Germán Alfaro se encuentra entre la espada y la pared. Luego de lo que fue el despido de Stella Maris Córdoba como interventora del Instituto Provincial de la Vivienda y Desarrollo Urbano (IPVDU), el intendente de San Miguel de Tucumán se enfrenta a su miedo más profundo: quedar al descubierto en toda su hipocresía de cara a la sociedad. Y es que el mandatario capitalino se encuentra encerrado en un callejón sin salida.
Esto se debe a que no tiene más remedio que echar a quien es nada menos que su mano derecha y hasta posible sucesor en el cargo, Alfredo Toscano. Y es que el secretario de Obras Públicas de la capital no tuvo mejor idea que emular a Stella Maris Córdoba y fue de vacaciones a Miami. Pero con el agravante de que lo hizo antes que la ahora ex funcionaria provincial, justo cuando hace apenas 15 días se conoció una noticia clave.
//La clase política y su desconexión con la realidad que sufre la sociedad
La misma daba cuenta acerca de que el Gobierno nacional evaluaba prohibir los viajes de funcionarios al exterior. Justo en ese contexto fue que saltó a la luz el caso de quien todavía es mano derecha de Germán Alfaro. De más está decir que el intendente debería seguir el ejemplo del gobernador Osvaldo Jaldo, quien no dudó en echar a Stella Maris Córdoba. Es por ello que el mandatario municipal debería desvincular inmediatamente de su cargo a Toscano.
Pero Alfaro no sólo guardó silencio, sino que también lo mantiene en el cargo. Con el agravante de que Jaldo ya despidió a quien hiciera lo mismo que Toscano, a quien absolutamente nada le importó viajar al exterior usando las divisas que el país necesita. En este contexto económico tan difícil, es una burla que siendo la mano derecha del intendente, Toscano viaje al exterior desentendiéndose de todas las problemáticas que cada vecino de la Capital.
Debería el Intendente solicitarle la renuncia por tal comportamiento falto de decoro y de empatía con los ciudadanos de San Miguel de Tucumán, que son en definitiva quienes sustentan a través de sus impuestos, estos lujos desmedidos. Pero decidió hacer lo mismo que otro “capo mafia” vernáculo como lo fue Julio Grondona, el otrora mandamás de la AFA cuyo anillo de oro tenía inscripta la tristemente célebre frase “todo pasa”.
Y es que a eso está jugando Alfaro, especulando con que el tiempo hiciera olvidar la insensibilidad de su mano derecha, alguien acostumbrado a manejar de dudosa forma el millonario presupuesto designado en materia de obras públicas. Construcciones que brillan por su ausencia y cuyos fondos presumiblemente se utilizarían para otras cosas, entre ellas, apuntalar la campaña electoral del intendente.
En ese marco, un silencio ensordecedor envuelve el accionar de Germán Alfaro que sigue callando acerca del futuro de Alfredo Toscano. Lo que resulta inconcebible es el hecho de que el intendente debería actuar en este caso como quien tiene que tomar las riendas de la gestión y hacer lo que corresponde echando a su mano derecha. Pero en vez de ello, eligen callar como lo hacen los cobardes, en lugar de tomar cartas en el asunto.
A Germán Alfaro le encanta vender humo mintiendo que él es diferente cuando forma parte de lo más rancio de la política doméstica desde los tiempos del alperovichismo cuando él y su mujer, Beatriz Ávila, militaban a favor de lo peor de la política vernácula. Ahora tendría la oportunidad de intentar dar una pequeña muestra de que podría hacer algo diferente de lo que fue su historia.
Pero todo parece indicar que no será así y que traicionará una vez más al electorado que creyó engañado en que, esta vez, Alfaro sería diferente, demostrando que viene del mismo lodo y que apaña a sus funcionarios a pesar de que incurran en acciones vergonzantes como la de Toscano. El intendente de seguro protegerá a su mano derecha en detrimento de la ciudadanía de la que se burla una vez más. Porque eso es lo que hace al decidir mantener en el cargo a quien maneja la obra pública en la capital.
En el alfarismo, estaban convencidos de que la disputa con el radicalismo dejaba a su líder Germán Alfaro como “único intendente opositor” a Jaldo. Pero la única verdad es la realidad y ésta se impone con un peso feroz mostrando a Alfaro como lo que es: un rey desnudo. Uno que está más cerca de ser un bufón pero que, en vez de hacer reír, no hace más que dar pena a su propio electorado.
