Con una temperatura de 28 grados, Alberto Fernández aterrizó en los Alpes bávaros poco después de las 12 del mediodía para participar como invitado del G7. Fue recibido por el canciller alemán Olaf Scholz, participó de la foto de familia y esperó el quinto turno para hablar cuatro minutos en la primera reunión plenaria, en donde como representante de la Celac condenó la invasión a Ucrania por parte de Rusia, pidió que América Latina y el Caribe no sean condenados a la marginalidad y reclamó una nueva arquitectura financiera mundial.
A 100 kilómetros al sur de Múnich, la Cumbre del G7 reunió a sus jefes de Estado y cinco presidentes invitados en un encuentro en el que el conflicto bélico en Ucrania alteró el temario que se había definido con anterioridad. Alberto Fernández arribó allí para hablar en nombre de 33 países de nuestra región.
“Soy consciente de que solo 1.800 kilómetros separan este recinto de donde se está librando una guerra”, inició su presentación el jefe de Estado argentino, quien se ubicó al lado de Boris Johnson.
Pocos segundos después, apuntó directamente contra el gobierno de Vladimir Putin. “La Argentina condenó la invasión de Ucrania por parte de la Federación de Rusia. Una vez más reclamamos el pleno apego a todos los principios del multilateralismo. Creemos en la solución pacífica de las controversias y en el pleno respeto de los derechos humanos”, dijo Fernández.
En su primer discurso, Fernández reclamó una nueva arquitectura financiera de la que ya había dado cuenta en el G20 que se llevó a cabo el año pasado en Roma. En aquel momento, fue la pandemia la que para Fernández la que obligó a hacer cambios.
“Soñamos con un nuevo orden internacional donde los esfuerzos se equilibren y las ventajas se distribuyan con criterios de equidad. Soñamos con no ser discriminados por el mundo central y condenados a la marginalidad y al olvido”, dijo como presidente de la Celac. Y agregó: “Para poder hacer frente a semejantes desafíos, quiero alzar mi voz en esta Cumbre para abogar por la construcción de una nueva arquitectura financiera internacional que incluya a las periferias del mundo”.
En ese sentido, volvió a asegurar que “los Derechos Especiales de Giro emitidos por el FMI constituyen una oportunidad para mejorar las condiciones sociales. La canalización de los DEG’s a través del Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad debe incrementarse incluyendo a los países de renta media. No deben ser instrumentos destinados a engrosar las reservas de bancos centrales que no los necesitan. Deben tener un sentido social capitalizando bancos regionales para financiar infraestructura requerida para el desarrollo que el cambio climático además exige.
La política de sobrecargos cobrados por el FMI también debe ser revisada. Constituyen una penalización inadmisible en las circunstancias dramáticas que hoy vivimos. Así lo recomendó el G20 antes de que la guerra se desatara”.
Además de los jefes de Estado, escuchaba la titular del Fondo, Kristalina Georgieva, quien se alojo en el Hotel Bayerischer Hof, en donde también se hospedó Fernández. El domingo por la noche, se cruzaron en la ópera y el Presidente le mostró una fotografía de Francisco, algo que también hizo en la Cumbre de las Américas cuando se saludó con el presidente de Estados Unidos y le preguntó por su hijo.
En el mismo sentido en el que el ministro de Economía, Martín Guzmán, en los organismos internacionales, el Presidente planteó la necesidad de apuntar a la evasión en paraísos fiscales. “No nos interpela el tiempo de la codicia sino el de la fraternidad. Los paraísos fiscales generan infiernos sociales. Constituyen un ejemplo de injusticia social que posterga el derecho a un desarrollo sostenible e inclusivo”, dijo.
El Presidente ingresó a la primera reunión con Santiago Cafiero. Esta mañana, terminó de delinear el discurso en su habitación junto al canciller y al titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. La comitiva llegó al hotel Schloss Elmau en helicóptero junto al presidente de Senegal.
Horas antes del encuentro, a los Presidentes les avisaron que el encuentro sería sin corbata, debido a la alta temperatura. Aunque durante el año el lujoso hospedaje tiene habitaciones que cuestan entre 700 y 1200 euros, no cuenta ni con aire acondicionado ni ventiladores, ya que los 28 grados de este lunes son una excepción.
Sobre el cierre de su discurso, Fernández expresó que “el dolor que la pandemia nos ha causado es enorme. Se llevó consigo millones de vidas. Ahora que esa pandemia comienza a ser controlada, una guerra nos somete a un tiempo de zozobra que la humanidad no merece ni resiste. Es hora de cambiar este presente y empezar a construir en paz una humanidad más justa”.
Y remarcó: “Es hora de entender, de una vez y para siempre, que el problema no es la pobreza. El problema a resolver es el sistema económico que la genera y permite que la riqueza se acumule en unos pocos. Muchas gracias”.