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Marcelo Albaca “aliado” al alperovichismo derrumba su imagen en Yerba Buena

El concejal manzurista se une al ex intendente Daniel Toledo, un viejo soldado de José Alperovich muy cuestionado en la ciudad jardín

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José Alperovich - Marcelo Albaca - Daniel Toledo
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Si una imagen vale más que mil palabras, está claro que durante la semana la del concejal Marcelo Albaca se estrelló contra el suelo. Esto se debe al hecho de que el otrora manzurista se unió al ex intendente de Yerba Buena, Daniel Toledo, quien es un viejo y fiel soldado de José Alperovich, un político muy cuestionado en la ciudad jardín.

El encuentro fue el puntapié inicial para el supuesto comienzo de la unidad del peronismo en Yerba Buena, cuando, en realidad, se trató de una verdadera trampa con la excusa de consensuar ideas. Lo cierto es que en esa reunión estuvieron presentes viejos actores del alperovichismo. De esta forma, Marcelo Albaca echó por tierra lo que venía haciendo en materia de una gestión interesante en la ciudad.

Asistencia Pública
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Marcelo Albaca – Daniel Toledo

Sin embargo, el concejal terminó dilapidando lo que hizo y su imagen en Yerba Buena quedó embarrada a causa la pésima decisión de unirse a Daniel Toledo, una figura rechazada y degastada en la política de Yerba Buena. Sobre todo, si se tiene en cuenta el hecho de que el ex intendente forma parte del alperovichismo, el cual tiene un alto rechazo en la población tucumana, en general, y en la yerbabuenense en particular.

Movilidad

Esto se debe a que el ex gobernador se hizo conocido por un estilo de vida opulento en una provincia pobre como Tucumán, una modalidad de trabajo basada en el abuso del poder tanto en el trato de los empleados como en el uso de los fondos públicos, una actitud grosera y pedante y un manejo del dinero para la compra de voluntades desmedido de parte de unos de los dueños de la política tucumana.

Alperovich tenía dos casas en la capital provincial. Ambas enormes y, por su suntuosidad, contrastantes con las de los barrios humildes de Tucumán. Y también tenía una casa en las afueras que, según explicaba, le “alquilaba” a una familia muy vinculada a los negocios provinciales. Como si esto fuera poco, Alperovich tenía también dos departamentos en Puerto Madero.

Cuando se trasladaba entre su provincia y la capital, Alperovich –junto a su círculo más cercano- no hacía el trayecto de 1300 kilómetros en auto ni en micro; ni siquiera en avión de línea. Viajaban en aviones pequeños de la Provincia. Al hospedarse en su refugio de Puerto Madero, no tenía nada por lo que preocuparse ya que le dejaban comida lista en la heladera del departamento situado en la Torre Zafiro del edificio Zencity.

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En definitiva, Alperovich ni siquiera debía usar su celular para pedir delivery para sus cenas. Tenía a mano lo que necesitaba porque una empleada del Senado de la Nación lo había llevado hacia el lugar en el que el tucumano pasaba las noches. Por las mañanas se ponía su jogging y salía a caminar por el lujoso Puerto Madero, lejos de los barrios carenciados de San Miguel de Tucumán.

Detrás de la figura del político, además, asoma un hombre grosero, tanto en su discurso como en su conducta. Se cuenta que no tenía pruritos en hacer chistes de mal gusto o comentarios subidos de tono delante de quien fuera. No en vano, la figura de José Alperovich pasó de la de encarnar a un poderoso señor feudal de una pequeña provincia de un país de América Latina, a estar procesado por abuso sexual nada menos que contra su propia sobrina.

Pero a pesar de semejante prontuario, Daniel Toledo continúa siendo un soldado de la cruzada alperovichista. Y a él decidió unirse el concejal Marcelo Albaca, quien ahora quedó manchado a causa de formar parte de un espacio que buscará “blanquear” la inmensa y profunda oscuridad que rodea a Alperovich y que al mismo tiempo contamina a sus fieles lacayos, a cuyas filas ingresó Albaca.

El mal asesoramiento político del hasta hace poco manzurista, derivó en esta espuria alianza con lo más rancio de la política tucumana que representa el alperovichismo, cuyo líder en las sombras sigue moviendo los hilos de sus muchos títeres. Albaca decidió formar parte ese circo que, lejos de generar risa, produce vergüenza ajena, la misma que echó por tierra su imagen. Ya lo dice el viejo refrán: “Se vuelve de cualquier lugar, menos del ridículo”. Es lo que le toca al concejal…

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