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La complicidad del Senado

alperovich la complicidad del senado
“Justicia, igualdad y libertad son algo más que palabras, son metas”. V de Vendetta
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No quería que me besara. Lo hacía igual. No quería que me manoseara. Lo hacía igual. No quería que me penetrara. Lo hacía igual. Inmovilizada y paralizada, mirando las habitaciones, esperando que todo termine, que el tiempo corra“, escribió la denunciante en una carta pública con la que acompañó la denuncia penal.

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Según el testimonio de la mujer, -que declaró tres horas ante el fiscal- José Alperovich abusó de ella “sexual, física y psicológicamente desde diciembre de 2017 hasta mayo de 2019“, cuando renunció a su trabajo de asistente. El exgobernador, y actual senador, uno de los políticos más poderosos del norte argentino, se apresuró a negar las acusaciones en su contra y reveló el nombre de la presunta víctima, que ella había pedido mantener en reserva. Su abogado anticipó que solicitará 15 años de prisión.

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 Argentina es un país donde un promedio de dos mujeres son asesinadas por día y más del 40 por ciento ha sido víctima de violencia sexual. Las cifras de femicidios se mantienen constantes, lo cual también es preocupante, a pesar de los avances en la legislación y en diversas medidas en las que Argentina es pionera en América Latina.

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Según cifras del Observatorio Lucía Pérez, en 2021 hubo 59 femicidios hasta el 21 de febrero. El movimiento Niunamenos los estima en 48. No son cifras oficiales, ya que el registro de la Corte Suprema de la Nación Argentina aún no publicó las correspondientes al presente año.

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Por eso resulta tan indignante que el senador José Alperovich, sobre quien pesan acusaciones de abuso sexual, pueda continuar en su cargo ante el silencio de toda la cámara alta, de los organismos correspondientes y de muchas agrupaciones que dicen defender a las mujeres y los Derechos Humanos.

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Las cifras

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Los informes publicados por la OM de la Corte Suprema señalaron que desde el 2015, año en que se realizó la primera movilización contra la violencia, la tasa de femicidios en todo el país fue de 1,1 cada 100.000 mujeres.

Ese año se registraron 235 víctimas, de las cuales el 43 por ciento tenía entre 21 y 40 años, mientras que 149 de ellas fueron asesinadas por parejas o ex parejas y 46 habían presentado denuncias previas por violencia de género.

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La cifra aumentó en 2016, cuando se relevó el número de 254 mujeres asesinadas por motivos de género, cinco de las cuales eran mujeres trans o travestis. De ese total, el 49 por ciento tenía entre 21 y 40 años, y al menos 60 habían radicado una denuncia previa por violencia de género contra su victimario.

Sobre el particular, el estudio concluyó que en 164 casos, los femicidas eran parejas o ex parejas de las víctimas y que 22 recibieron sentencias condenatorias por esos hechos.

A todo esto, el estudio realizado en 2017 indicó que fueron asesinadas de forma directa 246 mujeres y cinco mujeres trans o travestis, y por primera vez incluyó un apartado sobre femicidios vinculados, aquellos en los que el propósito del agresor es provocar sufrimiento a la víctima, un agravante incluido en el inciso 12 del artículo 80 del Código Penal.

Sobre los grupos de mayor vulnerabilidad, la OM detalló que once de las mujeres estaban embarazadas, nueve eran migrantes internacionales y otras nueve se encontraban en situación de prostitución.

Además, el 59 por ciento de los imputados era pareja o ex pareja de las víctimas, el 68 por ciento se encontraba detenido por el hecho y 64 de ellos habían sido denunciados por violencia de género antes de cometer los asesinatos. La situación judicial de las causas, determinó que 143 (62%) estaban en etapa de investigación, y que 12 habían obtenido sentencias antes de que terminara el año.

En 2018, el organismo informó que se produjeron 255 femicidios, cuatro de ellos travesticidios o transfemicidios, y 23 femicidios vinculados; y que 102 del total había ocurrido en la provincia de Buenos Aires.

Los datos revelaron que el 75 por ciento de las víctimas fueron atacadas en sus viviendas, que al menos 41 habían presentado denuncias a sus agresores y que 23 fueron asesinadas en contextos de violencia sexual.

Mientras tanto, en 2019, se registraron 268 víctimas directas de femicidio y de femicidio vinculado y 5 travesticidios y transfemicidios en Argentina, asesinatos que perjudicaron a 222 niñas y niños que quedaron huérfanos.

