La semana que inicia hoy será clave para la economía argentina. Luego de que se despejara el panorama financiero luego de la reestructuración de la deuda nominada en dólares, tanto bajo ley externa como local, el equipo económico que encabeza Martín Guzmán tendrá por delante dos desafíos en la agenda. Definir lo más preciso que sea posible un programa económico para el año que viene, es decir, algo que pueda plasmarse en el proyecto de Presupuesto 2021.
Pero también en lo que hace a la confección de una agenda de reuniones con las autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI), para comenzar a desandar el camino de las conversaciones acerca de cómo poder convenir nuevos plazos de tiempo para que sea posible el pago de la deuda contraída con el organismo crediticio. De todos modos, desde el Ministerio de Economía saben que urge atender los problemas de índole local.
Y es que el Gobierno nacional tiene tiempo hasta el 15 de septiembre para presentar en el Congreso el mentado presupuesto 2021. Se trata, nada más ni nada menos, que de los números de las principales variables macroeconómicas, como inflación, tipo de cambio, volumen de exportaciones e importaciones y estimaciones de ingresos. Las cifras correspondientes a estos tópicos se mantienen en la más absoluta reserva.
Cabe destacar que uno de los aspectos que produce mayor expectativa, al tiempo que genera también controversias entre los analistas, pasa por el programa de financiamiento de la administración nacional. Y es que el gasto público se disparó en medio de la pandemia, haciendo que la política fiscal del Gobierno fuera expansiva. Esta inversión fue principalmente financiada con transferencias de utilidades del Banco Central al Tesoro.
Al respecto, el propio Martín Guzmán señaló que el Presupuesto 2021 “va a ser el máximo esfuerzo para auspiciar la recuperación, para que el Estado tenga el rol que tiene que jugar para impulsar la demanda agregada y para que el sector privado tenga mejores condiciones y pueda invertir más, pueda generar más trabajo, pueda encontrar demanda por aquello que se produce en el sector privado, al mismo tiempo que vamos en el camino a poner las cuentas en orden”.
Justamente, esto último es lo que la sociedad y el mercado descreen que sea posible. Y es que se apunta a una cifra de déficit fiscal que sea lo suficientemente acotado como para ser consistente con las restricciones que enfrenta la Argentina. No obstante, la idea en simultáneo es que sea lo suficientemente grande como para poderle dar un impulso a la economía y que ésta pueda recuperar la senda de crecimiento. Sin embargo, todavía resta enfrentar el problema de la brecha cambiaria y la constante pérdida de reservas. No se logran disipar los temores de los ahorristas a que el Gobierno opte por un mayor torniquete a la hora de permitir la compra de divisas. O bien, recurrir a una devaluación clásica que genere todavía más pobreza a la que habría que contener con más gasto público. A este tópico el equipo económico no pareciera tenerlo en agenda.
