedad puede o quiere ver.
