Hasta ahora la prioridad en materia de urgencias económicas del Gobierno para la última parte del 2022 sigue siendo la escasez de dólares para cumplir con la deuda y pagar las importaciones. Y en ese sentido el camino elegido aparece definido: pisar el pago de importaciones (se estima que hay atrasos por US$ 8.000 millones) y ensayar otro dólar soja (devaluar segmentadamente para anticipar liquidaciones) bajo el paraguas de evitar una devaluación lisa y llana.
Sin disputar el protagonismo de la cuestión cambiaria el crecimiento y el manejo de la deuda en pesos va ganando espacio en la atención de los mercados. Los operadores financieros no ven con claridad cómo hará el Tesoro Nacional para conseguir los pesos que necesita hasta fin de año, a menos que esté pensando en volver a echar mano a otra fuerte emisión monetaria; un mecanismo que el ministro de Economía, Sergio Massa, juramentó ante el FMI no volver a utilizar.
Para el Gobierno el problema cobra otra dimensión al tener acotadas las fuentes de financiamiento al crédito interno o la emisión de pesos del Banco Central. Además, porque el 2023 electoral ya incide en las decisiones de los operadores económicos y el Tesoro viene chocando contra la “pared financiera” virtual de agosto de 2023 que le impide conseguir financiamiento para después de las elecciones internas, las PASO.
El Tesoro tiene dificultades para financiarse a pesar de ofrecer bonos duales que dan la mayor renta entre la inflación, que apunta al 100% anual, y una eventual devaluación. En el caso de los bonos con CER proponen una sobre tasa de 5% para los que vencen en la primera parte de 2023 y de hasta 12% para los títulos con vencimiento en 2024. El Gobierno ofrece una renta elevada pero los mercados empezaron a retacearle el dinero por temor a una eventual reprogramación de la deuda.
En ese sentido, el último informe de la consultora EcoGo enfoca el problema de corto plazo diciendo: “Quedan tres licitaciones hasta fin de año, y suponiendo que el Tesoro logra refinanciar todos los vencimientos, necesita además $500.000 millones de financiamiento neto, es decir $170.000 millones en promedio por licitación, cifras de rollover que no se ven desde hace casi dos meses”.
Al Gobierno la restringen los fondos aún cuando está dispuesto a pagar caro y con el adicional de que el Banco Central sigue aumentando la absorción de pesos en el intento de evitar que vayan al dólar. El círculo que cerró el Central con los bancos sigue su marcha: los depósitos a plazo fijo le pagan 6,3% mensual de los ahorristas frente a un dólar blue que subió 5,5% en un mes y los bancos le compran Leliqs al BCRA por lo que obtienen 75% anual que es 6,3% mensual.
Así los bancos le toman los pesos a la gente y se lo pasan al Central para cubrirse en una operatoria que va generando una “montaña de pesos” inmovilizada y que sólo tiene como un tibio atenuante que la tasa que paga el BCRA por tomar pesos se equipara con una inflación galopante superior al 6% mensual. De esta manera el Gobierno apuesta a “licuar” el costo que implica un cepo para una enorme cantidad de pesos que, de otra forma, podrían ir a comprar dólares libres ampliando la “brecha cambiaria” y presionando una devaluación.
Para ponerlo en números: las Leliqs y los pases bancarios representan $9,1 billones, la base monetaria ronda $4,6 billones y la deuda del Tesoro ronda los $7 billones. Para refinanciar esa cantidad de obligaciones el Gobierno va a tener que mantener viva la expectativa de que podrá cumplir a la hora de los vencimientos. Los bancos ya dejaron en claro que prefieren prestarle al Banco Central que al Tesoro aún cuando éste esté dispuesto a pagar más caro los pesos.
La vía del Banco Central emitiendo pesos está vedada por el acuerdo con el FMI aún cuando el Tesoro sigue recibiendo las mieles de la emisión por la compra de bonos que viene realizando el BCRA para apuntalar los precios de los títulos públicos. El Gobierno despliega su estrategia defensiva consistente en que la vicepresidenta Cristina Kirchner no cuestiona a Sergio Massa que, a su vez, apuntala el ajuste de FMI cerrando el cepo del dólar.
Y postergando el pago de importaciones a la espera que la licuación del gasto público permita que la inflación pueda ceder algún punto. Con ese marco los inversores expertos sólo atinan a prestarle al Banco Central o al Tesoro pero a cortísimo plazo. Los depositantes de plazo fijo por ahora creen que el 6,3% mensual los cubrirá de la mejor manera. Sólo habría que tener en cuenta que la expectativa sobre el 2023 electoral ya empieza a jugar más fuerte sobre la economía.