Vacunación Dengue

La toxicidad de Cristina Kirchner

El soliloquio de la Vicepresidenta fue una estación más en el camino para alejarse de Alberto Fernández.

cristina kirchner en chaco
Cristina Fernández
Vacunación Dengue

Para Cristina y sus feligreses, Alberto usurpó el gobierno. Pero lo más grave es que se sienten los dueños del Estado y de sus cajas, este es el problema de fondo. La gente tóxica, como Cristina, infecta todo lo que toca. Cada aparición pública -calculada hasta el último detalle- produce un sismo. No tuvo reparo de horadar la legitimidad de su propio “presidente” públicamente. Gran oradora, hipnotiza con facilidad a su feligresía, a la que le debe sus “fueros”.

Desde hace tiempo su diatriba -tan previsible, como aburrida- suele causar espasmos en un sector cada vez más amplio de la ciudadanía (su imagen negativa evidencia el rechazo que genera). Pareciera que no se da cuenta, o prefiere no hacerlo, para centrarse únicamente en seguir brillando para los suyos. Los otros no existen en su mundo, sus enemigos, en cambio, siempre están presentes. Aburre tanta previsibilidad.

Asistencia Pública

Precisamente al poner en agenda la falta de poder político de Alberto, Cristina habla realmente de lo que le interesa, olvidándose de que es la máxima responsable del peor gobierno de la historia constitucional argentina, del cual ahora, jugueteando con la verdad, intenta pararse en la vereda de enfrente para sostener el relato del “yo no fui”, “yo no avalé el acuerdo con el fondo”, y “yo no tengo nada que ver con los aumentos de las tarifas y la inflación”.

Movilidad

Para Cristina el fracaso de su gobierno es solo de Alberto. Cristina creó el monstruo y luego le soltó la mano, Alberto Fernández ya tiene colgado el diploma de “traidor a la causa”. Lo grave es que ahora Cristina pretende correrse a un costado de su propio gobierno, dejando a Alberto Fernández a la deriva, debilitado y con muy poco o nulo margen de gobernabilidad nos tiene acostumbrados la Vicepresidenta, es factible observar que para ella la verdad es un juguete.

La manipula a su antojo. Sale al escenario con su ya previsible guion y, como una rockstar, interpreta su relato magistralmente. Ella siempre tiene razón. Los otros son los que están equivocados. Su show, nacional y popular, es el que sostiene la base de feligreses que creen ciegamente en todo lo que salga de su boca. Lo sabe y se aprovecha. Sus fueros son sagrados y no los va a perder por nada del mundo.

Como huele la derrota en 2023, percepción que se acelerará seguramente con el correr de los días, los aumentos de las tarifas, y la inflación que no da tregua, ya se anticipó. Ahora sale con los tapones de punta a deslegitimar a un presidente elegido democráticamente, pero que, para ella, es un traidor y merece ser tratado como tal. De solucionar los problemas del ciudadano de a pie ni hablar. Pueden esperar.

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Solo le interesa que la voten e instalar de manera definitiva la pelea contra el Poder Judicial el cual quiere reformar a como dé lugar. Le teme y no esconde sus miedos. Cristina se ha convertido en una persona tóxica. El Gobierno de Cristina y Alberto es tan malo que termina convirtiendo a sus ministros en gerentes de la pobreza. Cuando se manipula la verdad con la pretensión de hacer a todo el pueblo rico en poco tiempo, sólo logra hacerlos más pobres.

Es la diferencia entre gobernar para ganar una elección y hacerlo para la próxima generación. Quizás esta sea la deuda que la historia le reclame a una expresidenta que tuvo todo lo necesario para sacar a su nación de la pobreza, pero la terminó destruyendo. Cristina es la responsable de que tengamos un presidente debilitado y sin credibilidad como Alberto Fernández. Y será la responsable de sostenerlo en el cargo hasta diciembre de 2023, le guste o no.

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