La provincia de Buenos Aires es donde hasta el momento se produjo la mayor cantidad de femicidios, con un total de 23 casos, seguida por Tucumán, con seis, y Misiones y Santa Fe, con tres cada una. Santiago del Estero, Córdoba y Entre Ríos también registraron dos casos; mientras que en Santa Cruz, Salta y Jujuy ocurrió uno en cada provincia.

Los movimientos siguen su marcha

En América Latina los movimientos feministas han puesto al descubierto las prácticas abusivas (MeToo) y los asesinatos (Ni Una Menos) que antes eran ignorados; y se han empeñado (la Marea Verde) en hacer que se respete tanto el derecho a decidir sobre sus cuerpos. Gracias a estos movimientos mediáticos y multitudinarios se ha logrado visibilizar la problemática y que la sociedad cambie y entienda sus reclamos básicos.

El actual gobierno que se dice “progresista”, ha demostrado -al igual que con otras movilizaciones- que la lucha feminista sólo le ha interesado con fines electorales, y ha dejado en libertad, -con la excusa de la pandemia del Covid 19- a miles de peligrosos violadores y asesinos. Además, uno de sus referentes, el ex juez Zaffaroni, siempre ha sostenido que, -a pesar de tratarse de una niña de 8 años- “si hay oscuridad no hay abuso sexual Infantil” (Caso Tiraboschi).

Es la sociedad la que debe hacer un esfuerzo por comprender la mentalidad de este ex magistrado quien tiene la obligación con millones de argentinas de retractarse de sus declaraciones.

Silencio en el Senado

Las palabras de la presidenta del senado importan y tienen, casi siempre, consecuencias. Que Cristina Fernández Vda. de Kirchner desprecie el uso del cubrebocas en las sesiones del Senado representa un acto de inmensa irresponsabilidad. Lo mismo es mofarse de las demandas de las mujeres, que son básicamente el derecho a vivir y a conservar su integridad física. Al defender con obstinación al senador José Alperovich, la presidenta parece decir: estamos entre pares, y entre nosotros nos protegemos. Lo mismo ocurrió con el recientemente fallecido senador Carlos Menem. De este modo, está perpetuando el pacto que sostiene la violencia de género.

Ojalá que estos días le alcancen para comprender que es su responsabilidad prohibir de manera irrevocable al senador Alperovich y, en general, no volver a proteger a ningún individuo acusado de violación o de violencia de género.

José Alperovich quien también deberá declarar por el crimen de Paulina Lebbos, -del que se cumplen 15 años- es un influyente representante del poder político regional. Dueño de una gran fortuna, fue miembro de la Unión Cívica Radical y se hizo peronista al ver que sólo así llegaría al poder. Casado con Beatriz Rojkés y padre de cuatro hijos, gobernó durante 12 años ininterrumpidos la provincia de Tucumán, una de las más pobres y poblada del norte argentino pese a ser la de menor tamaño. En 2015, al no poder optar a una tercera reelección, pasó al Senado.

Es probable que la actitud cínica de la presidenta del senado, sea parte de un cálculo electoral, o del abroquelamiento de su sector para lograr su impunidad, pero las mujeres siguen su lucha y lo hacen como lo han hecho siempre: solas y desprovistas de la burocracia del gobierno, impulsando cambios sociales de fondo respecto a la violencia y la desigualdad de género, sin importar quién esté en el poder y hasta dónde llegue su entendimiento.

El sujeto humano obra porque él mismo se dicta la ley. El grado superior de la Ética es la acción en sí, sin la especulación de la ganancia. Es el eslabón más alto. Generalmente se trata de fórmulas normativas y de responsabilidad, a los cuales debe ceñirse cualquier profesional que desee ejercer de manera moral su profesión.

La Ética, es la moral de la inteligencia y busca mejorar a las personas, a la política y fundamentalmente a las instituciones. El fraude, el latrocinio, la mentira, la cleptocracia  y la impunidad por sus crímenes, siguen el mismo manual con precisión desde hace 80 años.

En culturas como la de Japón los funcionarios que delinquen, se suicidan, en China directamente los ejecutan, mientras que en el mundo libre “tienen la dignidad” de renunciar. En la Argentina siempre se justifican o culpan a otros de sus acciones.

El arribismo y la banalización de los valores éticos, morales y culturales han hecho y continúan haciendo estragos y un mal ejemplo para los niños y los jóvenes.

Esta es nuestra sociedad hoy, donde reinan, la apatía, el desencanto, la corrupción y la hipocresía. Ellos son la fotografía en blanco y negro de nuestra crisis moral y espiritual.

La gente honorable muestra su amor profundo por los demás a través de sus acciones. La honestidad y el honor van de la mano. Existen tres cosas que distinguen a un hipócrita: cuando habla miente, cuando promete, no cumple y cuando confías en él, te traiciona.

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