Luego de que se conociera durante el transcurso de la semana que el próximo 20 de abril José Alperovich fue citado a declaración indagatoria por tercera vez, tal vez ahora sí las cosas puedan empezar a cambiar. Y es que, hasta aquí, la realidad es que la sociedad se preguntaba hasta cuándo iba a zafar este nefasto personaje y cuánto tiempo más se iba a seguir escondiendo para evitar explicar lo inexplicable a la Justicia.
En ese sentido, cabe recordar que ya no tiene fueros desde que dejó de ser senador cristinista. Aun así, hasta aquí se las había ingeniado para seguir zafando a pesar de que sigue siendo el acusado de haber cometido nada menos que delitos sexuales. Lo cierto es que, al menos de momento, José Alperovich sigue gozando de impunidad, a pesar de que las pruebas son contundentes y las acusaciones son gravísimas.
Sobre dichas acusaciones, una de las razones por las que pudo gozar de impunidad fue por el hecho de que contó hasta aquí con el silencio cómplice del colectivo de mujeres kirchneristas que solo condena y denuncia con firmeza cuando los violadores no tienen su misma camiseta partidaria. Además, cabe recordar que José Alperovich es amigo de Cristina Kirchner y eso le da un blindaje.
Y es que debería darles vergüenza que en el día de la mujer no haya habido un solo cartel pidiendo por la verdad, juicio, castigo y condena a José Alperovich. Sobre todo, si se tiene en cuenta que la primera denuncia fue en diciembre de 2017, es decir que hace 4 años y 3 meses que la víctima, nada menos que su propia sobrina, espera que la Justicia haga justicia de una buena vez.
Es por ello que la sociedad se pregunta: ¿Hasta cuándo semejante impunidad? Y es que la denuncia asegura que hubo por lo menos 7 casos de abuso sexual agravado y que dos ocurrieron en el departamento de Puerto Madero de Alperovich y los 5 restantes en la sede de campaña del ex gobernador. Esto se suma al hecho agravante de que la gravísima denuncia penal contra José Alperovich la hizo su sobrina, a los 29 años.
En ese sentido, cabe mencionar que no hay antecedentes de una acusación de semejante magnitud contra uno de los políticos con mayor poder de la Argentina. Sobre todo, si se tiene en cuenta que José Alperovich gobernó con mano de hierro Tucumán durante 12 años seguidos. Es decir, estamos hablando de alguien que colonizó la Justicia, doblegó a varios medios de comunicación y perpetró un nepotismo pocas veces visto.
Al respecto, si para muestra basta un botón, lo cierto es que sembró el estado con sus parientes. Pero el poder que supo amasar se relaciona también al hecho de que mientras José Alperovich fue el jefe de Tucumán, multiplicó su fortuna varias veces sin poder explicarlo con claridad. De la concesionaria de autos pasó a las empresas constructoras, inmobiliarias, financieras, campos con ganado y soja y exportación de cítricos.
Si hasta se dio el lujo de usar el avión sanitario provincial para temas personales. No en vano, si hasta se publicó un libro en el que se describía a José Alperovich no como gobernador, sino como “El Zar”. No en vano, el rechazo que provoca su figura lo llevó a salir cuarto en las últimas elecciones a gobernador, detrás de Ricardo Bussi, el hijo del temible genocida. Nada más ni nada menos.
Es tan canalla José Alperovich que, a pesar de que no se puede revelar la identidad de la denunciante, él lo hizo a través de las redes, mientras estaba de vacaciones en Miami. No en vano su propia sobrina lo trata de monstruo y da detalles de cómo la violó en forma reiterada durante un año y medio. “El avasallamiento fue demoledor. Nunca lloré tanto en mi vida”, escribió la chica.
Y si de cómplices y de impunidad hablamos, una cosa que llama mucho la atención es el silencio de su polémica esposa, Beatriz Rojkés. Ella no lo acompañó a Estados Unidos y bajó su perfil político desde que confirmó su salvajismo inhumano frente a un humilde tucumano que le reclamaba maquinaria para solucionar un tema de inundaciones en su barrio. “Pedazo de animal, vago de mierda, yo tengo diez mansiones”, le dijo en aquella oportunidad.
En definitiva, la sociedad no debe hacer como el feminismo K que sólo defiende a quienes forman parte de su sector. Hay que combatir a todos los golpeadores y violadores sin que importe la camiseta partidaria. En definitiva, ojalá el caso de José Alperovich no corra la misma suerte que muchos otros casos de violencia sexual que involucró a representantes del kirchnerismo y no traten de esconderlo bajo un manto de silencio.