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La ida de Matías Kulfas alarma ahora a Martín Guzmán: ¿Quién será el próximo?

Un aire de desazón se está instalando en el peronismo mientras el Gobierno se desangra.

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Martín Guzmán
Descacharreo

La caída de Matías Kulfas alarma ahora a Martín Guzmán, el otro responsable a ojos de Cristina Kirchner del fiasco económico de la administración que surgió de su astucia electoral de 2019. La idea de que el ministro había sido “empoderado” quedó en cuestión después del alarde de debilidad presidencial de este sábado. Y es que cualquier brisa que sienta puede ser el hacha que se acerca.

No solo él. La pregunta ahora es: ¿Quién será el próximo? Para atenuar el ruido, el Gobierno difundió el sábado por la noche una foto de Alberto Fernández en Olivos con el ministro de Economía y otros funcionarios de su confianza. Ya a última hora confirmó a Daniel Scioli como reemplazante de Kulfas. Quiso desactivar rápido rumores de una toma kirchnerista del área de Producción.

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Lo llamó de urgencia el sábado a la tarde y le pidió dejar la embajada de Brasil, donde se movía a distancia prudencial de Cristina y compañía. Es relevante repasar la secuencia de los hechos. La rabieta de Cristina sucedió a la ceremonia en YPF que usó como plataforma para reafirmar el plan de demolición de la autoridad presidencial con el que pretende excusarse del desempeño económico del Gobierno y, en especial, de la crisis más aguda que vislumbra en el horizonte.

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En ese marco, un aire de desazón se está instalando en el peronismo mientras el Gobierno se desangra. Así se expresó en la reunión que los gobernadores de 11 provincias sostuvieron en el CFI el viernes. Los caciques temen una crisis de reservas que acelere la espiral inflacionaria y “se lleve todo puesto”. Es la generación de dirigentes que fracasó en la construcción de un perfil de futuro para el peronismo y que vive en la resignación de ser conducidos por Cristina.

Ella supo crear un espacio con símbolos e ideario propios, capaz de sostener en el tiempo una base electoral expectante. Alberto vendía en 2019 la esperanza de reconfigurar un peronismo que impulsaría una agenda de transformación. Algo que no estaba en el contrato con su mentora. El incumplimiento de esa promesa lo lleva ahora, en la debilidad, a apoyarse otra vez en aquello que sigue en pie: el kirchnerismo y su núcleo fiel de votantes, que ronda el 25%.

Cristina lo desenmascaró en Tecnópolis con su discurso porque percibe la trampa. Nada es más valioso para ella que cuidar esa minoría permanente que puede garantizarle centralidad política más allá de 2023. Se dispone a armar una oferta electoral que excluye a quienes han fallado, a su juicio, en cuidar el valor del salario y reducir la pobreza. A Alberto lo quiere fuera de la contienda y quizás esté hoy más cerca de lograrlo.

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